Capítulo 57

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Lo amo.

Dakota.

El abrigo me cubría del frío, la mascarilla ayudaba bastante a proteger mi rostro. Tenía guantes de color negro dando calor en mis manos los cuales combinaban con mi abrigo.

A mi izquierda tenía a Nailea, quien tenía su brazo entrelazado con el mío y Gen estaba a mi derecha, también con su brazo entrelazado en el mío. Las tres veníamos de la misma manera, abrigadas caminando por al lado del río Han de Seúl, arriba de nosotras se encontraba el puente Banpo.

Había varias personas tomando fotografías y otras disfrutando de un tiempo libre. Caminando, rodeando, disfrutando. Varias parejas, una que otra familia disfrutando de un tiempo en familia o incluso amigos pasando el rato (como nosotras) o chicos que recientemente han salido de sus institutos.

Dos semanas han pasado desde la noticia. He logrado recuperarme un poco, y cuando tengo pequeños desbalances, no hablo de lo que me pasa con Joon. No quiero preocuparlo, no ahora.

Hablé con las chicas ayer sobre salir a dar una caminata. Ellas no se negaron para nada. Hoy, estaban listas luego de almorzar, preparando sus abrigos, gorros, bufandas y cubre bocas para que no fuéramos descubiertas entre la multitud, además de que las tres no podíamos contra el frío.

Caminamos en silencio por un buen rato, hasta que decidimos sentarnos en una banca un rato para descansar. Nailea se dirigió a un pequeño puesto de comida que vendía Bungo ppang. Trajo lo suficiente para tres estómagos hambrientos.

Comenzamos a comer en silencio, llevábamos tiempo teniéndolo. Pero no era extraño, era un silencio afable. Parecía que no necesitáramos hablar, hasta que Gen lo rompió dirigiéndose a mí.

—Hermanita...

—¿Mmh?

—¿Cómo te has sentido últimamente?

—Bien, ahora las leyes en el servicio militar han cambiado, Joon podrá visitarnos en sus vacaciones y solo será un año y medio. Estoy bien con eso, puedo resistir. O eso creo...—medio sonreí dándole un mordisco a mi postre.

—Se irá en dos semanas, y admiro como lo estás tomando. No es fácil, porque sé lo mucho que ha aportado en tu vida. Y...—Nailea intenta continuar, pero alguien más, con mucho menos paciencia que aquella pelirroja y yo, decidió hablar e ir al punto.

—¿Lo amas demasiado, ¿no?

Pregunto Gen dejando ir un sonoro suspiro.

Bajé la cabeza y me mordí el labio inferior.

Luego de unos segundos, alcé la cara al frente y me recosté sobre el hombro de Gen.

—¿Qué te puedo decir? —jugué con mis dedos, no podía expresar todo lo que sentía con palabras. No fue fácil.

Sentir todo, pero no poder expresarlo. Joder, era de una las situaciones conmigo. Quería gritarle cuanto lo amaba, desde hace mucho, pero la voz no me parecía funcionar cuando quería que llegara. Siempre se apagaba a medio camino, cuando por dentro, me moría por decirle cuánto lo amaba.

—Lo amo, con mi alma, se los aseguro —asentía con la cabeza mientras sonreía como una idiota, y pues no podían apreciar aquella sonrisa del todo, gracias a la mascarilla—. No creí que su llegada a este país, podría ayudarme tanto. Aportarme tanto, hubo ciertos desacuerdos al principio, pero, pues ambos somos de un temperamento algo fuerte—bufe, al recordar nuestras estúpidas peleas—. No sabía que podía ser capaz de sentir algo más que temor, ansiedad y cariño...que era lo único que vivía dentro de mí al contar con el apoyo de ustedes por mi situación.

Logre captar el sonido de una nariz sorbiendo. Era Gen, sabía que mis palabras la volvían vulnerable.

—Mi vida ha sido una mierda. Tanto, que creí que no me merecía otra cosa que recordarlo cada vez que mi mente me jugaba en contra. Sentía que a veces me lo merecía, pero ustedes me han hecho entender tanto. Y yo, he podido abrir los ojos y saber que puedo más de lo que me propongo. Cambiar por mi bien, él, logró hacerme sentir de otra manera, no era solo cariño o afecto, era más.

Erguí la espalda en mi lugar, respirando profundo.

—Y con el corazón en la mano me atreví a hacer algo más de lo que mi valor me permitía, me permití intentarlo, aceptar mi destino y terminar amándolo como lo hago hoy. Amarlo con el alma, sabiendo perfectamente que en esta o en otras vidas, lo seguiré amando de la misma manera y con la misma intensidad. —mi mirada se fijó en un punto, en el río, en su belleza y en el cielo decorando mi alrededor.

» Lo amo, tanto como logre amarme a mí. Lo adoro, lo quiero y lo aprecio. Le agradezco ser un insistente, al principio, le agradezco tanto ser él, porque eso me enamoró y aquí me tiene confesándole a mis mejores amigas como me siento.

—Enserio lo amas, en tus ojos lo veo. —Nailea tomó mi mano y la entrelazo con la suya.

Al instante sentí su calor y aprecio sus manos por unos segundos.

—En estos ojos miel que lo enamoraron...—Gen intervino comentándolo con admiración—En esos mismos que lo volvieron loco desde la primera vez.

—¿Creen que esto durara?

—Estaré metiendo las manos al fuego queriendo predecir el futuro, pero estoy segura que será así—asentí con la cabeza, con una seguridad que ni yo podía creerme. Nailea siempre era sincera, siempre lo fue—. Cuando regresen, griten con todas sus fuerzas al mundo que están juntos y que se aman con todas sus fuerzas.

—Eso íbamos hacer, pero cambiaron el plan al final—deje ir una risita de mis labios.

—No se rindan, ahora yo creo en el amor gracias a ustedes dos—habló Gen apartando una lagrima recién caída de sus bellos ojos.

—Estoy segura de lo que siento, ahora nada más necesito decirlo, confesarlo sin miedos, pero la voz no me funciona cuando quiero hacerlo.

—No lo logras, porque aun te tiembla el corazón. Tómalo con fuerza y dile.

—Decirle que lo amo.

—Exacto.

Luego de aquella sentimental conversación, charlamos de otros temas muy desviados a lo que anteriormente estábamos hablando.

Pasamos la tarde caminando, tanto fue, que hasta los pies nos dolían al llegar a casa.

Una vez en mi habitación, llamé a Joon. Cuando atendió, charlé con él un buen tiempo. Me agrada escucharlo, más bien, lo amaba.

Antes de colgar, quedamos en vernos mañana por la mañana. Pedir algo de comida y pasar el día juntos. Cedimos, queríamos aprovechar cada oportunidad que se diera para estar juntos antes de su partida. Sabía que lo vería de nuevo en sus vacaciones, pero igual debía aprovechar y aun así rogaba porque ese año y medio se fuera volando como las hojas de otoño con el viento.

Ojos de Miel © [Completo ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora