Capítulo 24: Esperanza y desesperanza, crítica

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Ya frente a la puerta de su habitación, Saphir asomó la cabeza antes de avanzar, viendo su enorme cuarto, sonrió lejana de la realidad, siempre le pareció un lugar de tanta paz, silencioso, estático pero parecía que el azul le daba una melodía ext...

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Ya frente a la puerta de su habitación, Saphir asomó la cabeza antes de avanzar, viendo su enorme cuarto, sonrió lejana de la realidad, siempre le pareció un lugar de tanta paz, silencioso, estático pero parecía que el azul le daba una melodía externa, una melodía tan inaudible, una dicha de hogar, la dicha de vivir en un lugar apartado.

Por varios momentos olvidó todo su presente.

Estaba llevando a su hermano a su habitación para hablar como otras veces, a platicarle de sus problemas, bromear, etcétera, en fin, era su hermano y el ser en el que más confiaba.

Se acercó a su cama y se recostó, frotó su rostro contra el colchón, sonrió. Restregó y revolcó todo su cuerpo contra las sábanas color zafiro, y abrazó la muy esponjosa almohada que tiraba muy levemente al morado, era mayormente azul, sin embargo si analizabas bien su reflejo notabas otras tonalidades.

Suspiró, recordando todo su entorno

— ¿Qué fue lo que vimos ahorita? Era un color. . . Muy raro. Ni. . . ¿era un color Oceani?

— Yo, supongo que sí. De esa misma tonalidad eran los ojos y ropa del otro. Del que no es morado.

— ¿De Rojo? Rojo. . .

— ¿Te sabes su nombre?

— El morado me lo dijo

— ¿Has hablado con ellos? — Saphir comprendía la gran falta a la moral que significaba las conversaciones que había estado entablando con uno de los invasores, inventando una excusa para este conocer.

— Si, cuando los descubrí.

— Es cierto, no me has contado cómo los encontraste. — Se sentó a su lado, ambos eran iluminados por un enorme ventanal que mayormente tenía vista a la muy radiante Luna de la que el planeta gozaba.

— Pues. . . Supongo que es mejor contarlo ahorita. Antes de que comiencen con todo. . .

— Saphir — Le llamó ante las últimas oraciones de ésta — Sé lo que sientes. Cómo. . . Si nos fuéramos a morir y preferirías decir todos tus pecados. Esto es. . . triste.

— Si. . . — Suspiró — ¿Qué quieres primero? ¿Tu cuñado o tus invasores?

— Te aseguro que odio a ambos. — Saphir rodó sus ojos, su hermano era de ese grupo social que le parecía "raro", pero no lo hacía menos por eso.

— No sé cómo odias al padre de mi hijo.

— Te abandonó Saphir, y sé que estás en contra del odio, ¡al igual que todos en esta ciudad! — Exclamó — Pero, sabes mis razones para tenerlo.

— Irónicamente odio esa ideología Oceani. Pero bueno, elige, que tú ya me has contado cómo idolatras al odio.

El mencionado suspiró cansado.

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