Capítulo 14

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Me coloco mi última prenda, mirándome al espejo. Una camiseta azul grisáceo, sobre esta una camisa de franela a cuadros en color gris, un pantalón beige y zapatillas blancas. Perfecto para lucir guapo y para no llamar tanta atención cuando me movilice por este pueblo llamado Drewy.

Un poco de perfume. Verifico que mi aliento no huela mal. Una última revisada a mi ropa. Respiro hondo y salgo de la habitación. Estoy nervioso por mi cita con Alice, tal cual fue la primera vez que salí con ella. Son nervios que me llegan hasta las manos, como un hormigueo perturbador que me avisa que algo malo va a pasar. Intento ignorarlo mientras bajo las escaleras.

—¿Seguro que no quieres venir con nosotros? —indaga Drystan cuando me ve. Está en el sofá, leyendo el periódico, más específicamente la sección de crucigramas. Todo un señor de cuarenta años.

—Ya te dije que no puedo. Voy a salir con Alice.

Al tomar el pomo de la puerta principal, su voz apresurada y torpe me detiene.

—No vayas con ella.

Giro sobre mis talones, repleto de dudas por tal orden como si yo fuera su mascota.

—Puede ser una trampa —añade—. Quizá es un plan para atraparnos y enviarnos a prisión, o para matarnos si es que trabaja con nuestros padres.

—Alice tiene cierto complejo de cleptómana, pero no me traicionaría de ese modo.

—No lo sabes. No podemos confiar en cualquiera.

—Pues ella no es «cualquiera», es mi novia de la que estamos hablando. Ha guardado y ha hecho lo que le he confiado. Sé que seguirá haciéndolo.

—Piénsalo mejor. Podrías venir con nosotros y luego ya ves lo que hacer con Alice.

—No, gracias. Ir a boutiques de ropa no es lo mío.

—También hay tiendas de segunda mano —tropieza en sus palabras.

—Willow te habló bastante de mis gustos, pero no quiero molestar. Se ve que tienes una buena amiguita aquí y yo solo haría mal tercio en sus conversaciones animosas.

—Tú no...

Cierro la puerta al salir. Si Alice resulta ser una traidora, pues ya lo veremos. Es preferible que me capturen a mí en lugar de a los dos mientras paseamos por el pueblo con Alexa.

Camino en dirección a la cafetería en la que quedamos.

Por un segundo creí que Drystan me estaba prohibiendo ir. Incluso se me cruzó la idea de que estaba celoso, aunque serían celos completamente innecesarios porque ya le he dicho que nada pasará entre nosotros. Aunque... si fue una escenita de celos, pues fue algo extraordinario porque Drystan normalmente no empieza las conversaciones. Ojalá que no haya sido, porque sonrío al pensar que sí y eso me ahoga.

Ya no importa.

Pronto llego al local que está algo vacío por ser un día laboral. Alice ya está apartada en una mesa, con un vestido azul marino de tirantes con estampado de unas flores rosas. Su cabello negro está suelto hacia atrás, dejando ver todas sus facciones a la perfección. Sus ojos marrones conectan con los mío, formándose una sonrisa en ambos. Nos apresuramos a darnos un abrazo y luego un beso algo intenso luego de tantos días separados, recordándonos las partes buenas de tenernos el uno al otro.

—Te ves guapísimo, igual que siempre —me dice.

—Gracias. Por suerte aún no me rompen la nariz. Tú te ves hermosa.

Me pido un capuchino y nos sentamos en la mesa que apartó, muy juntos porque algo me da que no quiero separarme tan pronto. Ella tiene un café moca que bebe con delicadeza.

Un Solo Camino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora