Clases particulares con él

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Él llegó por fin a la hora de cenar con una sonrisa y se sentó con los demás coordinadores, Hope me dió un codazo de mala manera para que volviera a la realidad, me centré en la comida que parecía que la habían hecho con plastilina sin enterarme de lo que hablaban, hasta que escuché la palabra examen y me alarmé.

— ¿Examen, cuándo? — una de las chicas se aclaró la garganta y luego contestó;

— En dos días, es un 30% de la nota — sentía que me ponía pálida, no sabía nada de matemáticas, ni siquiera sabía que entraba en el examen, miré a Hope y esta estaba en la misma situación que yo.

Recuerdo que habían dicho que tendríamos exámenes esta semana para que los de evaluación — que se realizarían dentro de dos semanas —,  no nos pillaran por sorpresa.

Terminamos de comer, pero yo no pude dejar de pensar en lo que se avecinaba, debido a mi distracción choqué con alguien, me disculpé pero no se quedó ahí la cosa.

Me dieron algunos golpecitos en el hombro y me volteé.

— Tú tienes algo contra mí ¿verdad? — rodé los ojos y me dí la vuelta para irme, pero entonces tuve la mejor idea del mundo.

Corrí de nuevo hacia él y esta vez quien lo paró fui yo.

— Necesito que me ayudes — él se sorprendió al escucharlo y no me extrañaba, yo también lo hubiera hecho. — Tengo un examen de mates y no sé qué hacer.

— ¿Y qué te hace pensar que te voy a ayudar? — Él estaba a punto de reírse y yo pensaba a toda máquina.

— Por favor, si quieres te ayudo a recoger por las tardes el equipo de baloncesto o cualquier cosa. — pareció que se lo estaba pensando y de hecho tardó bastante en contestar.

— Eso ya te lo diré más tarde, te veo después de prep, en el mismo salón de la otra vez. — asentí emocionada y tuve que reprimir mis ganas de abrazarlo.

Subí corriendo y le conté a Hope lo que había conseguido, pero a ella no le pareció importar demasiado, ¿sería que ella también había conseguido algo por sus medios?

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Las horas pasaban a cámara lenta mientras esperaba a que se acabara el estudio, tenía dos días para conseguir aprenderme un temario que habíamos dado en 3 semanas.

No se porque tenía las expectativas tan altas con Alec, pero él era mi mejor opción en ese momento.

Repasé todo por encima y subrayé lo que no entendía de color amarillo y para cuando me dí cuenta todas las páginas estaban amarillas, apoyé mi cabeza bruscamente en la mesa y entonces nos dijeron que podíamos retirarnos. Antes de irme le dije a Hope que convenciera a nuestra tutora de que había pedido horas extra de estudio. Una vez se fue, casi corría para llegar pronto a la clase.

Lo encontré ahí sentado y los últimos rayos de sol caían sobre él como si estuvieran bañándolo en oro, me sacudí la cabeza y entré.

— Siéntate, ¿sabes a caso de que va el examen? — moví la mano de lado a lado indicando que no lo tenía demasiado claro, pero de todas formas me senté a su lado.

— Qué es lo que peor llevas — abrí el cuaderno y casi brillaba de la cantidad de color del subrayador que había en las páginas.

Me miró y parecía que me estuviera diciendo sin hablar que no llegaríamos a ninguna parte, — lo cual me deprimió un poco —.

Empezamos con algunos ejercicios básicos y para mi sorpresa no se me daban tan mal como había esperado y Alec tuvo mucha paciencia para explicarme las cosas con más detalle y de manera que yo lo entendiera.

De vez en cuando su cercanía me distraía y me tenía que volver a centrar con algo de esfuerzo, sin que Alec se diera cuenta de esa pausa en mi cabeza.

Cuando me quise dar cuenta ya llevábamos la mitad del temario y se me había pasado volando, pero al mismo tiempo mis ojos estaban empezando a cerrarse.

Alec chasqueó los dedos en frente de mí para despertarme de mi trance y volver a la lección, cuando pasó por segunda vez cerró el libro.

— Seguimos mañana. — No discutí, de todas formas ya se estaba empezando a hacer tarde.

— Gracias — dije recogiendo mis cosas, él se dió la vuelta y me miró con algo de ¿ternura?, debía de estar demasiado cansada para verlo.

  Fui de camino a los dormitorios cuando me encontré a mi tutora esperándome en la puerta de mi habitación.

— ¿Se puede saber dónde estabas? — De alguna manera me las ingenié para convencerla de que estaba estudiando y se me pasó el tiempo para cuando lo comprobé.

No me puse ni el pijama, dejé todos mis libros con los apuntes de hoy desperdigados por la habitación y me tapé con mis sábanas hasta las cejas.

No todo lo que brilla es oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora