Juntitos los dos!❤️

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Aclaro este capítulo no lo escribí yo,lo he sacado de una página de Facebook.
.........
Habían decidido esperar un mes para dar la noticia de que esperaban a un monstrico.
Betty convenció a Armando de que fuera así, que gozarán ese momentico solitos los dos, ya que él era quien cantaba a los cuatro vientos su embarazo y ella no era supersticiosa precisamente, pero no quería que les pasara algo malo e incluso se negó a participar en las lecturas de cartas para evitar las sospechas de las muchachas mientras Aura María prudentemente y sin preguntas le ayudaba con cualquier pretexto de juntas externas.
Lo bueno es que por esas fechas estaban renovando las instalaciones de la empresa así que con tanto ajetreo no permitieron que Bertha los espiara, pues según ella "Esa muchachita estaba muy rara".
No habían cambiado su rutina de pareja, salvo porque Armando se encargaba de que Betty comiera a sus horas y descansara como debía y se seguían amando cada que podían pues ambos lo necesitaban.
Ya casi se cumplían las doce semanas del embarazo, el mes que se propusieron para dar la noticia a sus familias y salvo el cansancio que Betty sentía, las náuseas solo se presentaban cuando olía un alimento demasiado condimentado.
–¡Pssst, Betty! –soltó Sofía cuando la vio salir de la oficina.
–¿Qué pasa? –sondeó mientras se acercaba.
–¿A dónde va? ¿Necesita algo? –sondeó servicialmente, pero a Betty le llamó la atención el olor de algo frito que cubría el espacio.
Betty pasó saliva cuando olió el penetrante olor de cebolla y ajo, sintiendo la náusea formarse mientras evitaba no inhalar. –Eh… Tome Sofía, es-esto es para Nicolás…–comentó tendiéndole la carpetica.
–¿Está bien? –sondeó Sofía.
–Si, si… Es que… Es que huele mucho a ajo frito –musitó preocupada, a final de cuentas estaban en plena planta administrativa.
Sofía volteó al escritorio de Bertha donde reposaba su tóper abierto con empanaditas, ya que Gutiérrez la mandó llamar a la oficina y así los dejó. –Son de Bertha…–musitó mientras lo tapaba y escondía en el cajón pues ya se imaginaba lo que don Armando diría si acaso la descubría comiendo.
Pero Betty solo asintió tímidamente, ya no podía más así que regresó a presidencia para ir al baño producto del malestar, sacando todo el desayuno en arcadas tan fuertes que la estaban desgatando.
–Oiga Betty…–soltó una Nicolás que acababa de entrar a presidencia, pero ella no escuchó, seguía sostenida de la taza del baño, tratando de respirar hasta que una nueva ola de arcadas se presentaron.
–¿Betty? ¿Betty? –sondeó insistentemente mientras golpeaba la puerta.
–¡No, no en-entre Nicolás! Ya-ya voy…–pidió alarmada.
Nicolás estaba asustado, paseando por presidencia por minuticos hasta que Betty salió muy pálida y con la frentecita sudorosa que empezó a limpiar con un pañuelo.
–¿Comió algo que le hizo daño? –cuestionó pro Betty negó.  –¿Entonces? Mire que trae una cara Betty y tan bonita que le había quedado –soltó chistosamente, instándola a esbozar una tímida sonrisa.
Betty regulaba su respiración, todavía cerquitica de la puerta del baño en caso de tener que salir disparada, pero después de un ratico se tranquilizó.
–Perdón Nicolás… Ya-ya estoy mejor ¿Qué pasa? –sondeó.
–¿Y ya me va a contar por qué tanto misterio? –cuestionó Nicolás mientras se sentaba en el sillón de presidencia.
Betty asintió suavemente, tenía algo que consultarle así que hizo lo mismo y se acomodó en el sillón, virándose para quedar de frente.
–Es secreto Nicolas... nada de contarle a la peliteñida... –pidió Betty antes de confesar.
Nicolás asintió a su petición, a final de cuentas Betty era su amiga y su lealtad estaba con ella, además por más que saliera con  la peliteñida, ésta seguía indecisa en formalizar.
–E-estoy embarazada –soltó después de un ratico.
Decir que Nicolás se quedó pasmado con la noticia sería lo mínimo. La mente del pobre economista revolucionó a mil por hora ante lo que acababa de escuchar: su mejor amiga se convertiría en mamá.
–¿Nicolás? Diga algo. –pidió Betty, agitando la mano en su cara para hacerlo reaccionar y cuando Nicolás se recuperó del impacto, se levantó del sillón solemnemente primero, paseando por la oficina hasta que empezó a dar saltos emocionados.
–¡Pero qué buena noticia, Betty, qué buena noticia! –exclamó con las manos en alto haciendo reír a su amiga que ya se había espantado. –...No le voy a preguntar el cómo porque vaya que ustedes dos se aplicaron! ¡No, no, no! Si con razón el cabezón siempre llega con tremenda sonrisa –apuntó chistosamente.
–¡Nicolás! –soltó avergonzada, con ese pequeño sonrojo que tiñó sus mejillas.
–Además, ahora que le pongo atención, se ve más bonita... Aunque yo pensaba que solo estaba embarneciendo... –continuó para sí mientras la desdeñaba, ofreciéndole su mano para levantarla.
–¡No pues! Muchas gracias –soltó dándole un golpecito en el brazo por atrevido, pronunciando el puchero que se había formado en sus labios.
–Pero no se enoje, Betty es broma! –apelo sobándose el brazo antes de abrazarla fuertemente y mecerla de lado a lado.
–Pare Nicolás que me estoy mareando –pidió entre risas.
Y sin embargo, Betty se emocionó por la reacción de su amigo, esperando sus papás y sus suegros reaccionaran aunque sea un poquitico similar.
El par se volvió a sentar en el sillón mientras que Nicolás la observaba en silencio, negando divertido pues Betty, su amiga Betty a la que le decían la fea, a la que meterían junto a él en la misma jaula ahora sería mamá.
–¿Y qué le dijo el frent... Armando? –sondeó curiosamente.
–Es lo raro, Nicolás... Está como loco, si ya hasta compro algunas cositas... –confesó Betty con una mezcla de emociones que se manifestaron en sus ojos almendrados.
–¡Menos mal Betty, que si sale con alguna tontería yo mismo lo busco para que dé la cara! –sentenció Nicolás.
Pero no era necesario, aunque le agradecía el apoyo a su amigo del alma, pero a decir verdad, Betty hubiese seguido sola con el embarazo si acaso a su marido se le ocurriese huir despavorido.
–¿Y sus papás? ¿Que dijo el mil ochocientos? ¡Ah ya se! "¡Beatriz Aurora le dije que el diablo es puerco y también tiene puerquitos!" –imitó chistosamente, haciendo reír a Betty que se tapó la boca mientras negaba con las ocurrencias de su amigo.
–Esa es la cosa, no les he dicho... Y no sé cómo vayan a reaccionar, de, de hecho apenas les daremos la noticia el domingo –confesó volviendo a su semblante asustado.
–Pero Betty, si ustedes están felices con la noticia, no importa lo que ellos digan ¡Es más! Que agradezcan que alguien los hizo abuelos, que no se le olvide que usted ya es una mujer adulta, está casada, y toda la cosa... Lo que digan todos es lo de menos –explicó tratando de infundirle confianza mientras Betty asentía pues Nicolás tenía razón, quedándose en silencio por un ratico.
–Oiga Betty ¿Y no le preocupa que le salga igualitico que él? –sondeó preocupado.
–¿A qué se refiere Nicolás? Preocupante sería que parezca a mi –musitó Betty, pero Nicolás se echó a reír –¡No pues! ¿De qué se ríe ahora? ¿Qué no ve que puede sufrir lo que nosotros padecimos? –acusó contrita pues realmente temía que se burlaran de su monstrico.
Nicolás negó.
Primero porque Betty resultó muy bonita y estaba seguro de que su amiga no permitiría que su bebé pasará por lo mismo. Lo segundo porque se refería a otra cosita.
–¡No Betty, no es eso! Me refiero a cuando salga... ¿Se imagina lo que va a dolerle que le pase semejante cabezota por ahí? –sondeó entre serio y divertido, haciéndola reír.
–¡No sea idiota, Nicolás! –espetó fingiendo estar enojada, cosa que no funcionó pues seguía riendo.
–¿Yo qué, Betty? Su cabezón que le metió semejante problema... –defendió mientras el par soltaba a reír.
–Mire Nicolás, cuando llegue el momento me preocupo de eso... Ahora lo importante es que salga sano el pequeño monstrico –comentó muy sonriente, acariciando su vientre todavía plano.
–Mi amor vine por mi beso del mediodía... –soltó Armando que abrió y cerró la puerta de hasta que se dio cuenta que no estaba sola. –¿Interrumpo? –cuestionó acercándose a su esposa pero ambos negaron.
–Creo que las felicitaciones están a la orden del día también para el papá –comento Nicolás que se levantó para darle un apretón de manos a Armando.
Pero éste sonrió emocionado, abrazándolo con todo y palmadita en la espalda incluida –¡Gracias Nicolás, de verdad! –soltó gratamente.
El par se separó, Armando se sentó en el reposabrazos para abrazar a su esposa que se recargó sobre su pierna.
–Dos cosas Nicolás –pidió Armando mientras pasaba su brazo por el hombro de Betty …La primera es que es secreto, la segunda que me tiene que ayudar a convencer a Betty de que nos tenemos que ir para que descanse... Verá, le han dado molestias y tan terca que no entiende mi princesa... –pidió Armando, pues sabía que Nicolás haría entender a la terca de su mujer.
–¡Si, si, si! Ande Betty, que cuando llegué estaba sacando hasta el estómago. –soltó Nicolás pero Betty lo pateó rápidamente por andar de chismoso. –¡Auch, ¿Por qué me pega, jefa?! –acusó sobándose la pantorrilla.
–¿En qué quedamos Beatriz? –recordó, posando su mano en su mentón para que lo viera.
–Pero me siento mejor...–musitó como niña regañada, pero ni si carita lo convenció.
–No señora, nos vamos a la casa ya –sentenció dulcemente, preocupado por su mujer mientras se levantaba para tomar su bolso que estaba por el escritorio y aprovechar para apagar el computador.
–Armando pero estoy bien, solo, solo fue una molestia pequeñita... Bertha... Bertha tra-trajo empanadas y… –trató de explicar pero su esposo negó.
–A casa Beatriz, que tengo algo para mi princesa –soltó muy sonriente, diciéndole las palabras mágicas para que no insistiera.
Betty asintió emocionada, pues le gustaba las sorpresas que Armando hacía, así que sencillamente tomó la mano de su marido que luego rodeó su espalda para guiarla, saliendo abrazaditos con el pretexto de una reunión hasta que llegaron a su casa.
–¿Y-y esto? –sondeó cuando vio un gran paquete que reposaba en el recibidor y que la señora de la limpieza ahí dejó.
–Ábrelo, mi amor –pidió melosamente mientras Betty sonreía, rompiendo cuidadosamente la envoltura hasta que la caja cedió y dentro de estas, en papel suave, aparecieron un hermoso vestido de maternidad moderno y divino en color rosado que se cruzaba con una lazada de costado, y en el fondo, casi al final, una manta blanquecina con bordados dorados, al juego con una sonaja de mango blanco y el rostro de ovejita que tintineaba como campanitas y que resonó por todo el lugar.
–Para la mamá más bonita…–musitó Armando mientras la abrazaba por detrás, mientras Betty estiraba su brazo para tomar su cabeza e instarlo a que se inclinara para besarlo por tan hermoso regalo.
Betty lo besó con paciencia, con tanto amor que poco a poquitico el beso evolucionó, respondiendo a las demandas y pasión de su marido que penetró su boca, que subió sus traviesas y expertas manos a sus rotundos senos para amasarlos por arriba de la ropa,  haciéndola gemir de puro placer pues estaban muy sensibles, sintiendo la sonrisa coqueta de Armando sobre sus labios pues realmente estaba gozando de todos esos pequeñicos cambios hormonales que venían con el embarazo y bueno, la pasión los estaba desbordando así que irremediablemente hicieron el amor y al trabajo ya no regresaron…

Historias de Betty y ArmandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora