—Debemos ir a un doctor —le grito.
—Que no. Solo sigue conduciendo a donde te dije.
El maldito está que sangra a pesar del torniquete que se hizo con su camiseta. No quiere ir al doctor ni detenerse a comprar vendas o alcohol. Quiere que conduzca al sur, lejos de su casa, lejos de esos lunáticos que casi nos matan.
—Debimos ir a casa de Martina.
Drystan niega con dolor en sus expresiones.
—La casa de Martina está en llamas ahora mismo. Ella y toda su familia están en el hospital.
—No es cierto. No, no, no. ¿¡Por qué le dijiste a Asher sobre la carta!?
—No se lo dije. Él encontró la carta y... yo no creí que me traicionaría de ese modo.
—¿Cómo sé que tú tampoco eres el traidor? Según la carta de Willow, tú mataste a tu tía.
—Ni siquiera decía eso, tonto. Mencionaba el collar, cosa que nunca tomé. Willow y yo investigábamos juntos. De seguro alguien de mi familia lo puso en mi cuarto.
Ya no sé a quién creer. Willow me dijo que desconfíe de todos. ¿Eso significa que de ella también? Drystan me salvó de morir y está huyendo al igual que yo. Además, dijo que estaba investigando con mi hermana, lo que desmentiría a Asher respecto a sus peleas.
—Préstame tu teléfono —me pide Drystan.
Lo saco de mi bolsillo y se lo entrego. Veo que saca el suyo... ¡y los tira por la venta!
—¿Y ahora qué mosca te picó?
—Nos pueden rastrear —dice con obviedad y con esa voz sombría de siempre. Aún le duele, pero trata de no demostrarlo—. Estamos escapando y no debemos dejar que nos localicen.
—Todas mis fotos estaban allí. Me costará un montón recuperarlas.
—Si es que vivimos —recalca.
—Vamos a vivir. Mejor muérete y déjame la investigación a mí, pesimista.
—No durarías ni un día, Kier. Seguro te matan con un vaso de agua. Yo tuve oportunidad de matarte sin siquiera esforzarme.
—Estaba durmiendo.
—Si descuidas la guardia, te matan enseguida.
—¿Por qué siento que ya te han querido matar?
—A mí no. Lo digo por Willow. Ella creía que estaba a salvo por ser su familia, pero se equivocó. —Estira su brazo sano y señala un callejón—. Estaciónate aquí. Dejaremos el auto y avanzaremos a pie.
—Claro. Nadie notará que te estás desangrando y que no traes una camiseta.
—Creo que traje un abrigo. Debe estar en una de las maletas.
Me señala al asiento trasero. Me estaciono y busco atrás. La primera maleta es dinero en efectivo, muchos billetes de cien en muchos fajos. Las otras cuatro maletas igual. La tercera es ropa suya, entre ella un abrigo.
—¿Tanto dinero para qué?
—Para subsistir. No podré sacar dinero de los cajeros, así que me preparé.
—¿Desde cuándo sospechabas que tendríamos que escapar?
—Desde que saliste de tu casa al colegio. Escuché a Asher decirle a tu padre que te distraería para matarte y luego a mí. Fui un tonto al descuidar a Asher.
Le ayudo a colocarse el abrigo y se lo cierro. Apago el auto y saco las maletas. Caminamos hacia donde él diga, mezclándonos entre la gente y cruzando callejones apestosos a orina y cigarro.
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Un Solo Camino ©
RandomKier Evanson era relativamente feliz con la vida que llevaba, siempre mostrando una personalidad risueña con sus padres, vecinos y novia. Pero la muerte de su hermana Willow volcará todo lo que creía saber de sí mismo y de su familia, especialmente...