AMOR EN ROSA - JENLISA

CAPÍTULO XXXVIII

Corea del Sur, 1981

La masacre de Gwangju dejó muchos estragos en el actual presidente, miles de personas continuaron las manifestaciones, se aseguraron de que muchos países se enteraran de lo sucedido el año pasado, las represalias de la Ley Marcial hicieron que la aceptación y popularidad del presidente bajaran, por lo que no tuvo más remedio que ceder ante las exigencias del pueblo, luego de tantos años, habría elecciones.

Enseguida de aquel suceso, hubo una intervención extranjera, en donde se inició una investigación por el asesinato del presidente Park, los principales acusados, además del director de inteligencia, eran mi padre y el primer ministro.

Yo sabía que el estaba siendo investigado, pero no le había dirigido la palabra desde que tuve que enterrar a mi esposo en un cementerio en Seúl. Seulgi y Jisoo me ayudaron a los trámites para trasladar el cuerpo a la capital, lo enterré y luego me fui a casa. Mi padre me buscó muchas veces, ignoré sus llamadas y sus cartas, estaba tan cansada que decidí mudarme con Jisoo.

Ella y yo nos volvimos muy unidas, se enteró de lo que Seulgi me contó, sobre Irene y Minho, busqué a Irene para hablar del tema, más que retomar el pasado, era para asegurarme de que ella estaba bien, pero seguía ignorándome, así que decidí escribirle una carta, en donde le decía lo que yo sabía, donde la perdonaba y en donde le decía que si Minho le hacía daño no dudara en buscarme y la protegeríamos.

Una noche de Abril, ella apareció en casa de Jisoo, estaba lloviendo, llegó llorando a pedirnos perdón, esa noche Minho la había golpeado, pero él ya lo había hecho en numerosas ocasiones por eso Irene no podía tener hijos, y esa misma noche se rompió mi fuente.

Ahora vivíamos las tres en el departamento de Jisoo, todas las noches, cuando Lili lloraba, me levantaba y le cantaba "Lili Marleen" para que durmiera luego de alimentarla, era muy pequeña y frágil, de un día a otro, ya me había convertido en mamá. Pero esa noche, Lili no paraba de llorar.

─ ¿Qué pasa? ─ preguntó Irene un poco adormilada.

─ Ya comió, no entiendo qué es lo que le sucede... ─ dije preocupada.

Irene se acercó con preocupación, la observó detenidamente y tocó su frente ─ Tiene fiebre ─ avisó.

Ambas nos miramos alarmadas, le llamamos a Jisoo por teléfono, quien esa noche estaba trabajando, no pudo atendernos porque estaba en una cirugía, así que tuvimos qué improvisar.

─ Quítale la ropa ─ dije.

─ ¿Qué? ¡Mejor vayamos a un hospital! ─ dijo Irene alarmada.

─ Mientras vayamos a un hospital su vida penderá de un hilo, actuemos rápido.

─ ¡Y si pende de un hilo mientras improvisas! ─ dijo Irene.

Y comenzamos a pelear, pero Irene se apresuró a quitarle la ropa ─ Necesitamos regular su temperatura. ─ avisé, de alguna manera, cuando eres madre, haces hasta lo imposible mientras esté en tus manos.

Fui al baño, remojé una toalla con agua tibia y la usé para frotar los pies, axilas, frente e ingle de Lili. Aquello había funcionado a la perfección, duré un buen rato bajando la fiebre de Lili, hasta que dejó de llorar y su cuerpo se había templado nuevamente.

─ Quizá los cambios del clima la afectaron ─ dijo Irene. ─ Sigo pensando que debemos llevarla a un hospital.

Por supuesto que lo hicimos, y gracias al cielo Lili estaba bien, aquel cambio brusco de temperatura se debía al clima, aun así era importante dejarla en el hospital por sus defensar, Irene me ayudó esa noche, ya que yo me encontraba muy cansada, y ella por el contrario amaba a Lili.