Capítulo 29

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—¿¡Que tú qué!? —me pregunta Drystan una vez entramos al auto—. ¿Por qué lo hiciste? ¿Quién te dio permiso de tal estupidez?

—No grites, la cabeza aún duele. Quería averiguar más cosas, yo...

—No quedamos de acuerdo en que usarías tu don con mi padre. Dijimos que lo reconoceríamos y nos largaríamos enseguida. Ya no quiero saber más de esta locura. ¡Ya estoy harto! Y tú lo empeoras todo.

—Que no grites. Y yo no he empeorado nada. Seguimos metidos en este embrollo. Hasta que Scarlette esté tras las rejas o muerta, nuestras vidas podrían correr peligro. Deberíamos estarla persiguiendo para que pague sus crímenes de asesina o cómplice, pero en lugar de eso, nos vamos de vacaciones. —Me muevo para mirarle a los ojos—. Tengo miedo, ¿sí? Ella es más peligrosa de lo que creíamos. Vi cómo...

—No me digas lo que viste —sentencia con voz pausada—. No quiero saberlo. No puedo, no... puedo escuchar lo que mi madre hizo o no.

—¿Por qué?

—Porque es mi mamá, eso me basta. Ella... ella tenía cierta compasión conmigo, ella podía permitirse actuar como madre en el momento en que papá no estuviera cerca. Mientras papá me abofeteaba por cualquier error, ella me abrazaba para ver una película. Fueron pequeños momentos... Por eso me torturé mucho cuando escapamos, porque no evité que le apuñalaras la pierna, y porque yo la golpeé. No quiero perseguirla, no quiero ser su captor.

—Entiendo esa parte, pero...

—¿De verdad entiendes? ¿Te crees que de verdad entiendes?

—¡Pero claro que sí! —grito de improviso, ya un poco enojado—. Vincent fue mi padre, uno de verdad, que se comportó como tal durante casi toda mi vida. Sé lo que es que la persona a la que veías como familia se convierta, de un momento a otro, en el malo, en un puto asesino. Y eso es una mierda, sin embargo, tienes que diferenciar tu burbuja de los hechos. Yo aprendí eso por las malas cuando Vincent murió, no quiero que tú sigas ese mismo camino.

Me cruzo de brazos y miro a través de la ventana. Ni siquiera —creo— le molesta que Scarlette haya tratado de matar a Willow con un cuchillo. Esa mujer iba a matar a mi hermana, la iba a acabar poco a poco en un mar de sufrimiento y dolor. También mató a Adelaida, maldita sea, mató a su hermana sin contemplación alguna. Y no digo que eso la haga más o menos santa que los otros, porque los cuatro son una completa basura de seres humanos; lo que digo es que debería estar pagando el precio de la justicia, estar en prisión.

Drystan pone en marcha el auto. Me giro hacia la derecha para darle la espalda, ignorando el dolor físico aún tengo, el que mezcla la secuela de la cirugía y la situación de mis visiones. Por unos segundos siento su mirada en mí, una que por ahora me es demasiado incómoda de soportar. Así que me paso al asiento trasero, recostándome por completo en él, con mi cabeza en lado del conductor para que no pueda verme.

Las farolas ya van encendiéndose para iluminar las bellas calles urbanas. Abandonamos el edificio del Servicio Nacional de Ciencias Forenses. Allí dentro apenas pude llegar a la sala de espera, porque tres minutos después, Drystan apareció. Su mirada cuando le dije que tenía que confesarle algo que hice continúa en mi cabeza, martillándome el cerebro. Él suponía algo desde ese momento, aunque se enojó por completo cuando le afirmé aquellos pensamientos. Drystan puede sentir que hice mal, pero yo no, ya que no planeo quedarme con tantas dudas a las que solo Scarlette tiene la respuesta.

Saco el anillo de Leonardo de mi bolsillo. Me pregunto cómo reaccionará al saber que me lo traje conmigo. ¿Me echará del auto en medio de la carretera? ¿Seré comida para osos? ¿Me congelaré y despertaré cien años en el futuro? Todo es posible.

Un Solo Camino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora