Capítulo 47: Sublime pesadilla

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Soñar

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Soñar

De los mayores placeres que una desdichada raza como los Irken se habían privado por decisión propia hacía cientos de años.

Tal y como había leído.

Estaba en la biblioteca de Irk, apreciando página por página los Altos que habían regido, sus plazos, historia y acciones importantes.

Pasó una página, Miyuki, parecía asombrado, como si no la hubiera visto nunca, pero supiera que debía obedecerla, asustado por esta incongruencia.

Su figura y voz se hacían más grandes y visibles, estaba justo frente a él tomando una esfera de luz, cubierta por un líquido celestino, parecía espeso, derramaba un poco y brillaba, al contacto con el suelo lo atravesaba tal cual el ácido, pero dejaba su rastro por los mismos pisos que por lógica, debía de quemar.

Volteó temeroso y tembloroso ante su alta, aplanando sus antenas contra su cabeza, ah, tan perturbada cabeza.

— N-no. . . No sé que salió mal mi Alteza. Se, ¡se lo juro! — Se arrodilló a sus pies y tocó con su garrita el vestido de la fémina, quien lo alejó con repulsión y frialdad, mientras más de las gotas brillantes caían ahora frente a él, notando que estás ahora quemaban el piso en su totalidad, asustándolo.

— No saben que pasó, ¿verdad? — Sonó como una burbuja, una gigante burbuja, lenta y en rebote. Miyuki era más grande que él de todas formas, era casi una hormiga, y aún así, ella lo hacía sentir más pequeño aún. — Ahora, tu amigo y tú (¿mi amigo?) serán llevados a su guardería de nuevo, enseñándoles durante más décadas ¡como funciona la electricidad! ¡De los términos y mecanismos más primitivos! — Le congeló la sangre, le estaba suplicando, temblando y con las manos entrelazadas — Suerte con la oscuridad, Escarlata. — Sopló un sinónimo de su nombre, él se llamaba Rojo, no Escarlata, no es lo mismo.

Los labios de la fémina se oscurecieron y ella se desvaneció, dejando una canasta inundada del líquido, que ahora se veía más violeta junto a pequeñas esferas de electricidad. Todo estaba oscuro. Se acercó temeroso e intentó tomar una de las esferas, que ahora estaban temblando. Apenas la tomo entre sus dedos las tres rasgaron su brazo, dejando una marca de tres dedos con garras, ardió mucho. Y la canasta no dejaba de sacar espesar morado, o podía parecer pegajoso o como resina, no había punto medio entre su interpretación.

Se desbordó e inundó, abrió los ojos completamente temeroso y llorando, se estaba acercando a él. Retrocedió hasta donde una pared de lo oscuro se lo permitió, todo era tan verosímil, era espeso y lo estaba alcanzando, se movía como si estuviera vivo y se llenaba como si comiera, brillaba como estrella pero no resplandecía. Era como unos ojos sin vida.

Estaba a punto de tocarlo y solo pudo protegerse con sus brazos, esperando ser consumido, hasta que, no pasó nada, y sintió un cálido frío encima de sus piernas. Reveló de nuevo sus orbes y volteó, era Púrpura, las esferas estaban desarmadas y el suelo limpio, pero obscuro. Aliviado comenzó a acariciar cuidadoso su cabeza, pero algo no estaba bien, estaba tenso, Púrpura no se estaba relajando.

Bicolor | RaPrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora