Capítulo 22

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Eliot se acerca a mí, con un rostro algo raro, como si pensara en la manera más fácil de matarme. De sus bolsillos saca algo, y por un segundo veo mi vida pasar por mis ojos. Todo el drama se va cuando él solo saca unas mentas y se lleva una a la boca.

—Para empezar, tengo veinte años —me dice una vez que se planta a pocos centímetros de distancia—. ¿Qué quieres de mí? ¿Cómo conoces a Clarisa?

—Si te cuento la historia, estoy seguro de que te quedas dormido. —Veo que sonríe ligeramente—. Solo haz de cuenta que conozco a la chica y a... Willow.

Todo su semblante cambia por completo. Creo que se quiere hacer pipí del susto, como si de pronto hubiera visto el fantasma de mi hermana atrás de mi espalda.

—Nunca he oído hablar de esa tal Willow.

—Mientes. Y lo digo enserio. —En realidad no lo sé, pero meh—. Tú conociste a Willow. Necesito saber todos los detalles que sean importantes. Por favor.

Eliot trata de retroceder, pero no puede cuando Drystan se coloca tras él, haciendo sonar el cargador de la pistola.

—Vas a decirnos todo lo que sabes o descargaré todas las balas en tu cuerpo —le advierte el rubio al castaño, que casi palidece como un fantasma. Eliot asiente y señala una mesa bastante apartada de los ojos de la chica que limpia la barra.

Caminamos hasta el punto. Drystan lo empuja con rudeza, presionando el arma contra su espalda. Luce más molesto que de costumbre, casi como si lo estuviera de verdad y no solo fuese su actuación para estas situaciones. Los tres nos sentamos, ellos dos más juntos que yo a ellos.

—Habla —le ordena mi novio.

—Conocí a una chica llamada Willow, es verdad. Fue hace más de dos años. Ella llegó aquí como otra chica que quería dar un show.

—¿Vino sola?

—Sí.

Drystan hace sonar de nuevo el arma. Incluso a mí me dan escalofríos. Eliot se estremece, traga saliva y continúa:

—No, no vino sola. Estaba con un chico castaño que la animaba a hacer el show. Parecían pareja, pero a la vez no. Era raro todo eso. Y yo... empecé a charlar con ella a pesar de que lucía más mayor que yo. Era muy hermosa, no lo niego. Y ya, eso es todo. No la vi nunca más.

Omitiendo el hecho de que se quería ligar a mi hermana, Eliot es un completo mentiroso. Muevo la silla hasta quedar a su lado. Trato de imitar la cara de Drystan, esa malvada y frívola que pone justo ahora.

—Willow era mi hermana —le digo al castaño—. Ella me contaba todo, así que yo sé que estás omitiendo información.

Sus puños se aprietan más, aunque esa sonrisa ladina se extiende por su carota.

—Ya veo que ambos hermanos comparten un atractivo llamativo. ¡Auch! —grita lo último de repente. Me fijo en que Drystan le presiona más el arma contra las costillas—. Dile a este a loco que deje de lastimarme sin razón.

—Habla ya o le digo que te dispare.

Bufa con irritación.

—Okey. Nos hicimos amigos, nos veíamos fuera del trabajo. Me contó todo lo que sufría debido a Oliver. Me impidió hacer algo, ella no quería que me involucrase. Era como si Willow de pronto se hubiera convertido en otra persona, algo como una vengadora desenfrenada. No pasó ni un mes y ella desapareció de mi vista. Una noche llegó para advertirme de la redada, y otra vez desapareció, al menos hasta que me llamó para tirar el cuerpo.

—No puedo creer que en menos de un mes te enamoraste de ella... Espera, ¿tirar un cuerpo? —le pregunto.

—Creí que ella te contaba todo. —Otra sonrisa pícara y otro maltrato de parte de Drystan—. Willow me llamó una noche. Decía que cometió el peor error de su vida, que necesitaba ayuda y esas mierdas de alguien que acaba de matar a otro. Al llegar al departamento, vi a Oliver con la bala en el cráneo. Lo limpiamos y lo tiramos bajo el puente. Luego llevé a Willow a una clínica, porque estaba muy golpeada, con heridas abiertas en su labio y en la cabeza.

Un Solo Camino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora