Me arropé bien para salir a dar una vuelta por los alrededores, no era uno de los días más fríos, pero no quería empeorar mi estado, llevaba varios días fuera de la enfermería y había pasado bastante tiempo sin ver a Alec y se notaba su ausencia.
Fui por uno de los caminos de piedra que bordeaban los campos de rugby y conseguí ver algún conejo y alguna ardilla durante mi paseo y fotografié a los dos.
Pasé por algunas de las casas de los profesores que había por la zona y evité a toda costa cruzarme con alguno que no me cayera bien. Aunque eso incluía a la gran mayoría. Y ahora que me ponía a pensar ¿Cuál sería la residencia de Alec?
No sería tan cotilla como para asomarme, pero si le veía salir no dudaría en acercarme a él para discutir lo que pasó el día anterior, teníamos muchas cosas que aclarar después de aquello.
A medida que iba andando con mi música puesta ví a Dylan y me acerqué a saludarlo.
— No te he visto desde hace bastante, a ninguna de las dos si soy más explícito. — ¿nos había estado buscando acaso?
— Estábamos en la enfermería hace unos días — se metió las manos en los bolsillos y me miró como si lo que le estuviera contando fuera una broma o la típica excusa para saltarse clase.
— ¿Las dos estabais enfermas el mismo día? — me crucé de brazos y le miré mal.
— Sí, la habitación tiene la misma temperatura para las dos — él levantó las manos en señal de rendición, miré . — ¿Has venido solo?
Él apuntó hacia atrás y vi la figura de Alec viniendo hacia aquí. Por dentro lo estaba celebrando, pero me mantuve serena, estaba solo a unos metros de distancia cuando le saludé, pero él pasó de largo sin siquiera mirarme y gracias a que me eché a un lado no me golpeó.
Dylan miró hacia arriba implorando paciencia.
— Ya nos veremos Adara. — Se fueron los dos y parecía que todas las ilusiones que me había hecho se estaban destruyendo una por una y esa sensación la estaba aborreciendo.
Seguí mi camino sin mirar atrás y me sentía decepcionada, pero de mí, ¿por qué él, un chico guapo, atlético, de veinte años se iba a fijar en una persona como yo, que podría ofrecerle a alguien como él?
Me había vuelto a hacer ilusiones, este era el problema del amor, te ciega de la realidad.
No paré de darle vueltas al tema una y otra vez, pero tal vez el problema no era yo, sino que era su arrogante personalidad , ¿no es de eso de lo que se suele autoconvencer la gente que está en la misma situación yo?
Pensé en eso hasta el punto que me empezaba a doler el pecho, estaba siendo una ilusa por hacerme falsas expectativas. No paraba de autoconvencerme de que no iba a llegar más lejos de lo que había llegado el otro día, — que bastante había sido — igual debería ver más opciones y no limitarme a Alec, pero no creo que me pudiera sentir igual.
Llamé a Hope para contarle mi encuentro con ellos y tuve que esforzarme por no llorar, incluso mi voz empezó a temblar.
Ella me trató de consolar de la mejor manera que pudo, — aunque eso nunca fue su mayor fuerte — pero aún así me di cuenta de que eso no iba a ser el fin del mundo y mucho menos me iba a estar deprimiendo por alguien que no se lo merecía.
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Entré de nuevo al pabellón y los volví a encontrar a los dos en recepción, pase de largo y me puse a mirar mi teléfono para distraerme y fingir que no me importaban.
Caminé hacia los comedores con un poco más de prisa, pero antes de poder entrar una voz me detuvo.
— Adara — me giré para encontrarme a Alec viniendo hacia mí — nuestras clases de por las tardes se van a cancelar.
Me quedé pasmada sin creer lo que había oído, ¿de verdad tanto despreció sintió hacia mí ese día?, me aclaré la garganta y levanté la cabeza.
— No hay problema — me giré respirando agitadamente y me senté en una de las mesas apartadas del comedor, donde el ruido era menos denso.
Estuve sola un buen rato leyendo una de mis novelas románticas — las cuales me estaba deprimiendo más de lo que ya estaba — como unos personajes ficticios podrían tener una mejor vida amorosa que yo, casi me entraban ganas de reírme de mí misma.
Me quedé profundamente metida en mi lectura hasta que Max apareció y como buena persona que era se sentó a mi lado y yo por no excluirle, dejé lo que estaba haciendo de lado y puse toda mi atención en él.
— Te fui a buscar el otro día. — Me costó saber de qué estaba hablando, pero luego caí en la cuenta de que tenía que estar hablando del día de la lluvia, no me acordaba de que le había dejado plantado.
— No te ví — intenté explicarle — quizás estaba en los baños — él asintió y pareció que le pareció una respuesta válida.
— Puede ser, pero no he venido a hablar de eso, ¿qué haces aquí?
— Estoy esperando a unas amigas. — tardé un poco en responder y cuando respondí lo dije casi tartamudeando, debían de ser los nervios acumulados.
Me miró directamente a los ojos y sonreí con inocencia.
— ¿Sabes que puedes contar conmigo verdad? — me quedé mirándolo, pensando si podría contarle algo pero sin dar detalles de lo que había ocurrido, tal vez sería una muy mala idea, pero ya daría igual.
— Es algo sin mucha importancia, solo son unos pequeños malos entendidos que yo sola creo en mi cabeza y me confunden y un día de estos van a acabar conmigo. — solo había hecho un pequeño esquema de lo que pasaba y no había salido tan mal como esperaba.
— Esta tarde un amigo da una fiesta fuera del campus, ya sé que no os dejan salir mucho de aquí, pero deberías venir. — No sabía si iba a ser una buena idea, pero todo lo que fuera salir de aquí era bienvenido.
— ¿Puedo traer a alguien conmigo? — me miró con una sonrisa y asintió.
— Puedes traer a quien quieras.
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No todo lo que brilla es oro
RomanceSabía que no estaba bien, sabía que me iba a hacer daño pero no podía evitarlo... Él era mi condena y yo era su sentencia. Las reglas siempre habían estado impuestas pero tenia que haber alguien que las quebrantara. Sabia que el podía llenar mi...