Me puse mi música y para cuando me dí cuenta, me había pasado el resto del viaje durmiendo encima de su hombro.
— Disculpa — dije todavía adormilada, pero sin quitarme de encima, más que nada porque él también estaba apoyado sobre mí. En ese momento ví a Hope pasando de largo por el pasillo, pero no me dió tiempo a detenerla.
— Me has dejado el hombro dormido — dijo con los ojos cerrados, despertándose el también.
— ¿Qué se supone que tengo que hacer? — le contesté con un poco de mala leche — ¿Necesitas otra disculpa?, no se si alguien te lo ha dicho alguna vez pero tienes el ego gigante.
— Eso no es lo único grande que tengo — esto último lo dijo lo suficientemente bajo, pero cerca mío para que pudiera escuchar lo que dijo.
— Gilipollas — le dije sin disimulo.
— ¿Qué has dicho? — dijo levantando la voz un poco.
— Nada — miré por la ventana ya abierta.
— Pensaba que tenías más huevos — nunca nadie había conseguido sacarme de mis casillas tan rápido.
— No me tientes — le dije intentando mantener la poca paciencia que tenía.
— Por qué, ¿me vas a tirar otra maleta? — me miró fijamente y no pude aguantar más.
— Te he llamado GI-LI-PO-LLAS, ¿lo has entendido o te hago un croquis? — le dije quedándome muy a gusto, me miró con una cara que no pude descifrar, pero diría que no estaba muy acostumbrado a que alguien le replique. — Y para que lo sepas yo no te he tirado ninguna maleta.
— Seguro que no — dijo con una sonrisa de lado.
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Aterrizamos por fin y ví que Hope estaba más atrás, por lo que yo fui saliendo.
Tuve la mala suerte de tropezar con una mochila que había en el suelo, e hizo que la persona que iba detrás de mí chocara contra mi espalda, cuando me giré era el subnormal de turno que estaba sentado al lado mío — que por cierto al final no me dijo su nombre —. Al menos él había podido parar el tremendo golpe que me iba a dar, para algo servía — a decir verdad que espalda tiene por dios .
— ¿Necesitas gafas? — me dijo este, girándose hacia mí.
— Necesito muchas cosas, pero no le voy dando la vara a la gente por eso — añadí mirándole de arriba a abajo, despectivamente.
— Si me querías mirar solo tenías que pedírmelo — me dijo con una sonrisa burlona, saliendo del pasillo del avión y dirigiéndose hacia la salida despacio.
— ¿Te has mirado al espejo? — dije, mientras le sigo.
— Todas las mañanas. Y hasta puedo llegar a comprender por qué me miras tanto — dijo girándose hacia mi, para después agacharse y susurrarme algo al oído — si ese espejo hablara — me dí cuenta por primera vez de qué me sacaba una cabeza y media más o menos y que mi imaginación por razones que sólo diosito conocía voló a sitios que no debería ir.
— Cuando te sonrojas estás muy mona — me dijo alejándose, yo por reflejo propio me toqué y efectivamente tenía la cara ardiendo
— Habla el que tiene complejo de Blancanieves — le grité.
— Un placer haberte conocido — dijo eso último en el mismo tono con el que yo le había hablado antes, no sin antes añadir algo que hizo que me hierva la sangre — Pelirroja — acompañado de un guiño.
Hope se acercó hasta dónde estaba.
— Se nota que has hecho buenas migas con él — me dijo irónicamente.
— ¿Con mi compañero de avión? — dije intentando no alterarme — Por supuesto, es encantador, ojalá pudiera quedarme más tiempo con él — le contesté, dejando en claro que opinaba todo lo contrario.
— Entonces genial el viaje — dijo sin poder contener la risa.
— Maravilloso — le lancé una mirada, que no necesitaba palabras y después de una larga pausa seguí hablando. — Espero no volver a verle nunca más, por su bien y por el mío — le dije a Hope, aún mirando hacia dónde acaba de desaparecer — Pelirroja — dije en susurro imitándole.
— ¿Qué? — me dijo mientras nos dirigíamos a las puertas de llegada.
— Nada — le dije, mientras miraba a todas partes para ver quien nos recogía.
Vimos a alguien sosteniendo un cartel con nuestros nombres y el logo del colegio. El señor se presentó y nos llevó al coche, arrastrando nuestras maletas — se ofreció a ayudarnos al ver que casi nos caíamos con ellas.
Pasamos todo el trayecto en silencio, pero cuando entramos al colegio nos quedamos boquiabiertas al ver una gran arboleda con un enorme campo de rugby detrás — esto era como en las películas — el conductor nos fue explicando por encima el funcionamiento del colegio, asegurándonos que luego nos explicarían todo con más detalle..
— Tenéis que entregar esta ficha al entrar — dijo, mientras nos la entregaba y se dirigía al maletero, para sacar nuestro equipaje.
— Gracias — dijo Hope, nos despedimos de él y entramos a recepción.
— Nombres — dijo una de las chicas que estaba en el centro de todo el barullo con el uniforme del colegio.
— Hope y Adara — contesté mientras la primera mencionada se acercó a ella para darle los papeles.
— Encantada, soy Meghan — nos dijo con una amplia sonrisa — ella os enseñará dónde os dormiréis — señaló hacia una chica castaña de ojos oscuros, no mucho más mayor que nosotras.
— Soy Sasha, seré vuestra compañera de habitación.
— Genial — dijo Hope estrechándole la mano.
— Dejadme ayudaros — cogió algunas de las maletas y empezó a andar por un pasillo hasta llegar a unas escaleras.
— Esta es la zona de lavandería — dijo indicando con la cabeza hacia una puerta que estaba al lado de las escaleras — hay unos días asignados y unas bolsas que os darán depende de la casa en la que estéis — nos volvió a mirar — de todo esto ya os enteraréis mejor en los siguientes días — terminó diciendo mientras empezamos a subir las escaleras.
— Y por último, esta es la enfermería, está disponible las 24 horas y como veis está el número en la puerta — nos dirigió hacia otra puerta — esta será vuestra residencia, a los chicos no se nos está permitido pasar de aquí, encontrareis donde os quedaréis durmiendo en unos folletos en la entrada de cada dormitorio.
— En 45 minutos tenéis que ir a la entrada, para un tour que os van a dar, explicándoos todo lo que necesitáis saber y también un poco de historia del colegio.
— Gracias — le dije sonriéndole amablemente.
— Un placer.
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No todo lo que brilla es oro
RomansSabía que no estaba bien, sabía que me iba a hacer daño pero no podía evitarlo... Él era mi condena y yo era su sentencia. Las reglas siempre habían estado impuestas pero tenia que haber alguien que las quebrantara. Sabia que el podía llenar mi...