CAPÍTULO XXX

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Lo asombroso de despertar en una mañana de navidad era en la blancura del cielo y el cómo se ocultaba con la nieve acumulada en el asfalto, tan blanca que casi podía dejarte ciega. El color, era lo que más me cautivaba, porque podía pintar un mundo desde la nada.

Olvidé de pronto quien era, mi cultura, mi origen, mi tradición, mi circulo social. Olvidé todo cuando me enamoré de Lisa, mi mundo era ella, estaba idiotizada por ella.

Festejé la navidad como si fuera una vieja tradición en mi vida, porque junto a Lisa no pensaba en nada, ni siquiera en mi futuro.

─ ¿Sabes por qué me gusta la navidad? ─ preguntó Lisa, habíamos despertado juntas al cabo de una hora, mirábamos con calma el techo recostadas una a la otra.

─ No ─ respondí observando como sus ojos se hacían más claros con la luz que se filtraba por la ventana ─ ¿Por los obsequios?

─ No ─ sonrió ─ Seo, piensa que es consumismo y que es mi lado hipócrita, pero no es así─ se giró y colocó sus ojos avellana sobre mí, ─ en realidad, me gusta, porque las personas sonríen la mayor parte del tiempo, a pesar de que su vida se la lleve un carajo, sonríen, están contentos.

─ No lo había pensado, pero creo que tienes razón ─ intenté memorizar el rostro de mi padre, y siempre tenía esa ceja fruncida que lo caracterizaba, o el rostro de mi madre, siempre mirándome con la barbilla en alto y los labios rígidos, o mi hermano siempre reservado y reprimido, no, nadie sonreía.

─ Claro que aquí nadie lo hace, en Corea la gente no suele sonreír. ¿Lo notaste? ─ negué. ─ Quizá, es porque han experimentado el verdadero dolor, la gente en Asia es más fría que la Navidad, y creo que la cultura y la historia son cruciales, no los juzgo, pero hasta este día, no me había gustado tanto la navidad como ahora.

Fruncí el ceño, sin entender su punto. ─ Pensé que no te gustaría, no es lo mismo aquí que en América.

─ La cosa es, Jen...─ suspiró y colocó su dedo índice en mi mejilla ─ Que eres la única persona que he visto sonreír en todo este frío invierno. Eres mi navidad.

Era su navidad, ahora me convertía en algo mágico que no podía entender, y me costaba trabajo hacerlo, nadie en mi vida me había amado de esa manera. Nunca creí que podía significar tanto para alguien, y estaba contenta de que ése alguien fuera Lalisa.

estábamos limpiando un poco la casa, Seo había despertado con un intenso dolor de cabeza, tenía un aspecto tan espeluznante que Lisa no paró de reírse de ella todo el tiempo.

Cuando estaba guardando la ropa, me percaté entonces, que dentro de mi bolsillo había una dirección. Era la letra de Irene, me había pedido verla esta mañana, y, a decir verdad, lo había olvidado. Miré al reloj y vi que eran las 9:47 a.m., era tarde.

─ Lisa ─ le hablé un poco alarmada, ella me miró con sus ojos serenos ─ Ayer, fui con Seo a comprar algunas cosas al centro comercial...─ le mostré el papel y ella lo leyó ─... Vi a Irene, me citó hoy.

Frunció el ceño ─ ¿Hoy? ¿En navidad?

─ Lo sé, lo había olvidado, incluso olvidé decírtelo.

─ ¿Y qué es lo que quiere?

─ No lo sé, supongo que hablar, es mi amiga y no nos hemos visto desde hace tiempo.

─ ¿Y quieres ir?

─ No lo sé. ─ dije, en realidad si quería ─ pero es tarde, me citó a las 10:00 am, no creo alcanzar el tren y...

─ ¡Te puedo llevar! ─ añadió con apuro mirando el reloj de la pared. ─ Quizá lleguemos unos diez minutos tarde, pero si nos damos prisa alcanzaremos.

AMOR EN ROSA - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora