Mi madre me llevó de vuelta al aeropuerto y por segunda vez este año me despedí de ella.
— Llámame para lo que necesites — la abracé por última vez y me fui.
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Salté a los brazos de Hope al llegar de nuevo— ella había llegado unas horas antes que yo —. Estuvimos hablando hasta ponernos al día, recorrimos de nuevo los pasillos sin tener rumbo alguno, cada vez los pasillos de la residencia se volvían a llenar y cada vez veía más caras conocidas, entre ellas la de Alec. nos quedamos mirando sin decir nada, él sonrió y le devolví el gesto.
Mi amiga se fue a recibir al resto y este aprovecho y se acercó, nos pusimos en un rincón en el que las voces de los demás ya no nos molestaban y solo podíamos estar él y yo..
— ¿Cómo estás? — me preguntó él.
— Bien — no habíamos tenido una conversación tan incómoda en mucho tiempo.
— No me has contestado a los mensajes — empecé a recordar como los estuve evitando durante estas vacaciones y como tuve que reprimirme para contestarlos.
— No he tenido tiempo a contestarlos — mentí y él se dió cuenta por mi expresión facial, pero no dijo nada solo asintió. — ¿Querías algo?
— Arreglar las cosas. — no iba a ser fácil eso, tendría que trabajárselo un poco más.
— ¿Y cómo lo piensas hacer? — pregunté recostada en la pared de brazos cruzados, estaba ansiosa por saber que me iba a responder, Alec no era un hombre romántico y estaba segura de que al menos le había lastimado su orgullo al venir aquí y hablarme.
— Todavía no sé cómo lo puedo compensar. — asentí con la cabeza mirando hacia abajo y con ambas cejas elevadas.
— Siempre puedes empezar por darme una explicación de por qué actúas así conmigo. — rodó los ojos y pude deducir que no tendría el valor para responderme. — Cuando sepas que decir, Alec, ven a hablar conmigo, hasta entonces no me vengas a molestar. — Me fui sin volver a mirarle y aceleré el paso. No dejaba de darle oportunidades y todas ellas las rechazaba.
Si decía que no le estuve esperando durante todo el día estaría mintiendo, pensé que se decidiría y vendría a buscarme, aunque sea, era suficiente una disculpa, solo eso. Pero uno se cansa de esperar.
Pasaron los días y lo único que recibí fueron miradas mal disimuladas de Alec, a las cuales no respondí. Hope me preguntó varias veces lo que pasaba pero solo la miraba y le contaba otra cosa ajena a lo que pasaba en realidad. — una mentira piadosa —.
Pero entonces, el sábado de esa semana, le ví esperándome en esas escaleras, no me dí la vuelta, es más me dirigí hacia él con más prisa con ganas de escuchar impacientemente lo que quería decirme.
— ¿Tienes planes mañana? — tardé en reaccionar, pero negué — tengo entradas para un sitio al que me gustaría llevarte, te prometo que no lo voy a fastidiar. — Sonaba más reservado que antes y respiraba más rápido de lo usual.
— Más te vale — sonreí y él también lo hizo.
— Te espero aquí a las tres — asentí y subí las escaleras a zancadas emocionada por lo del día siguiente
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— ¿Estas lista? — me preguntó el puntual como había dicho.
Nos metimos en su coche, me senté a su lado y nos fuimos con tranquilidad. No dejé de mirar por la ventana en todo el recorrido, él tampoco dio conversación por lo que solo el silencio abundaba en el coche. No sabía a dónde me llevaba, pero por alguna razón confiaba en él.
Aparcamos al llegar y nos recibió un hombre vestido de traje al que Alec le entregó las llaves de su coche.
— Estaremos dentro, llámame si pasa algo — le dijo mi acompañante al chico y este asintió.
No había nadie en el interior del lugar y le miré con una ceja levantada.
— No hay nadie.
— Lo sé, he reservado el lugar para nosotros. — casi me atraganté con mi propia saliva al escuchar lo que acababa de decir, pero sin embarazo él no parecía demasiado afectado por eso, lucía indiferente, por ello no dije nada más.
Cada vez que nos adentramos más, había menos luz, y cuando pasamos la última puerta, un color azul resaltaba por todas partes. Mirase por donde mirase había peces de todas las formas, colores y tamaños, me quedé sin palabras y le miré sin saber qué decir.
Eché a andar como una niña pequeña y me paré en todos los cristales para verlos con detalle, mientras Alec guardaba algo de distancia pero no se separaba demasiado, aun así no dejaba de sonreír en mi dirección.
Nos sentamos en unas escaleras que daban justo a un acuario con los peces más grandes, me quedé contemplándolos hasta que Alec habló.
— ¿Te gusta? — le miré sonriente y asentí alegre.
— Gracias — susurré. Apoyé mis manos atrás y su mano las atrapó, nuestros dedos se entrelazaron y nos quedamos así un tiempo.
Salimos del recinto y nos dirigimos al coche, — que ahora lo habían estacionado en frente —.
— ¿Sigues enfadada? — dijo él detrás de mí.
— Sí — mentí muy mal y escuché esa risa que tanto me gustaba, pero seguí sin mirarle.
— ¿Y si te doy un beso?
— No lo sé, prueba a ver — dije eso sin pensar y empecé a sonrojarme, pero ya era tarde, él ya estaba frente a mí con sus labios en los míos.
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No todo lo que brilla es oro
RomanceSabía que no estaba bien, sabía que me iba a hacer daño pero no podía evitarlo... Él era mi condena y yo era su sentencia. Las reglas siempre habían estado impuestas pero tenia que haber alguien que las quebrantara. Sabia que el podía llenar mi...