—¡Dragones!— se escuchó a Edavro gritar en la lejanía —¡Majestad, dragones!
Daemon se giró preocupado al oír a su escudero. El platinado estaba portando su armadura, listo para la batalla, pero hasta ese momento se había quedado ensimismado mirando el poderoso cometa que pasaba por encima suyo.
Estaban en un campamento entre las rocas de Lys, esperando la noche para atacar.
La idea de Daemon había sido llevar mil hombres a las orillas de Lys, ocultando su campamento entre las enormes rocas que guardaban la retaguardia de la isla, mientras que la flota se quedaba merodeando el perímetro desde la lejanía, asegurándose de que ningún barco amenazante se acercara.
Edavro había sido enviado a la ciudad para saber cómo eran las protecciones y que tan bien preparados estaban los mercenarios contratados por Lys para luchar. Sin embargo, el joven dothraki se había quedado impresionado por otra cosa.
—¡Dragones!
—¡Edavro, cállate!— le ordenó el dragón con preocupación de que alguien lo escuchara, y luego terminó por acercarse a él para saber de qué hablaba —¿A qué dragones te refieres?
—Daenerys Targaryen tiene...— respiraba con dificultad, por lo que se llevó una mano al pecho para tranquilizarse. No creía que había tanta distancia entre la ciudad y la orilla —... Daenerys Targaryen tiene dragones.
—¿Qué?— Daemon lo miró con cierta gracia —No digas estupideces.
—No es... no es una estupidez, majestad— insistió con seguridad —. Había un mercader recién llegado de Qarth, y decía que ella había estado allí. Khal Drogo murió, así que la mayor parte de su khalasar la abandonó, pero los que se quedaron la llamaban la "madre de dragones" porque tiene tres dragones pequeños.
—¿Tres dragones?— repitió imaginándose eso, pero instantáneamente sacudió su cabeza para borrar tales pensamientos — Edavro, los dragones se extinguieron más de un siglo. Es imposible que Daenerys Targaryen haya hecho eclosionar unos huevos así como así.
—Majestad, es cierto— insistió el pequeño, haciendo que Daemon bufe cansado.
—Está bien, hablaremos de esto más tarde.
Sabía que Edavro no insistiría tanto por algo de lo que no estaba seguro, pero de igual manera era imposible que los dragones hayan regresado. Si no lo habían hecho los brujos de Asshai, ¿por qué Daenerys sí?
—Todos vuelvan a sus posiciones, debemos esperar hasta el anochecer— ordenó a los demás, que habían formado un círculo alrededor suyo para poder escuchar. Algunos se rieron, y otros, los más supersticiosos, se preocuparon por la idea de otro Targaryen a lomos de un dragón —. Dioses.
El platinado se dejó caer en la arena, cerrando sus ojos por un instante pero abriéndolos rápidamente al oler el repugnante aroma a pescado podrido. Era una de las desventajas de estar apostados allí.
Rezaba porque Aegon estuviera en Lys, después de todo, su camino sería mucho más sencillo si se lo sacaba de encima. Luego pensó en la muerte de Khal Drogo. Dioses, era verdad, Khal Drogo estaba muerto, lo que significaba que no había una horda dothraki pisándole los talones.
Respiró profundo.
Ahora simplemente debía encargarse de ese dragón de teatrillo y no habría más reclamantes estúpidos a los que enfrentarse, pero si era cierto lo de Daenerys, ese sí sería un gran problema.
—Relájese, majestad— dijo Herrath sentándose a su lado.
—Es fácil para ti decirlo— dijo con un fingido rencor —. Simplemente debes matar y obedecer. Qué envidia.
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El Dragón Negro «Una Canción de Hielo y Fuego»
Fanfiction"¿Y tú quién eres?" dijo el orgulloso lord. Así comenzaba la melancólica melodía de las Lluvias de Castamere, una canción conocida por muchos como el himno de la casa Lannister. Al oírla, era de suponer que algo malo pasaría. Eso ya no ocurría con c...