Capítulo 64: El fin y el retorno.

90 10 11
                                    

Rojo después de las horas empezó a sanar, y Púrpura trataba de ser lo más complaciente posible

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rojo después de las horas empezó a sanar, y Púrpura trataba de ser lo más complaciente posible.

— ¿Qué pasó?

— Lograron huir al bosque, pero, ¿crees que represente una amenaza? Es larguísimo, no creo que logren llegar al otro lado hoy, y según lo que recuerdo, ese lugar es mortal.

— No para ellos.

— Incluso para ellos — Corrigió, dándole un dulce en la boca. — Y en cuanto a Saphir, ella no sé dónde está, sospecho, sigue en la ciudad, por ahí, y en su estado no debe de poder aguantar mucho. Si bien nos va, muere pronto. Lo sabremos en cuanto comience a oler a muerto.  — Se alzó de hombros, restando importancia al asunto, ambiguo, se encontraba decaído por las heridas del opuesto.

— La quiero matar yo mismo, estoy harto, no aguanto más a esa mujer. — Lo tomó de la mano y lo acercó bruscamente — Te dije que me dejaras matarla en cuanto pude.

Púrpura se apartó, serio.

— Me seguía sirviendo, ahora haz lo que quieras con ella. Pero yo quiero matar a quien te hizo esto. — Rojo exhaló.

— Como sea, faltan dos semanas para que llegue Miyuki. Así lleguen al otro lado, ya no hay nada que hacer para ellos. Llegará la Más Alta y esto acabará. Esperemos, seamos quien haga la purga. — Sonrió, sacando el caramelo de su boca. — Le tendremos un buen tributo.

Púrpura sonrió y lo abrazó. Se quedaron en ese sillón toda la noche, esperando a que Rojo sanara y saboreando golosinas.

Saphir y Oceani se fueron acercando al bosque, para en la mañana tratar de cruzarlo y llegar en la tarde, se cruzaron con Lacus y otros, quienes ya se veían mareados, fruto de haber pasado la noche entre aquellas malezas. Lograron llegar al resto de la civilización.

Pero ya no tenía caso.

Hicieron lo posible por prevenir a algunos funcionarios, explicando cómo habían sido invadidos, como los habían hecho pasar una pesadilla durante casi dos meses. Ellos los recibieron con recelo, pero era simplemente el miedo hablando por ellos, vieron a su reina, le informaron que su madre y hermanos habían llegado y sanaron sus heridas lo más posible, le dieron de comer y la volvieron a tratar con racionalidad, veía el panorama a través de un nuevo y limpio ventanal, con el corazón marchito, sólo podía tratar de disfrutar esas últimas dos semanas.

— ¡Pero su alteza! ¿Qué haremos? Si dice que llegarán en menos de catorce días. . .

Ella guardó silencio, sus pálidos ojos, muertos de tristeza, permanecían plasmados y mendigos.

— Todas las naves están en la capital, aquí. . . apenas y podríamos sacar a un cuarto de la población de esta ciudad, las personas de la capital. . . Están perdidas. — Oírla hablar sembraba la desesperanza y el temor. — Sería injusto. Y realmente no tenemos un plan B, sólo sería vagar por el espacio hasta encontrar algo que nos salve. . . seguramente imposible. Si nos invaden. . . seremos esclavos, o quizá muertos. No sé si vienen por mí, o si. . . ¡No, no tengo idea de nada! ¡Estamos. . .! — Estaba a punto de entrar en pánico, sin embargo recordó ser la cabeza de grupo, y suspiró, comenzando a llorar y a negar con la cabeza. — No hay salvación, gobernador. La mitad de mi familia no ha salido de ese maldito bosque, mi mismo padre. . . llegará una invasión en dos semanas, y mi pueblo. . . — Se giró, con un semblante de concreto. — Ya vi lo que es que sufran. Cómo sus antenas se alzan y sus pieles se vuelven blancas. Creo que. . . si no hay forma de evacuarlos a todos. . . No, no planeo hacer una excepción. O todos nos vamos, o todos nos quedamos. Si. . . eso llegará, prefiero que ellos sigan viviendo de lo más normal. Que sigan creyendo que todo marcha tan. . . bien — Comenzó a sollozar.

Bicolor | RaPrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora