Un Solo Camino ©

Capítulo 35

El sosiego es momentáneo, porque el silencio se ve interrumpido por los cuerpos que caen, por mi arma golpeando el suelo. Mi cuerpo trepida, mi cerebro no termina de procesarlo del todo y mis pies ya se mueven con pasos cortos. El aire me falta, siento que me ahogo bajo el mar.

—No, no, no, no.

Llego a su lado, caigo de rodillas, grito, lo tomo entre mis brazos. Las lágrimas se desbordan por mis mejillas, haciendo que mis cortadas ardan como arde mi corazón. Mi llanto roto retumba por la casa vacía, en un eco que solo me resquebraja más. Observo el rostro de Kier, sin vida, sin ese brillo risueño en sus ojos que ahora están vacíos. Paso mi mano por su mejilla que poco a poco va perdiendo el color, con la esperanza de que esto sea un mal sueño, con la esperanza de que regrese a la vida y me dé una sonrisa. Pero no pasa... él se ha ido, Scarlette lo ha matado.

Las sirenas de policía se escuchan, cada vez más cerca. Ya no hay a quien arrestar, la responsable por todo esto ha muerto ya, y se ha llevado a mi bella nota musical consigo, se ha llevado a quien me mostró el lado bueno de las cosas.

Cierro sus ojos, y me aferro a él. Lloro como nunca lo he hecho, sintiendo ese vacío creciente en mi corazón, el vacío irremplazable de su presencia. Si tan solo me hubiera desatado más rápido, si tan solo... si tan solo nada hubiese pasado, él estaría aquí, conmigo.

Pierdo la noción de mi ser, de todo a mi alrededor. Me hundo en las aguas turbulentas, en la tormenta que me ahoga.

Deseo que esto no sea real.

Deseo que su partida no sea ya.

Pero los deseos no se pueden cumplir. Se me ha arrebatado a la persona que esperaba amar, a la que me hacía reír con cualquier cosa, a la que me enseñó más cosas de las que toda mi vida lo ha hecho.

Hace tiempo me dijeron que cuando uno se enamora existen dos posibilidades: o te casas con esa persona, o se separan.

Ojalá alguien me hubiera advertido la posibilidad de perderlo para siempre, de no volverlo a ver ni un segundo más.