35

20 1 20
                                    

Maratón 1/2

Oliver

— ¿Crees que destrozare el corazón de todas las chicas con este traje? —inquiere Phil con una ceja interrogativa.

Hago un mohín.

— Si, pero deberás cargar con ese peso, mi querido amigo. Quizá también la encargada de la limpieza quiera besarte.

Él se encoge de hombros.

— Ese es el precio de ser sexy. Atraes hasta a las abuelitas.

Ruedo los ojos y chequeo mi imagen en el espejo.

¿Cómo irá Aylia? Con la palabra despampanante seguro me quedo corto. Espero poder controlar mi mirada y que no se desate un show de celos, es lo que menos necesitamos.

El plan de Angie es espectacular: iremos los cuatro, sin ningún rótulo en los dos sobre quien es la pareja de Aylia. Y a decir verdad, me alivió el corazón. No quiero arruinar el día.

Me he graduado cinco veces a lo largo de toda mi larga vida en distintas partes del mundo: Canadá, Estados Unidos, Francia y España. Y también tengo dos títulos universitarios, que ambos los hice dentro de mi larga estancia en Italia.

¿Cómo olvidar la pasta de ese país? Mi pasión por esa comida creció gracias a todas las veces que debía salir de la universidad a altas horas de la noche, y no tener mucho tiempo para cocinarme —por el hecho que también trabajaba como secretario en una empresa de marketing— y los restaurantes característicos llamaban mi atención.

— Deja de alabarte en el espejo, Oliver. No seas narcisista —comenta el rubio, y yo lo repelo con la mirada.

Ojeo la hora en el reloj de pared de mi habitación, dándome cuenta que faltan veinte minutos para ir a buscar a Aylia y a Angie.

— ¿Has hablado con los chicos? —pregunto—. Según Angus, Marcus estaba triste porque Angie no estaba disponible.

Phil suelta una carcajada.

— Él ama a las rubias. Estuvo enamorado de Amberly por años, ¿lo recuerdas?

Río al acordarme cómo hablaba de ella conmigo, cuando con Phil discutían y ella lo amenazaba con que rompería con él.

— Una vez me comentó que le invitó a cenar —señalo, y él rubio me mira con sorpresa—, y ella lo plantó.

Él aprieta los dientes.

— Es una maldita, no sé cómo salí tanto tiempo con ella...

Y se queda mirando un punto de fijo. Sé que sufrió mucho el tiempo que estuvo con Amberly. Como lo manipulaba, extorcionaba y burlaba a sus espaldas.

— Pero lo importante es que la dejaste. —Le doy un apretón en el hombro, y él me da una media sonrisa.

Phil suspira, pero su rostro cambia de faceta.

— ¿Vamos a graduarnos?

— A buscar nuestros diplomas que tanto nos merecemos —respondo.

Y es la verdad porque, a pesar de que no estuvimos por más de un mes en la preparatoria, los cuatro debimos pasar exámenes cada día de toda la semana pasada y la anterior por haber faltado.

En mi memoria, aún esta cuando el director dijo que teníamos los días que restaban para la semana siguiente para ya estudiar los temas (que él pensó que se nos haría imposible), pero fue pan comido; todos sabemos la mayoría de temas por tantos egresos de preparatorias. Y aún recuerdo la cara del hombre cuando nos dijo que habíamos terminado y que ya no necesitaríamos más exámenes: habíamos sido aprobados de todas las materias.

El reino olvidado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora