Capítulo 19

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Para que pase algo bueno, debe pasar algo malo. Supongo que es la complementación del mundo, el equilibrio de la balanza. Mucho de algo no siempre es bueno. Es lo que dicen.

Yo creía que ya todo iba a estar con Drystan, que íbamos a descubrir todos los secretos sin ningún problema... Y volvimos a recaer en nuestros pensamientos del terror. Él con sus propios fantasmas de las personas a las que ha matado, y yo con mis dos muertes que pesan más que nunca.

Uno de los dos se despertaba asustado por las pesadillas, si no es que ambos. Al menos, en aquellos momentos, nos tenemos a los dos, ya no nos repelemos ni nos esforzamos por fingir que no pasa nada. Hubo un poco de palabras contando lo que soñamos, los rostros que vimos y la sangre corriendo por todas partes. También hubo silencios en los que nos hacíamos compañía mediante un abrazo cálido y las caricias de nuestras manos. «La culpa no va a desaparecer», habíamos coincidido una vez. No va a desaparecer, no a menos busquemos ayuda y lidiemos con toda la realidad que hemos vivido.

Los dos tenemos el miedo de lastimar al otro, nos lo dijimos en medio del silencio. También hay miedo por no poder protegernos de todo lo que pueda venir, ya sea ataques físicos o verbales de las personas una vez que volvamos a dar la cara y no escapemos más. Tememos que los juicios y las condenas nos separen por completo, incluso si eso es lo medianamente justo por las acciones de los dos. Aunque yo quisiera decir que no es justo. Es un dilema moral, y prometí que mi moral sería gris, que todo serían solo acciones sin un bien ni un mal, incluso si ello no es lo correcto y me hace sentir culpable.

La lluvia continúa golpeando la ventana de nuestra habitación. Sí, nuestra, porque preferimos dormir juntos para no sentirnos solos, y no es novedad puesto que lo hemos desde el inicio, solo que en esta ocasión tiene un mayor significado. Me acomodo mejor sobre su hombro, sintiendo la comodidad de su cuerpo y el abrigo de su brazo por mi espalda. Drystan sigue dormido a pesar de ya ser más de las diez de la mañana. Supongo que es lo que hace una noche mala. Desearía poder dormir como él.

Como si mis pensamientos fueran gritos, él se remueve un poco, despertando y girando su cuerpo hacia mí. Me rodea con sus brazos y me apega a él, depositando un beso en mi mejilla sonriente, justo en donde está mi hoyuelo. A él también le gustan, solo que, por suerte, prefiere besarlos y no tocarlos como un loquito. Y los besos me gustan, son normales y con ninguna otra intención más que demostrar afecto. Permanecemos así un largo rato, con nuestras piernas enredadas en las del otro, intentando acortar la mayor distancia posible.

Observo cada facción de su rostro, memorizando cada detalle. Paso mi mano por su mejilla, por donde está ese lunar característico, verificando que es real. Aunque no lo crean, yo tengo el miedo de que Asher y Drystan hayan intercambiado de puestos en algún momento, y que ahora mismo esté durmiendo con Asher y no con el buen chico que me escucha cuando hablo sin parar. Un miedo estúpido, lo sé, pero mis paranoias por todos los secretos de mi familia siguen creciendo, extendiéndose a los demás.

El teléfono suena con una notificación. Drystan se estira para agarrar el celular.

—Es el certificado de nacimiento —observa—. ¿Quieres verlo a solas o...

—No. Primero me aseo y luego leemos el certificado. No vaya a ser que me desmaye de la impresión y vaya al hospital en estas fachas.

Reímos ligeramente.

Ambos nos duchamos, nos cambiamos y nos cepillamos los dientes. Drystan, ahora que le entramos a la confianza, prefiere ir solo con un bóxer negro y una camiseta azul un poco holgada. No me quejo, eso es más que seguro, solo me sorprende porque llegué a pensar que hasta en su casa se vestía como escritor de periódico de 1950.

¿Parecemos una pareja? Sí, de hecho, ya lo somos, y cocinamos juntos, algo extraño y divertido que no había hecho con nadie. Me gusta cuando él me abraza desde atrás mientras muevo el beicon, y también cuando yo lo hago en lo que él bate los huevos. Una mañana tranquila, demasiado tranquila que me pone nervioso a la espera de que el FBI salte por la ventana y nos arreste.

Un Solo Camino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora