Phil
Nos encontramos con Oliver en las mesas del fondo donde sólo hay una anciana que no deja de hablar por teléfono sobre que tiene hemorroides y no puede ni sentarse.
— Es terrible, Susan. —Se queja la mujer de canas y máscara negra—. Hoy quise ir al baño y pude defecar, pero tengo un dolor que no te imaginas. Mi doctor me recetó unas píldoras, pero sigue sin resolverse.
Miro a Oliver que está tan aterrado cómo yo.
— Si no se calla le tiraré con el plato —murmuro con la poca paciencia que me queda.
Oliver alza las cejas y suelta un suspiro.
— Señora... —Empieza a decir el moreno, pero la mujer no le presta atención. Él estira su mano para tocarle el brazo, pero se escucha el tintineo de cristal y los presentes ponemos atención al ruido.
Veo que el señor de antifaz dorado, quien tiene una copa de cristal en la mano y se encuentra arriba del escenario dónde están los músicos.
— Nos encontramos aquí por una situación en especial que nos concierne a todos —dice el hombre. Es el profesor Lewis.
Esta vez lleva traje de etiqueta como todos los hombres de la fiesta, incluyendo a Oliver y a mí.
— La muerte de la antigua reina de Ishland, y residente de Paisley: Aylia Leigthon —añade.
Abro la boca con sorpresa y mi siento que me descompenso, bajándome la presión. Veo a Oliver, y él no está mejor que yo. Sus ojos reflejan terror y escucho como los latidos de su corazón se aceleran; Oliver no es el único, estoy en la misma situación.
Observo a los invitados, y ninguno se inmuta de tristeza o miedo, sus rostros están inexpresivos y escuchan con atención al señor Lewis.
Busco a Aylia y me es fácil hacerlo, por el hecho de que Kiara es pelirroja y, además, Aylia se peinó el cabello en un alto recogido con mechones sueltos.
— La batalla vendrá. Será el catorce de septiembre, el día de luna llena —añade, haciéndome estremecer—. Y la señorita Kiara Seans será nuestra ayudente personal. —Señala a Aylia con el dedo.
>> Ella ya atacó como le pedimos hace unos días y la señorita Leigthon está advertida. Sabe que la guerra se avecina.
Aylia vuelve su cabeza a dónde estamos nosotros y su mirada es de completo pavor. Hacemos contacto visual por unos segundos, e intento con la mirada decirle que todo está bien.
Cómo puedo, le dedico una sonrisa tranquilizadora y ella dice <<gracias>> con los labios. Pero sé lo aterrada que está por el sonido de su corazón latiendo como si fuera un carrera de vida o muerte.
Los tres nos volvemos al señor Lewis y él sigue su discurso:
— ¡Aplaudamos a la señorita Seans! —Levanta la copa el hombre y todos aplauden y silban com ánimos.
Hago una mueca de asco y suelto un gruñido. Aylia no se merece esto, ella no hizo nada para tener tantos problemas. Todo por su maldito don.
— Que comience el baile —establece el hombre, a quién le estoy tomando ira y odio en una cantidad infinita.
Aylia se levanta de la mesa y sale a paso rápido, casi corriendo hacia el baño. Ambos corremos tras ella y llegamos a los baños. Entramos al de mujeres, y agradezco qur no haya nadie más dentro. Nos adentramos y escucho sollozos en el fondo.
— Aylia. —Abro las puertas de los cubículos. En el último, la encuentro sentada en el retrete y con la manos en su rostro.
No soy bueno consolando personas, y eso hace sentirme terriblemente mal.
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El reino olvidado ✔️
Roman pour AdolescentsHISTORIA COMPLETA. Aylia Leigthon, es una chica que cargó desde su nacimiento una leyenda que puede costarle la vida: el que la asesine, obtendrá su don. Ella, hace cinco siglos, fue reina de Ishland, un pequeño reino de Londres, Inglaterra. Pero...