La imagen de la ropa de Willow que traía el día que la encontramos aparece en mi cabeza. Luego una mano agarrando un esfero y escribiendo al apuro. Una persecución de personas sin rostro y finalmente dos chicas abrazándose que traen collares de un corazón partido a la mitad.
Parece que regreso a la realidad con las voces de varias personas. O, mejor dicho, la de Drystan. Enfoco toda la oscuridad de nuevo, percibiendo unas manos fuertes sobre mis hombros. El rubio me mira asustado, apretando fuertemente mis hombros. Caigo en cuenta de que estoy temblando. También me doy cuenta de que el anciano ya está saliendo de la residencia.
—¿Te pasa algo? —me pregunta él, examinándome el rostro con esos ojos de mirada dura—. Parecía que te ibas a desmayar.
—Estoy bien... solo fue la impresión de... esto. —Agito el sobre en el aire. Drystan me quita las manos de encima, sin dejar de mirarme. Yo sigo pasmado por lo que acaba de pasar, por lo que acabo de ver—. ¿Qué? —le pregunto cuando sigue fijo en mí.
—Nada. Quería ver si abres la carta o no. Me gustaría leerla también.
—¿En serio? ¿Para burlarte de sus últimas palabras?
—No. Willow era mi novia, no dejó nada para mí, ni una nota ni una despedida. Esa carta es lo poco que queda de ella.
—Creí que la odiabas.
—¿Odiarla? Ella era de las personas que se ganaban el cariño de la gente. No la odiaba. No sé por qué crees eso si nunca nos veías juntos. Parecías temerme.
—Es que das miedo. Pareces un zombi. Y lo creo porque no me dabas buenas vibras. Asher incluso me contó que ustedes peleaban demasiado.
—¿El idiota de mi hermano te dijo eso? —Deja escapar una risa grave—. Willow y yo no discutíamos, jamás. Asher estaba celoso de lo nuestro e inventaba sandez y media para separarnos. Te juro, Kier, que no le hice nada a tu hermana.
¿A quién debo creer? A mi parecer, hay dos versiones. La de Drystan y Willow de que no peleaban y eran la pareja perfecta. Y la de Asher, que dice que ellos dos peleaban hasta herirse mutuamente.
—Mejor dejo todo desde cero —afirmo—. Leeré la carta y decidiré a quién creer. Confío en que esta carta tendrá las respuestas a muchas preguntas.
—Optimista como siempre. Tu hermana decía eso de ti.
—Sí, lo repetía en exceso. Era como su propia manía. De repente estábamos caminando y lo sacaba a cuento. Una vez nos caímos de su motocicleta y nos lesionamos el pie; le dije que eran vacaciones gratis de la escuela y que nos pondrían un sirviente a toda hora. Pasamos una semana dibujándonos cosas en las vendas, y ella recalcándome mi lado «bueno».
Sonríe ligeramente, lo que me hace dar cuenta que me fui de la lengua. Siempre es así, hablo con cualquiera que esté delante de mí, incluso si se trata de Drystan Moldovan.
—Y un parlanchín sin remedio —ríe.
Es raro verlo reír. Se lo ve más... agradable, aunque cuando está todo serio y sombrío también se ve muy... agradable a la vista. Salgo de la caseta para no pensar más en él y avanzo a la casa. A medio camino, mi pie resbala en el pasto y me caigo de espalda, sin oportunidad a reaccionar y hacer algo para evitarlo. Todo el dolor me golpea enseguida, casi dejándome inmóvil.
—Me burlé de una caída y ahora yo me caigo —digo para mí mismo, sin embargo, Drystan también se ríe. Se coloca de cuclillas a mi lado, dejando las gotas de agua se rieguen por su cuerpo—. ¿Puedes ir a pedir ayuda? Me duele horrible la espalda la espalda. ¡Ay, mierda! ¡La carta se está mojando! Willow definitivamente me va a poseer y me hará tirarme de la ventana más alta por cagarla como siempre.
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Un Solo Camino ©
RandomKier Evanson era relativamente feliz con la vida que llevaba, siempre mostrando una personalidad risueña con sus padres, vecinos y novia. Pero la muerte de su hermana Willow volcará todo lo que creía saber de sí mismo y de su familia, especialmente...