Capítulo 58

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Mi pasado.

Dakota.

—Hola, miel —sonrió ampliamente adentrándose al pasillo.

—Hola, ridículo —le guiñé un ojo.

Cuando se puso las pantuflas y dejó su abrigo sobre el perchero. Se acercó a mí, sus ojos brillaron y fue cuando sentí sus manos viajar con delicadeza a mi cadera y parte de mi cintura alta. Trazaron círculos, mientras sus ojos se encargaban de detallarme. Repasarme para no olvidarme.

Mis manos viajaron a sus hombros donde los acariciaba, mis ojos cansados de no poder dormir, lo admiraban. Aunque no pareciera mi mente estaba intentando plasmarlo como fotografía en cuadro en alguna parte de mis recuerdos. Esto lo hacía con el fin de no poder olvidar sus ojos avellana, su cabello (que en unos días sería cortado) sus cejas tupidas, aquellos labios gruesos que han tenido la fortuna de conocer cada pequeño centímetro de mi cuerpo. Que han tenido un largo viaje por mi piel y han tocado mis labios más de una vez.

Me acerqué, empinando mis pies y fue cuando él me tomó de la cintura para inclinarse un poco a mi altura.

Sentí de nuevo el sabor de sus labios, y aquel suave toque contra los míos.

Nuestros labios danzaban al compás del ritmo en el que nuestro corazón latía.

Mis manos (como de costumbre) viajaran a su cabello y entrelace mis dedos en su cabello azabache con él fin de poder recordar cómo se sentía la última vez que lo toque.

Al separar nuestros labios, sentía el frío y el vacío. Pero lo ignoré.

Lo tomé de la mano y lo llevé al salón en donde se ubicaba mi piano. Con la mirada vacilante intentaba descubrir a qué se debía esto, llevo tiempo sin entrar al mismo, y sentía que era el mejor lugar para contarle todo.

De principio a fin. Confiaba en él, y sentía que debía decirle todo. Y lo hacía, porque sabía que Joon en el fondo quería saber todo, para poder comprenderme más de lo que ya lo hace.

Cuanto entramos me tomó de la cintura, sus manos jugaban con las mías y su nariz se frotaba contra mi cabello. Sentía como su nariz olfateaba mi fragancia. No pude evitar estremecerme ante sus caricias y sin duda mi corazón fue el más expuesto, ya que latía a mil por hora.

Deje ir de mis labios una que otra risita, por lo que ocasiona que no pueda concentrarme en dirigirme al piano.

Le planteé un pequeño beso en la mejilla, logrando que me volteara a ver. Lo tome con más fuerza de la mano y lo lleve hasta el piano. Una vez ahí, lo senté a mi lado y pasé las yemas de mis dedos por encima de las teclas finas y algo empolvadas.

‹Luego le pediré a la servidumbre que limpie este lugar›

No he emitido ninguna palabra desde que entramos, pero Joon dejó caer su cabeza sobre mi hombro y hubo un momento en el que sus labios viajaron hasta mi piel donde comenzó a repartir besos y caricias.

Aunque las notas las recordará muy poco, tenía la seguridad que lo podía hacer. Mis manos se posicionaron y tímidamente comencé a dejarme llevar. Era una de mis melodías favoritas, ya que estuve dos meses componiendo, con ayuda de mis mejores amigos.

Quien más contribuyó fue Nailea. Ella fue otra que también quiso aprender a tocarlo, y por lo mismo me dediqué a darle un par de clases con el fin de que pudiera aprender lo más sencillo. Gracias a esto, ambas pudimos componer la mayor parte de las notas y obtener una melodía, melancólica, pero que a la vez gritaba; "Sigue, tu puedes"

Joon dejó de besar mi hombro y parte de mi cuello, con aquella delicadeza y se sentó recto sobre el pequeño sillón. Su mano se colocó sobre mi muslo y admirado seguía los movimientos de mis manos.

Ojos de Miel © [Completo ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora