Por favor

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Había pasado cerca de una semana sin prácticamente hablar con Adara y eso era lo que más me cabreaba, si no hubiera sido por ese desliz...

Salí hacia mi casa para coger el material que necesitaría para el resto del día con los alumnos. Sin embargo no pensé que pudiera tener compañía. Empecé a ver ropa de mujer por el suelo y mi primer pensamiento fue que era Adara, pero no podía estar más equivocado, ahí estaba aquella chica del bar, no tenía absolutamente nada puesto y me miraba como si yo tuviera las mismas ganas que ella.

— Nunca llegaste a venir a mí, así que he tomado yo la iniciativa — dijo viniendo hacia mí a gatas. Puso sus manos sobre mi abdomen y las fue bajando hacia mi bragueta.

— Pensé que tendrías más luces en la cabeza y pillarías la indirecta, ¿Cómo coño sabes donde vivía? — la despegué de mi cuerpo con fuerza y esta se mordió el labio — lárgate de mi casa antes de que me enfade y lo haga yo — demandé, pero ella se lo tomó como un juego.

— Un amigo tuyo me dijo que querías algo de distracción, y ya que estoy aquí ¿no te gustaría jugar?  — se abrió entera para mí y aparté la vista, no podía estar sintiendo más repugnancia por ella en ese instante.

<<¿Y que persona en este puto mundo se le ocurre mandarla aquí? Lo más fácil era que estuviera mintiendo, pero ahora eso no era mi mayor preocupación.>>

Quizá sí esta ocasión se hubiera dado antes no la hubiera rechazado, pero ahora todo cambiaba.

— No me hagas repetirlo más veces, sal de aquí o lo haré yo a patadas.

— Quiero ver como lo haces — siguió insistiendo ella.

Me pellizque el entrecejo y cuando fui a mirarla de nuevo me encontré con ella a centímetros de mi. Antes de que pudiera decir o hacer algo, sus labios estaban sobre mí con fuerza.

Traté de separarme de ella pero fue persistente. Debía de haber sido el beso más tosco que hubiera probado y lo que quería en ese momento era que fuera otra persona.

— ¿Alec? — Esa voz me petrificó. La chica que tenía encima también se separó y la miró con algo de burla y diversión, ¿Qué hacía ella aquí?. — ¿Qué es esto, este era ese trabajo tan importante que tenías que atender? — había lágrimas en sus ojos y su voz estaba rota.

Solo verla en ese estado me rompió en pedazos, no sabia que hacer o decir. Me quedé mirándola y ella a mí, ninguno murmuró palabra, sin embargo no fue ninguno de nosotros el que habló.

— ¿Y esta zorra? — dijo la otra tumbada boca arriba mirándola despectivamente de arriba a abajo.

La miré dispuesto a contradecirla y decirle cuatro cosas, pero miré hacia el salón, donde estaba Adara, pero ya no había nadie y el golpe de la puerta sonó al cerrarse.

Corrí hacia ella como si todo lo que me importaba estuviera en ello, y así era, ella lo era todo para mí y esta no podía ser la manera en la que lo perdiera. Mire a ambos lados intentando ver hacia dónde se fue y cuando la divisé volé hacia ella.

— Adara, para — demandé cuando estaba a centímetros de tocarla — ¿no me oyes? ¡Adara! — la llamé por última vez.

Ella se dio la vuelta quitando mi agarre de su ropa y me encaró.

— ¡Qué! ¿me vas a decir que tienes trabajo? Adelante, haz lo que te salga de los cojones, pero conmigo no cuentes.

Mi corazón empezó a acelerarse y no como lo había hecho las otras veces cuando estaba con ella. Sentía que me atragantaba con cada bocanada de aire que tomaba.

No todo lo que brilla es oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora