Un Solo Camino ©

Capítulo 36

El tiempo resulta subjetivo. Dos días desde aquella mañana, dos días en los que he sentido que camino sin rumbo. Mis lágrimas se han secado, mi garganta se ha cerrado, mi corazón ha dejado de sentir. Estoy vacío, solo existo, ya no hay vida.

El día de hoy es nublado, gris, acorde a lo que representa. Camino despacio, marcando mis huellas en la nieve. Kier era muy querido en el colegio, era muy querido en general, y ahora se demuestra por el grupo de personas reunidas en el espacio apartado para el funeral. Lilian se levanta de entre ellos, acercándose a mí y dándome un fuerte abrazo.

—Lo lamento mucho —susurra ella.

Asiento.

Lilian me da ligeras palmaditas en el hombro y me lleva consigo a la ceremonia. Algunos rostros conocidos me dan una mirada de condolencias. Todos los que conocimos en el camino, los que Kier conoció en vida, están aquí. Martina se aparta en llanto del ataúd de Kier, y se aleja con su madre para poder desahogarse. Quisiera poder llorar, darme tiempo de sentir, de procesar las situaciones como Kier me decía que lo hiciera.

Mi único consuelo es que el cuerpo de Scarlette ha sido cremado, hecho polvo y yo mismo me he encargo de tirarlo al desagüe. Pero es poco para lo que me ha hecho, para lo que les ha hecho a todas estas personas que han perdido a un gran ser humano. Me recrimino a mí mismo el no haber disparado antes, el no haberle ganado en esa fracción de segundo. Quizá así Kier estuviera conmigo y no tendríamos que sollozar por nadie.

Me acerco a su ataúd, apreciando su rostro a través del cristal, limpio, sin ninguna macha de sangre. Su rostro es tan pacífico como siempre, solo que ahora no hay saliva bajando por su mejilla como cuando dormía, no hay sonrisas finas por sus sueños extravagantes. Intento hacerme a la idea de que ya no me despertaré con él abrazándome, que ya no le oiré murmurando cada tontada cuando le despertaba.

Ambos teníamos la ilusión de iniciar un nuevo año juntos. Hoy es el último día de este año. Lo termino sin él e iniciaré uno nuevo sin él también.

Me dirijo al piano que está puesto ya en otro lado. Será la última pieza que toque para Kier, una despedida acorde a como iniciamos y continuamos nuestra relación, repleta de tonalidades altas y bajas. La música es de lo poco que me queda de él, además del anillo que aún conservo. No volveré a dedicarle nada, ningún sonido que exprese lo que mi corazón sentía cada que me besaba, en cada momento en que reía y se marcaban sus hoyuelos. Quizá, a la música la guarde como algo nuestro, algo privado que solo los dos comprendimos en su momento.

Respiro profundo, y empiezo a tocar, pensando en el pequeño espacio seguro que encontré en él, rememorando la letra de To Build A Home de The Cinematic Orchestra.

La primera tecla me sabe agridulce, porque recuerdo el motivo de hoy y recuerdo la primera vez que toqué para él, lo extremadamente desasosegado que me puse cuando lo vi entrar por la puerta del auditorio. Fue luego de que me ayudara con Asher y el tema de la pintura, cuando empecé a verlo como más que el hermano de Willow. Kier me hacía sentir tantas cosas en un solo momento, y creo que fue eso lo que más me enamoró, el no tener que buscar más allá del horizonte, porque tenía un hermoso atardecer iluminando mi camino.

Mi mente se envuelve en el fino sonar del piano, en los recuerdos de mi vida, del viaje que hice con Kier. Mis dedos se mueven con tranquilidad a pesar de la incesante tormenta que hay en mi interior. De alguna forma encontré un hogar con él, encontramos un hogar que poco a poco se llenará de polvo, sumergido en el olvido para no sufrir. Sin él, la soledad va a sentirse más fuerte, más abrazadora.

Prometimos luchar el uno por el otro, y ya no tengo un motivo para luchar aparte de mí mismo. Mi vida... no tiene un punto futuro, no tiene sueños de salir y pelear. Me esperan años de luchas en las cortes, y ya no tengo a nadie. Todos han muerto, estoy perdido en medio del camino repleto de neblina. Sin ese apoyo... no sé qué haré. Y estoy muy cansado en todos los sentidos que ya no quiero seguir, quiero desviarme del camino y caer por un risco para no tener que revivir una y otra vez los días fugaces de felicidad.

Me centro en el ahora, en las voces que cantan. Las personas del lugar lo hacen, comparten esa aflicción conmigo. Y noto que mi rostro se llena de lágrimas. La letra... carajo, la letra me dice que ya es hora de partir, que todo lo que construimos se ha perdido y que ya es hora de irse en el aire como el polvo. Y sé que debe acabar, pero no quiero aceptarlo.

Un solo camino... debimos tener un solo camino a nuestra felicidad.

Las voces me envuelven, dejándome en un pequeño hilo del que pende mi conciencia, peligrando a caerse del lado de la desesperación, hacia la oscuridad total.

Por mi mente, además, pasan todos los momentos que viví con él, cada aventura queda marcada en mi ser antes de esfumarse como el humo. Lo extraño... lo extrañaré por siempre y lo recordaré como el hermoso chico que me dio alas en medio de tantas caídas, que luchó por saber la verdad y luchó por defender a quienes él quería. Lo recordaré como mi primer amor... al que le abrí las puertas, por el que rompí mi silencio.

Las historias tienen muchos finales, y en muchos casos tienen uno triste.

Este... ha sido uno de esos finales que no son gratos de contemplar.

Y no veo más allá.