Capítulo 59: Pasármela contigo

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En Wasserboden había un horario curioso, puesto que la noche aparecía tan de repente, y se iba de esa misma manera, lo único que la anunciaba para estos seres de insomnio eterno era como el ruido silvestre desaparecía, y la única señal para saber ...

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En Wasserboden había un horario curioso, puesto que la noche aparecía tan de repente, y se iba de esa misma manera, lo único que la anunciaba para estos seres de insomnio eterno era como el ruido silvestre desaparecía, y la única señal para saber del amanecer sin estar frente a él era la fresca brisa que abrazaba a la ciudad cada mañana.

Un inicio de semana comenzaba nuevamente y eso significaba una nueva ronda de trabajo, la primera de Rojo realmente.

Se comportaba tembloroso ante la mención de separarse para hacerlo más rápido, porque no sabía para nada interactuar de una manera no violenta, inclusive cooperativa con esos seres, ¿tocar delicadamente la puerta y entregar lo necesario para que sobrevivieran? ¿no lo podía lanzar por un hoyo en el techo y ya?

Púrpura lo acompañó las primeras casas, sirviendo él mismo de ejemplo y recalcando cada que cerraban la puerta cómo es que no debía dañar a nadie, más por costumbre inconsciente que por una verdadera razón, sin embargo el temor de provocar este mismo sentimiento en su opuesto es lo que frenaba a Rojo a cuestionar, pensaba que había sido muy violento a la vista del morado, suficiente como para que él sintiera la necesidad de calmarlo aún cuando no era así.

Rojo asentía dócil, indispuesto a juzgar un trabajo que él nunca había hecho, ya había cometido ese error y temía aún cuando sus conjeturas tuvieran razón, prefería guardarlas.

Después de prueba y error y varios — pero breves — mecanismos de imitación y aprendizaje, Púrpura aventuró a su amigo a hacerlo él mismo en el cubículo a lado de donde él haría su parte.

El de orbes violetas retiró el seguro de ambas residencias y tocó su puerta, imitando asimismo a su vívido recuerdo de Saphir en las entregas, incluso sonrió grande de manera inconsciente, creando en su cabeza una mezcla entre la piedad amable de la chica con la gracia que a él le daba esa actitud, tomando al stillabunt de sorpresa y ésta misma reacción lo regresó a la realidad.

Entregó y cerró gentilmente la puerta, quedando con una mezcolanza que lo dejó confundido, volteó hacia con Rojo y se le fue este desasosiego, observaba cómo éste entregaba resignado la ración, apenas viendo la mirada temerosa de los secuestrados, tomando el presente vacilantes y seguramente nerviosos al el carmesí cerrar él mismo la puerta con apuro.

Se giró con el que le servía ahora como profesor y mantenía la expresión dura, un ceño fruncido y ridículo, relajando sus facciones al recibir la burla de Púrpura, para a continuación obtener sus felicitaciones.

Imitaron el procedimiento un par de veces más, y después Púrpura decidió que ya debían continuar, puesto que aún así con la ayuda de los robots les llevaría toda la tarde.

Rojo con cada entrega deseaba apresurar el paso, misma aceleración que le obligó a recapacitar cuando lanzó a la cara de un pobre stillabunt sus provisiones y lo tiró al piso, colorando sus mejillas de vergüenza y sintiendo un rato sentimiento al hacer contacto visual con él, así como al notar el acercamiento de toda la familia al haberse tardado más de lo normal, momento en que cerró la puerta con su tableta rápidamente, tomando pasó lento hacia el siguiente cubículo, convenciendo a su persona de no estar sufriendo nada raro.

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