No juegues con fuego

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Adara

Durante unas semanas, Alec estuvo bastante distante conmigo, aunque había que decir que era totalmente comprensible, teníamos a alguien con los ojos en nuestra nuca y Daegan no era precisamente el tipo de chico que dejaba las cosas a medias, — me recordaba bastante a la personalidad de Alec —.

Me intenté acercar a él cuando tenía tiempo libre y no había gente alrededor de nosotros, pero aun así guardó distancias.

— ¿Necesitas algo? — me preguntó serio.

— Estar contigo, ¿te molesto? — él desvió la mirada y se alejó sin responder. — Alec esto no nos puede afectar las 24 horas del día, sé que tenemos que tener cuidado, pero no podemos depender de una persona.

— Es que sí nos afecta Adara, — hizo una pequeña pausa — si él hace o dice algo que tenga que ver con nosotros, se acabó todo.

Me dolía escuchar esas palabras, pero más me asustaba darme cuenta de que era un futuro que podía pasar y podría no estar muy lejano, pero sí podíamos evitarlo o verlo de otra manera.

— Pero nosotros sabíamos que si queríamos que esto funcionase, no iba a ser fácil y que esto tendría consecuencias, pero sin embargo aquí seguimos. — ahora sí me miró a los ojos y estaban acompañados con ternura.

— Aquí seguimos — repitió él mientras me daba un abrazo fuerte. Me dio un beso suave en la frente y le miré como él lo había hecho. — Ya retomaremos todo el tiempo que hemos perdido, pero por ahora necesito que estemos más distanciados, no podemos cometer más errores, pelirroja. — asentí  entendiéndolo.

— Está bien — sonreí forzadamente y él se separó.

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Me fui al área de descanso para esperar al resto del grupo, nos íbamos a comer fuera de la residencia esa tarde, me puse mis cascos y como de costumbre me puse a leer.

Nadie me molestó durante un buen rato hasta que el sillón se hundió por la presión de otra persona.

— Por qué me da la impresión de que me estas evitando

— Porque es así — repliqué, pero no se dio por vencido.

— ¿Y puedo hacer algo para cambiar tu opinión? — empezó a acercarse y yo a retroceder hasta tocar con la pared.

— Apartarte, para empezar y luego irte a tomar por culo — me levanté malhumorada, pero él fue ágil y puso una mano bloqueándome el paso — ¿Qué estás haciendo Daegan?

— Quiero que seas mía Adara — no mostré ninguna expresión facial diferente, pero por dentro había dejado caer mi mandíbula hasta el suelo. — ¿Qué puede tener otro chico que no tenga yo? — En realidad era una respuesta fácil.

— Todo, cualquier otro chico es mucho mejor que tú, no sé ni siquiera cómo lo puedes dudar. — dije de forma evidente y él se rió.

— Si probaras lo que es tener a un hombre de verdad, descubrirás placeres que no has experimentado nunca. — me aseguró con voz seductora y me entraron ganas de reírme.

— ¿Estás hablando de tí? — dije con burla y él con egocentrismo se encogió de hombros con una sonrisa. — Ni tendrás la oportunidad de probarlo ni eres ni serás lo que dices que es un hombre de verdad.

Traté de avanzar por un lado pero me lo volvió a impedir de la misma manera que ocurrió la vez en el pasillo.

— No sabes lo que estás desperdiciando Adara.

— No me quedará remordimiento en la conciencia si te mando a la mierda, con mucho gusto lo haré si sigues insistiendo.

Conseguí salir de esa encerrona y me crucé con la cara que más había estado esperando encontrar. Alec miraba en nuestra dirección y disimulé una sonrisa, pero en ese momento él que había estado conmigo se lanzó con la intención de besarme y de hecho lo hizo, pero no sabía de lo que se iba a arrepentir. Le mordí con fuerza el labio inferior hasta el punto que llegó a sangrar y le abofeteé tan fuerte como pude. Se apartó rápidamente y Alec ya estaba viniendo en nuestra dirección y temía por lo que podía pasar, Daegan tenía una sonrisa triunfal a pesar del estado físico que ahora tenía, pero antes de que nada pudiera ocurrir, el director entró al lugar sin que nadie lo pudiera esperar.

— A mi despacho — le dijo a Daegan con seriedad y a mí me miró como si estuviera diciendo te salvas por los pelos, y al salir saludó a Alec con la cabeza y le aseguró de que él se encargaría de todo.

— No te sorprendas si te lo encuentras magullado por la mañana — dijo cuando se habían ido.

— Puedo encargarme sola, ya lo has visto ¿no? — dije tratando de suavizar la situación.

— No me gusta verle cerca de tí de todas formas, solo hace que me hierva la sangre y que tenga las narices de tocarte delante de mí ha cavado su propia tumba sin darse cuenta.

— No dejaré que vuelva a ocurrir. — le aseguré.

— De eso me ocuparé yo pelirroja — dijo con una sonrisa inocentona y me preocupó pero en el buen sentido. Divisé a las chicas pasando por el pasillo.

— Me tengo que ir, nos vemos luego Alec — le sonreí y me fuí recibiendo un corto roce de manos.

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Daegan volvió al terminar el horario de estudios y ni siquiera me dirigió la mirada — algo que profundamente agradecí. Alec estaba bastante complacido por eso también, lo que me tranquilizó bastante. 

— ¿Podéis poner atención? — avisó el director una vez presente todo el mundo en el salón principal — La residencia cerrará sus puertas este fin de semana, temas de remodelación, pero tenéis que estar de vuelta el martes sin falta, ¿ha quedado claro? — estallamos de alegría, ya había planeado en mi cabeza infinidad de cosas para hacer con Hope este fin de semana, pero al mirarla, me indicó que ya había hecho planes.

Volví a mirar al frente mas decepcionada y ahora, teniendo mis planes en el traste, solo me quedaba buscar otra cosa en la que perder mi tiempo.

No todo lo que brilla es oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora