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Aylia

Me encuentro en el auto de Phil, junto con Oliver. Los tres cantamos a todo pulmón mientras vamos por la carretera. 

Oliver está comiendo uno de los sándwiches que ha preparado mi madre con mucho entusiasmo para los tres. 

El verlos le dio una gran ilusión, pasamos demasiadas cosas entre mi familia y Oliver y Phil; ella les tiene mucho cariño. Aunque algunas cosas quedaron inconclusas, o confundidas aún los quiere demasiado; los dos muchachos me cuidaron y eso siempre quedara en memoria.

— Esta canción me hace recordar momentos felices de nuestra época —suelto de repente.

Los dos giran sus cabezas para mirarme; yo estoy en el medio de ellos dos, pero creo que metí la pata.

— ¿Momentos felices, eh?  —Carcajea Phil con tono  sarcástico—. ¿Cuando estuviste con Oliver o conmigo?

Oliver mira a Phil y le echa una mirada nada amigable. No sé que decir, formando un silencio rotundo.

— Phil... no quise... —Comienzo a disculparme, pero él chasquea la lengua.

— No fueron momentos bonitos, Aylia.  —Niega él con aspereza, sin quitar la vista del frente—, tú me engañabas con Oliver, y fingías estar enamorada de mi. 

— Yo nunca... —Empecé a decir, pero ya llegamos.

Phil saca las llaves del contacto y sale del auto con enojo, para después cerrar la puerta y perderse entre la gente.

Miro a Oliver quién suspira. No sabe que responder, sólo sale del auto y me ayuda a bajar por la altura del vehículo y mis tacones.

Bajo, y me acomodo la falda, cerrando la puerta tras mio.

Veo a Kiara al lado de Marcus, Mike y Angus, el restante del grupo.

— ¡Hey! Te animaste a venir —Sonríe la pelirroja—, vengan, hay tragos.

No soy de tomar alcohol, pero me vendría bien algo para bajar la culpa de lo sucedido con Phil.

Sigo a la chica de shorts dorados entre todo el tumulto de personas y nos sentamos la barra.

— Amo tu vestido. —Me halaga Kiara—, contrasta con tu tono de piel.

Río.

— El rojo nunca fue mi color favorito —respondo—, yo quisiera tener esas piernas para usar shorts.

Kiara hace un ademan de ''claro que no'', pero yo insisto, es la verdad.

Noto que un chico me observa y nada disimulado. De reojo lo analizo: alto, cabello sin peinar y camisa blanca.

Luego, miro a Oliver y suelto una risita muda.

El  sujeto se me acerca con vaso en mano y cigarro de marihuana en la otra. Se nota que no está sobrio.

 — Hola, muñeca. —Saluda con voz ronca, seguro fingida—. ¿Te invito un trago? 

— Creo que no —respondo con amabilidad—,  pero gracias por el gesto.

— ¡Oh, por favor! —exclama—. Una muchacha tan linda no puede estar sola.

Oliver se pone frente a él y le echa una mirada de muerte.

— Está conmigo.  —Alza una ceja con autoridad.

— Mmm... ¿Ah, si? —inquiere con rostro divertido—. Demuestrenlo... 

Kiara y los otros miran expectantes, mientras que yo ya me levanto a confrontarle, pero Oliver me toma de la muñeca y me acerca a si, haciendo que nuestros rostros queden a centímetros para tocarse. Siento su respiración en mi rostro, como tantas veces había sucedido.

El reino olvidado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora