Adara
Me arreglé con todo lo que tenía, elegí ponerme un vestido azul ajustado, que hacía que mis curvas sobresalieran más, perfecto para contrastar con mi color de piel y mi pelirrojo, no me puse demasiado maquillaje, — tampoco lo necesitaba —, mis amigas llevaban prácticamente lo mismo, aunque alguna había optado por ir algo más casual.
Me reuní con Max en la salida del campus, era de noche y la mayoría de los profesores y los guardias de seguridad estaban o bien dentro del edificio principal o en sus cuartos. Era la oportunidad perfecta.
Estuvimos andando por las calles durante un tiempo, hasta que nos detuvimos en una urbanización no muy lejos del campus escolar.
— Sentidos como en vuestra casa chicas — nos dijo Max antes de entrar.
Llamamos a la puerta un par de veces y esta se abrió en cuestión de segundos. El ruido de la música nos hizo a todas taparnos los oídos, pero pronto nos acostumbramos al sonido.
Saludamos a la gente que nos cruzábamos por el camino, a algunos les conocíamos de haberlos visto en las residencias y a los otros no les habíamos visto nunca. Nos servimos unas copas de no sé muy bien qué y empezamos a bailar moviendo nuestras caderas al ritmo de la música junto con algunas parejas de baile que se nos habían unido.
— ¡Estaré en la parte de atrás! — gritó Amelia para que lográramos escucharla. Iba enganchada del brazo a un chico que muy posiblemente le acababa de conocer, se notaba que ambos iban de alcohol hasta las cejas, pero para eso habíamos venido aquí.
Me acabaron doliendo los pies de estar por tanto tiempo de pie y me senté en un hueco del sillón que parecía más adecentado.
— ¿Todo bien? — miré hacia donde la voz provenía y acabé topándome con un chico que parecía de mi edad o igual algo más mayor. — Soy Kai.
— Adara — nos dimos dos besos en la mejilla.
— ¿Has venido sola? — dijo mientras se sentaba a mi lado.
— Con unos amigos — bebí de mi vaso al tiempo que señalaba en la dirección en la que mis compañeros estaban.
— ¿Y te han dejado sola?
— Me canso rápido cuando no me interesan las cosas — desvié mi mirada.
— Yo también vengo con amigas, si quieres te puedes unir a nosotros — un par de chicas miraron en nuestra dirección y sonrieron.
Al final acabé cediendo y les acompañé, me recibieron bastante bien y eran agradables. Tomamos copa tras copa, mi cabeza ya estaba dando vueltas y empezaba a ver las cosas borrosas.
— ¿Princesa? No sabía que venías — me costó reconocer esa voz al principio, pero luego las cosas se aclararon y pude ver a Daegan con claridad.
— No preguntaste y de todas formas no te hubiera avisado si supiera que tendría que volver a verte. — Me volví a dar la vuelta y me volví a meter en la conversación de Kai, pero Daegan no había terminado.
— ¿Vas a tratarme así incluso en la fiesta? — me giré de nuevo y le miré a los ojos.
— Hazme un favor, lárgate o vete a otra parte donde no pueda verte. — no dije nada, solo tomé otro trago más que me quemó toda la garganta, pero la sensación de después estaba llena de adrenalina.
Una de las que estaba con nosotros no pudo aguantar las ganas de ir al baño y acabó vomitando encima de nosotros. Al instante todos retrocedimos pero el daño ya se había hecho. Miré mi vestido que ahora estaba manchado y apestando a alcohol, me fuí al baño y traté de quitarme todo, pero no conseguí mucho.
Me miré al espejo y estaba hecha un desastre, tenía el rímel corrido y ojeras que parecían que no hubiera pegado ojo en mucho tiempo.
— Me voy a ir ya — dije cuando me volví a encontrar con ellos.
— ¿Necesitas que te acerquemos? — negué con la cabeza y me fui de allí.
No sabía muy bien cómo volver a la residencia y llegué al punto de creer que estaba dando vueltas en círculo. Estaba haciendo frío y no llevaba nada de ropa de abrigo. Alguien me puso una mano en el hombro que me hizo girar 180 grados.
— No te has despedido — en ese punto ya iba de un lado a otro y todos los rostros se me hacían iguales. — ¿Vas bien? — negué con la cabeza y sentí que me caía hacia un lado, pero él me cogió y me acercó a una pared. — Oye ahora que estamos solos tal vez podríamos — dijo cada vez suavizando más la voz. No se cuando sus labios estaban besando los míos, pero le dí un empujón hacia atrás y le dí una bofetada sonora en la mejilla que le hizo girarse.
Un coche se paró a nuestro lado, pero el que estaba conmigo no pareció darse cuenta. Segundos después Daegan estaba en el suelo con la nariz sangrando y otra persona encima de él pegando. No entendía lo que estaba pasando pero me quería ir a casa y tenía frío.
Poco más tarde me encontraba envuelta en unos brazos fuertes y en un instante un ambiente más cálido me recibió, dejé que mis ojos se cerraran.
En algún punto empecé a llorar y no sabía muy bien el por qué, pero sentía que me faltaba algo más.
— Oye, Adara — dijo la persona que estaba conmigo en el coche, me agarró de ambos lados de las mejillas y me sacudió — ¿me oyes? ¿estás bien? — oía pequeñas frases de lo que decía él y sin saber muy bien que me estaba preguntando asentía a todo. — ¿Con quién has venido?, maldita sea Adara, respóndeme — seguía teniendo la vista nublada, pero por su tono de voz podía decir que estaba preocupado, aunque no sabía por qué.
Se volvió a escuchar el ruido del motor y nos empezamos a mover.
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No todo lo que brilla es oro
RomansaSabía que no estaba bien, sabía que me iba a hacer daño pero no podía evitarlo... Él era mi condena y yo era su sentencia. Las reglas siempre habían estado impuestas pero tenia que haber alguien que las quebrantara. Sabia que el podía llenar mi...