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Aylia

Los chicos se han ido hace dos horas, son las doce de la noche y mañana hay escuela. Angie está en el baño, alistandose para dormir y yo estoy limpiando los platos y utensilios que usamos para la cena.

Rosse hoy no cocinó, así que pedimos comida. Rosse y yo pedimos una hamburguesa con papas, Norman y Dean se pusieron de acuerdo y pidieron pizza y como por último, Angie y Jim se decidieron por pasta.

Termino de limpiar y me dirijo a mi habitación arrastrando los pies; estoy exhausta.

Cierro la puerta y me quito la ropa para ponerme a mi pijama. Prendo el velador de la mesa de noche y me tiro sobre la cama.

Me quedo pensando muchas cosas, como la batalla o la muerte de algún ser querido y cómo eso me rompería si corazón sin piedad. También si perderé a mis amigos, familiares o mis amores de toda la vida.

Me doy la vuelta y abrazo mi almohada, soltando un suspiro y cierro mis ojos para dormir, pero antes veo un papel pegado en la ventana.

Un miedo interno corre por mi cuerpo. No tengo ningún admirador secreto que yo sepa, pero los Gallach entraron una vez y pueden seguir haciéndolo.

Intento calmarme y pensar en cosas positivas, tales como una broma de mis hermanos u otra cosa. Camino hacia la nota y con el pulso nervioso la despego del vidrio.

Hay una <<G>> en el frente y eso hace que me den náuseas, sintiendo como el terror se apodera de mí cuerpo.

Buenas noches, su majestad. Recurrimos a usted para avisarle que que la batalla tiene día. El día de la luna llena, catorce de enero. A las doce de la noche en punto y el lugar de encuentro lo tendrá en su cabeza.

Será un gusto vernos cara a cara, reína.

Estoy descompensada por completo. Se me cayó la nota de la mano y estoy temblando sin control. No soy capaz de pronunciar ninguna palabra, siquiera un sonido.

Mi estómago se retuerce y siento que tengo un nudo en la garganta. Lo único que puedo hacer en este momento es caminar a mi cama y acostarme despacio, entre movimientos cortantes y secos, con mis manos temblando del terror que siente mi corazón.

Estoy saliendo del shock y un llanto incontable sale de mi, con gritos ensordecedores emanando de mi garganta. Estoy desesperada; el dolor que llevo dentro resurge de mi ser. Grito y lloro sin consuelo, intentando que mis demonios salgan, pero nada los apaga.

Escucho cómo abren la puerta de un golpe y se acercan a mí con alarma. Yo estoy de espaldas a todo.

— ¡Aylia! ¡Hija mía! —exclama aterrada mi madre, dándole la vuelta a la cama para verme la cara—. ¿Qué sucede? —Yo no la miro. Abro la boca, pero no puedo dar palabra—. ¡Aylia! Habla por favor. ¿Qué sucede?

Muevo mi mirada de la esquina de la habitación a los ojos de mi madre. Veo en sí rostro pavor y dolor ensordecedor. Me lanzó sus brazos y lloro sin poder parar en su hombro.

Ella no duda en abrazarme también, y apoyo mi rostro en su pecho como cuando era pequeña y mi cara encajaba con su cuello como si ese fuera su fin.

Mis hermanos y Angie giran a donde ambas estamos y me miran con total preocupación y miedo de lo que fuera a decir.

— Cariño —me dice mi madre—. Habla por favor. Me estás asustando.

El reino olvidado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora