Capítulo XXXII: Arenas y cadenas

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King's Landing, Westeros

Nuevamente en la asquerosa capital, Baelor Celtigar tenía que volver a ponerse la máscara que todos utilizaban en la corte. Debía jugar al idiota perfumado y agradable. 

Prefería quedarse en su barco, navegando durante toda la eternidad. Porque, para él, navegar es una experiencia única que evoca una mezcla de emociones y sensaciones fascinantes. Desde el momento en que se adentra en el agua y siente el vaivén de las olas, hasta el viento que acaricia su rostro y el sonido del agua alrededor del casco del barco, cada aspecto de navegar le despertaba una conexión especial con la naturaleza y una sensación de libertad.

Pero no, tenía que emplear su papel en el juicio en contra de Tyrion Lannister por el supuesto homicidio al difunto rey Joffrey. No había hablado con nadie al respecto, por lo que tampoco tenía una opinión clara del asunto. Tendría que ponerse al tanto en cuanto llegaran.

—¿Cuando llegaremos, padre?— le preguntó su pequeña hija, bueno, cada día menos pequeña. Laena, su única descendiente, tenía nada más y nada menos que diez días del nombre. Había heredado el cabello castaño de su madre, pero sus ojos eran igual de brillantes que los de su padre —. Ya quiero conocer la capital.

—Tal vez en una hora o dos— respondió él, sentándose en una silla de la cubierta —. No te entusiasmes demasiado, terminarás decepcionándote. 

—¿Por qué siempre dices lo mismo? Es la capital del reino, no puede ser tan mala. 

—Laena, King's Landing es conocida por su ambiente político tenso y peligroso. Intrigas, traiciones y juegos de poder son moneda corriente en la ciudad, donde las casas nobles luchan por el control del Trono de Hierro y los recursos del reino— explicó sin ningún filtro, invitando a su pequeña para que se siente en su falda —. La vida en King's Landing puede ser brutal y despiadada, con crímenes y violencia desenfrenados, pero también ofrece oportunidades y riquezas para aquellos que saben moverse en sus peligrosas aguas políticas.

—¿Y si yo sé moverme en esas peligrosas aguas?— preguntó con esperanza —Sé que debo mudarme a Marcaderiva pronto, pero me gustaría estar un tiempo en la corte del rey. 

—Ya hablamos sobre esto, mi niña— soltó un suspiro cansado, recordando que no sólo debía soportar las insistencias de su hija, sino que también las de su esposa, que claramente no quería que su hija se aleje de su lado. Pero necesitaba esa unión con los Velaryon, Daemon lo necesitaba —. Es un deber que nos llega a todos. Desgraciadamente a ti te llegó antes. Pero verás que Monterys será un gran compañero para ti.

Cuando llegó a la Fortaleza Roja, dejó que dos damas llevaran a su hija a su habitación provisoria, mientras que Kevan Lannister lo dirigió al calabozo en el que Tyrion Lannister estaba encarcelado. Al ser uno de los jueces, tenía todo el derecho a hablar con el acusado. Después iría a darle a la reina su pésame, obviamente.

—Pero miren quién está aquí, no es más que el hombre que me colgará— dijo el enano en cuanto lo vio pasar por la puerta de acero.

Baelor analizó rápidamente el sitio en el que se encontraba. Era un lugar desolado y sombrío, de paredes de piedra frías y húmedas, iluminación tenue proveniente de antorchas y pequeñas ventanas con barrotes, y una atmósfera opresiva. El aire llegaba a ser rancio y viciado, con un olor característico a humedad y falta de higiene. El ruido era escaso, excepto por el eco de los pasos o murmullos de otros prisioneros en las celdas vecinas. En algunos momentos, podía escucharse las goteras que caen desde el techo, agregando una sensación de decadencia y abandono. En definitiva, jamás se imaginó a un Lannister en esa situación.

—Linda habitación— dijo con sarcasmo, acercándose lentamente al acusado.

—¿Verdad? Incluso me he hecho dos amigos, Kurt y Rabbish, son las dos ratas que vienen a ver si estoy muerto para comenzar a comerme— vaciló con los ojos entrecerrados. Estaba deplorable, eso podía notarlo —. ¿Qué quiere, lord Baelor? ¿Quiere que me arrodille y suplique por mi perdón, que le diga que soy inocente? No lo hice con Oberyn Martell, no lo haré contigo.

El Dragón Negro «Una Canción de Hielo y Fuego»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora