MIRRORBALL

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Quiero que sepas que
soy una bola de espejos;
cuando me rompo es en mil pedazos
porque cambio todo de mí para encajar;
te enseñaré cada versión de .

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Jimin tenía razón, Jungkook era popular; así como Taehyung la tenía, Jungkook era gentil y encantador. No es complicado saber cómo estás dos energías convivían en él al mismo tiempo; durante la pubertad, ganó fama gracias a su atractivo juvenil. Cabello azabache, piel lechosa y perfecta, así como cintura definida y rasgos delicados; lindo, no obstante, también un chico de amable personalidad y excelente sentido del humor. A diferencia de otros, él era amistoso con quienes le admiraban a distancia; esto quizá le caracterizó como alguien encantador, y así mismo, creció su buena reputación. Fue repentino, siendo sincero; de un día a otro, Jungkook tenía más seguidores que todo su salón junto.

         Era un adolescente recibiendo atención, deseaba que durara; las voces de sus compañeros ya no eran sólo halagos y pasaron a ser un mantra que él debía seguir. Cada pequeña observación o comentario para Jungkook era una crítica que tomaba a consideración exhaustiva. ¿Subió de peso? ¿Luce pálido? ¿Usa demasiado negro? ¿Usa demasiados colores pastel? ¿Tiene un andar flojo y poco atractivo? Cada sugerencia sobre sí mismo la cambió para ser mejor. Entonces, cuando le odiaron sin derecho a réplica, esa voz no sólo se volvió una sombra a su espalda; sino que se intensificó. Jungkook pasó de desear agradar, a anhelar atención... La consiguió de una forma. Las voces ajenas se volvieron la propia, y sin importar cuánto se esforzará... siempre había más por hacer.

       —¿En qué piensas? —Taehyung le nota ausente desde que se sientan frente a la televisión para cenar, no quería interrumpir; pero, tras unos minutos, considera que pide a gritos un rescate de su mente.

       —Me estoy conteniendo de vertir una botella de vino en mi garganta —es sincero al responder. —Pensaba en el colegio —su respuesta final.

       —¿Piensas mucho en ello? —decide ignorar la bandera roja de su naciente vicio.

       —Desde que apareciste en mi puerta, sí, algo —confiesa rellenado sus mejillas con pizza; adora la comida chatarra.

       —Lo siento.

       —Descuida —antes tampoco se encontraba en su mejor elemento. —Vivo solo, es normal ahogarme en los recuerdos a veces.

       —Jungkook, ¿has pensado en ir a terapia? —no en los últimos meses, sí a lo largo de su vida.

       —No puedo hablar de mis problemas con mis amigos, ¿crees que podría hacerlo con un desconocido? —su desconfianza al mundo es un factor clave, de hecho.

       —A veces hablar con desconocidos resulta más sencillo —intenta no tomarlo con seriedad, sabe que Jungkook huye al primer atisbo de ella; aunque prometió no cerrarse, tiene sus dudas y precauciones.

      —Lo consideraré —quizá después.

      —Si tomas una decisión, házmelo saber. ¿Te parece bien? —contrario a lo que espera, ve al menor sonreír. —¿Qué?

       —Nada, eres extraño —se encoge de hombros. —Tu preocupación, quiero decir. Estar aquí... contigo. Es extraño sentirlo tan normal —a Taehyung suele parecerle irreal, no extraño; entiende un poco de qué habla.

Dark ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora