Capítulo 53: Charla con el lago

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Era de madrugada y el silencio inundaba de tristeza la corteza en tiempos de vísperas

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Era de madrugada y el silencio inundaba de tristeza la corteza en tiempos de vísperas.

Ningún stillabunt hacía la diferencia ahora —aunque en realidad nunca lo habían hecho—, sin excepciones estaban encerrados, incluso la princesa que en la tarde yacía afuera, había sido encontrada por los Irken y llevada al edificio nuevamente, habiendo sido no sólo regañada, sino golpeada y aislada en la habitación más alejada, puesto que había sido encontrada hablando con alguien de puerta a puerta.

El humor de Saphir no mejoró cuando salió, no se sentía libre o algo por el estilo, estaba lo suficientemente destrozada como para no percatarse de la magnitud que significaba estar sola afuera, sin límite de tiempo aparente, se sentía rendida tanto física como sentimentalmente. Ya simplemente creía que no podía.

A pesar de haber pasado ya la etapa de náuseas, creía que vomitaría hasta la tráquea, sus pulmones, ¡el mismo corazón!, se retorcía de dolor, no tenía fuerzas para corresponder a sus cuatro extremidades y su cabeza, si bien no dolía, no le permitía concentrarse en absoluto, era como una pequeña voz propia que le repetía que se quería morir, pero ella misma sabía que no era así. . . no exactamente, sólo deseaba acabar con esa vida, no con su vida.

Se había desplomado en la tierra, en posición fetal, en un intento de aliviar los malestares, respiraba por la boca y mantenía una mueca angustiosa, perduró así durante varios minutos hasta que la eternidad pareció llegar y sus ojos lograron enfocar la vista, haciendo caer en cuenta a la reina de que estaba en la calle de una de sus más íntimas amigas. . . en lo que cabía.

La verdad era que Saphir no tenía intimidad con nadie, podía contar los "secretos" que cualquier chica tendría, pero su embarazo, tocar a fondo su niñez, así como sus pensamientos de adulta, se los guardaba para ella, todos eran iguales. . .

Pero había una chica con la que por alguna razón sí había llegado a desplomar su capa de cordura y demostrar la desesperación que su vida le azotaba, unas veces había llegado hecha un mar de lágrimas a su casa, habían salido y se lograron aislar, ahí la de realeza balbuceaba cosa que le aterrizaba a la cabeza y lloró de esa forma que sólo la conquista había hecho resurgir, Tränen se dedicó a tratar de consolarla.

Una chica incluso más alta que Saphir, pero así mismo con mayor masa corporal, antenas puntiagudas en su niñez, labios carnosos en su adultez.

Benevolente, más no tan piadosa e ingenua como aparentaba la, en ese entonces princesa, siendo más juiciosa pero con igual sentido de esperanza por sobre todos los demás, siendo que solía seguir en cierto punto la filosofía de su hermano la característica para que Saphir decidiera no juntarse tanto con ella, pero su constante cercanía y visión de ella como un lugar a donde refugiarse, era lo que le confirmaba a sí misma que en el fondo quería gritar que le creía a Oceani, que no toleraba la maldad, pero que sin mas su tolerancia y moral programada le ataba a no dañar a nadie.

Estaba harta de todo y sólo había un lugar donde podía recurrir nuevamente.

Llegaba a la manzana más lejana de su antiguamente llamado «hogar», en la segunda calle a la derecha, tres casas después, de carácter acuoso, yacía Tränen, una chica que había conocido de pequeña, en esos eventos en los que sus padres la invitaban a convivir con los demás niños, puesto que ella estudiaba en casa, siendo estas ocasiones lo que habían apodado como "prácticas de campo", chiste para ellos, enseñanza para ella.

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