Drystan la mira de arriba abajo, entrando en el papel de asesino serial. Saca la pistola de su chaqueta y le apunta a la chica que se espanta en un segundo.
—No corras o te disparo —le dice a ella—. Cierra la puerta y patea el cuchillo por el suelo hacia nosotros.
Ella lo hace, con las manos temblando al igual que yo. Es tonto temerle cuando sé que solo son apariencias. Pero entiéndanme, Drystan tiene un no sé qué que me hace temerle, y si tuviera que suplicarle por mi vida, lo haría sin dudarlo.
—¿Cómo te llamas y cómo supiste que estábamos aquí? —pregunta Drystan.
—Soy Gema. La puerta, escuché cómo la abrían y vine a ver qué pasaba porque nadie vive aquí.
—¿Este departamento le pertenecía a Oliver?
—Sí... era de él, pero cuando murió me lo entregó a mí.
Drystan señala el sofá y Gema se sienta enseguida. Me mira a mí, quizá buscando ayuda. Drystan se apega a la pared, aún con el arma en mano. Diablos. Se ve demasiado sexy. Seguro que yo me vería como muñeco de trapo con pistola de juguete.
Él me hace una seña para que ahora yo haga las preguntas, cualquiera. ¿Qué trama ahora? Seguir su ritmo es complicado. Piensa dos veces más rápido que yo. Incluso más rápido que Alice.
—¿Conociste a Willow?
Lo mejor será preguntar sin rodeos.
—Sí. Es la que aparece en las noticias. Ella era novia de mi amigo. Él me contó que la conoció en una fiesta.
—¿Oliver era tu amigo?
—Sí. Tenía sus defectos como la droga y el alcohol, pero era bueno. Desde la secundaria habíamos sido amigos.
—¿Entonces lo ayudabas a prostituir a Willow?
—¿Qué? ¿Prostituir? ¿De qué me estás hablando?
Su cara se llena de horror.
Drystan carraspea.
—Oliver engañó a Willow y de cierto modo la vendía a tipos con dinero. Los traía aquí y abusaban de Willow siendo menor de edad.
—¿Menor de edad? Ay, no puede ser. Yo c-creí que ella tenía dieciocho, ella mismo lo decía varias veces. Y se veía y actuaba tan madura que nunca dudé de su palabra. —Se coloca las manos en la cara—. ¿Oliver qué hiciste? —pregunta al aire en un susurro dolido.
—¿Así que no sabes nada? —indaga el rubio, haciendo sonar el arma como si la recargara. Ella lo mira asustada, y yo tengo ganas de detenerlo.
—Les juro que yo no sabía nada. Oliver trabajaba en una cafetería y estudiaba para dar los exámenes de admisión. No me dijo nada más, ni de su novia ni de prostitución. Les digo la verdad, por favor no me hagan daño.
Sus lágrimas descienden por su rostro. Noto que Drystan aprieta su mandíbula. No le gusta hacer esto aun cuando parece que sí.
—Tal vez pueda obtener información —suelta Gema en un intento desesperado de sobrevivir—. Oliver tenía un mejor amigo, algo raro y viciado como él. Quizá sepa algo, les ayudaré, por favor...
Drystan guarda el arma en su chaqueta y se pone recto.
—Nos quedaremos por aquí cerca. Llámame cuando encuentres algo. Trata de no levantar sospechas, por favor. —Saca su billetera y le entrega un par de billetes—. Para ti y en caso de que necesites callar a ese tipo.
Drystan anota su número en el teléfono de ella. Es un número provisional que planea cambiar en unos días para que no nos rastreen. Sale de la casa con todo el estilo del mundo. Me disculpo con la chica y lo sigo.
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Un Solo Camino ©
RandomKier Evanson era relativamente feliz con la vida que llevaba, siempre mostrando una personalidad risueña con sus padres, vecinos y novia. Pero la muerte de su hermana Willow volcará todo lo que creía saber de sí mismo y de su familia, especialmente...