Te tengo a tí

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Salí de la biblioteca antes que Alec y me dirigí a mi habitación donde sabía que encontraría a Hope, y de ella no me podría escapar. Me senté a su lado y empecé a contarle todo con puntos y comas, sin saltarme un solo detalle. Ella no me interrumpió en ningún momento, pero me encantaba ver sus expresiones a medida que iba hablando.

— ¿Es bueno? — me preguntó ella cuando terminé de hablar.

— Sí — ella me miró con las cejas elevadas hasta casi estar tocando la cima de su frente y entonces lo aclaré; —Puede que tu no lo puedas ver desde fuera, pero en el fondo es tierno — dije y ella se echó a reír.

— No me refiero como persona —  tardé en saber a lo que se estaba refiriendo, pero cuando por fin lo supe la empujé con mis mejillas color carmesí. — Déjate de tonterías y responde.  — demandó ella.

No contesté pero mi rostro y mis expresiones debían decirlo todo, hasta que acabé respondiendo con un simple puede.

— Puede, en serio — me contradijo ella de brazos cruzados y echando para delante invadiendo mi espacio — No tienes nada mejor que decir.

— Tengo cosas, claro que las tengo, pero no las voy a compartir — ella se echó a reír y yo avergonzada me fui al baño y me lavé la cara con agua fría, lo que al final se tornó en una ducha caliente eterna.

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— Qué quieres ver — dijo apareciendo ella en mi campo de visión con varios CDs — algo que a nosotras nos encantaba coleccionar —, simplemente por tener algo diferente y poder exhibirlo.

Saqué de la pequeña despensa que tenía nuestra habitación, una pequeña bolsa de palomitas para hacer en el microondas, y una vez eso estaba hecho, me senté junto a ella y vimos películas de terror, por lo menos podíamos sufrir juntas si la una tenía miedo.

Ahora solo nos iluminaba la luz de la pantalla, el cielo estaba oscuro y las farolas no alumbraban lo suficiente como para vernos las caras, pero en ese momento daba igual, nuestros ojos escocían por estar viendo la televisión tanto tiempo, así nos las ingeniamos para salir a tomar algo a algún bar de la zona.

Nos pusimos algo cómodo pero elegante al mismo tiempo, y sin esperar más, fuimos en coche hasta el lugar más cercano a nosotras. Pedimos un par de bebidas y unas cuantas cosas para picar, y a decir verdad, estaba buenísimo.

Mi teléfono empezó a vibrar pero lo ignoré por completo, pero no cesó y a Hope le empezó a molestar.

— Ya contesto yo — dijo arrebatándome el teléfono sin siquiera pedir permiso, pero a estas alturas no tenía sentido hacer siquiera. — ¿Si? — se escuchó un murmullo a través de la línea y ella sonrió. — Es para tí.

Lo cogí extrañada y respondí con normalidad.

— ¿Hola?

—  Adara, ¿qué tal estás? — era Daegan, rodé los ojos y miré a Hope con odio mientras la veía reírse.

— Todo bien pero, ¿te importa que hablemos otro día?, ahora estoy algo ocupada.

— No hay problema, pero quería que nos viéramos algún día de estos, ¿te viene bien? — y el silencio volvió a inundar nuestra conversación. Nadie decía nada y estaba debatiéndome entre si colgar o ser algo más educada y despedirme como se debía. Acabé eligiendo la segunda opción, más o menos.

— Nos vemos —  dije sin más y colgué. — ¿Tenías que responder? — le pregunté a ella con voz chillona.

— ¿Y dejar el cotilleo de lado? No gracias — rodé los ojos y me centré en pedirle la cuenta al camarero. — A medias por favor — dijo ella cuando nos iban a cobrar.

Salimos del local y al intentar arrancar el coche, ¡sorpresa!, el motor no prendía.

— Prueba otra vez — dijo ella de la forma más obvia y la miré de la peor forma posible mientras repetía exactamente el mismo gesto de antes.

— No va — abrí el capó del coche, pero como era de esperar, no sabíamos por dónde empezar a mirar. Suspiré con cansancio y desesperación. Hope, que había sido ágil, ya estaba llamando a una grúa que nos pudiera recoger el coche y esta no tardó en aparecer y llevarse el coche.

Por el contrario, yo llamé a alguien que nos pudiera llevar de vuelta a casa.

— ¿Puedes venir, por favor? — dije hablando por teléfono alejada de Hope.

— No te muevas, estoy en breve — colgó el teléfono y solo me quedaba esperar pacientemente a que apareciera.

Volví al lado de mi amiga, nos estábamos muriendo de frío, pero afortunadamente el coche que estábamos esperando no tardó en llegar. Yo tomé asiento en el lugar del copiloto y ella en la parte de atrás.

Saludé a Alec con un beso rápido en los labios, solo que esta vez era algo más incómodo por tener la visita de atrás.

— Gracias por venir — dije poniéndome el cinturón, le miré y me guiñó un ojo.

Nadie dijo nada en el trayecto, pero sí que me di cuenta de que el coche estaba impregnado de su aroma, uno muy agradable.

— Imagino que ya habéis hablado del tema de la universidad, ¿no? — dijo Hope captando la atención de los dos.

Alec ralentizó la velocidad del coche brevemente y yo me pellizque el entrecejo sin poder creerme el ligero error que había cometido ella. Me miró de reojo y entonces la chica de atrás guardó silencio.

Solo quería desaparecer de la situación, y por eso cuando llegamos al parking del lugar, intenté salir por patas.

— Adara — me llamó él. — tú te quedas. — vi como ella se alejaba con una expresión de disculpa. — ¿Qué es eso de la universidad?

Empecé a juguetear con mis dedos sin saber cómo responder sin parecer que esto era un circo.

— No es nada, los he rechazado — esta vez sí le miré a los ojos, él seguía serio pero su enfado había disminuido.

— ¿Por qué? — le miré incrédula, como si la respuesta a eso fuera la más obvia del mundo.

— Porque te tengo a tí — respondí y él desvió la mirada pero llegué a apreciar una media sonrisa.

— Si aplicaste a ella no es irrelevante y no puedes tomar una decisión así solo porque pienses que pierdes algo si vas a ella. — me miraba con ternura en los ojos.

—  Pero enton-

— ¿Es importante para tí? ¿Te haría feliz ir? — me interrumpió.

No supe qué decir, pero mi cabeza me decía que no, pero sin embargo otra parte de mí estaba ansiosa por ir.

— Claro que sí pero es más complicado que eso Alec.

— ¿Es complicado elegir lo que te gusta? Adara, no puedes dejar pasar todo lo que te gusta.

— Pero tú también me gustas y a ti no te quiero dejar pasar — se acercó, me agarró de la nuca y nos fusionamos en un beso tierno.

— Ay pelirroja — sonreí agradecida de tenerle a mi lado, me quité el cinturón y me senté en su regazo mientras nos abrazábamos con fuerza. 

— ¿Estás enfadado? — pregunté después de un tiempo.

— Como me voy a enfadar mi amor — sonreí al escuchar esas palabras tiernas salir de sus labios, tenía la esperanza de volver a escucharlas, pero entonces no estaría hablando Alec. — Solo quiero que cuentes conmigo para más cosas. — asentí comprendiéndolo.

No todo lo que brilla es oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora