Capítulo 55: Colorida Pelea

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— Y bueno, la stillabunt fue por su unidad maternal y ella te

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— Y bueno, la stillabunt fue por su unidad maternal y ella te. . . trató, porque te curaste tu solo — Halagó chocando una marioneta de stillabunt mal pintada de púrpura contra la mejilla de Rojo, quien trataba de lograr un escarlata con los pigmentos que yacían ahí, resultando imposible, lo más parecido que conseguía era un café como anaranjado, rindiéndose al poco tiempo

— ¿Y qué harás con ella? Porque por lo que veo no sólo se escapó una vez ayer — Exclamó acariciando la antena contraria

— Sí. . . Se descontroló mucho. — Pausó — ¿Tú qué propones? 

— No podemos aislarla para siempre. . . ¿o sí? — Cuestionó sonriendo de golpe, causando gracia en el morado

— Pues. . . ya falta sólo un mes para acabar con esto, creo que nos podemos encargar, porque ¡de verdad! yo estoy harto de ella también. — Una brillante esperanza creció en Rojo, sonrojado del capricho concedido.

Conteniendo toda su emoción, se inclinó y le depositó un corto y húmedo beso en la frente, haciéndolo sonreír.

— Pues dejémosla ahí, no creo que alguien la extrañe después de todo— Habló con toda malicia en su voz, sin embargo, fuera de parecerle cínico, Púrpura rio chistoso.

A continuación recordaron el correspondiente avance que debían reportar hacia su Más Alta, dirigiéndose a la sala principal.

Rojo se encargaba de abrirse paso por la computadora para realizar tal llamada, aun cuando con sólo pedirlo en voz alta se realizaba; al Irken le resultaba relajante después de todos los episodios de tensión que había pasado, le recordaba a su rústico hogar.

Sin embargo para su sorpresa, había un signo de admiración en la esquina superior del monitor, con un ícono de mensaje.

Intrigado, obedeció su curiosidad y abrió la bandeja, encontrándose con mas de un aviso para la familia real, sobre aparentemente mas parientes de ellos que se encontraban en camino. Apenas leía la mitad del texto, llamó con frenesí a Púrpura, mismo que le dio un zape, no tenía sentido, él no entendía. Al final de amos textos revisados firmaba la misma persona, siendo lo más destacable la noticia de que llegarían más tarde de lo acordado en el primer mensaje. Ambos se miraron inexpresivos al tiempo que incrédulos. 

— Eeh. . . Bien. Entonces la Capital no está tan aislada como imaginamos

— Claro que no. . . Pero. . . ¡Aaaah! Oye, sí, sí. . . sí ha llegado mas gente durante este mes, a los cuales, he encerrado, ¡pero si hablamos de que viene otra familia como ellos. . .! Pues, no, no nos queda mucho espacio, puede resultar contraproducente.

— Uhm. . . Tenemos mucho espacio aquí — Giró la silla para verlo, recibiendo una mirada escéptica y escandalizada — Pero, yo tampoco quiero más personas aquí, si con sólo esa princesita ya me cansé — Púrpura exhaló aliviado, sin embargo, no debían borrarlo como opción en caso de que realmente lo necesitaran, Púrpura estaba especialmente preocupado, sólo él entre ellos dos conocía realmente la cantidad exponencial de gente que mantenían encerrada en la capital, comenzando a hacerse nudos, Rojo le preguntó sobre esto.

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