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Los Omegas tendían a buscar mimos, actuar aniñados e idear cualquier forma de llamar la atención de sus Alfas las siguientes 24 horas después de la mordida.

Así que Emilio tenía sus ojos puestos en el Omega, todo el tiempo para que no intentara hacer una locura.

Joaquín estaba aferrado a la espalda de Emilio, mientras que el Alfa trataba de servir la fruta cortada en el pequeño recipiente.

— ¿Alfa? — llamó Joaquín en su hombro, Emilio hizo un sonido para que continuara — Te quiero.

Emilio soltó una risita.

— Lo sé, bebé. Yo también te quiero.

El Omega besó la marca del Alfa, haciéndolo temblar. Joaquín ronroneó, buscando más de su aroma.

Joaquín se quejó cuándo el Alfa lo bajó de su espalda, sentándolo sobre la mesa. Él no quería separarse de su Alfa, Emilio no debería querer tenerlo lejos.

— Por favorcito, Joaco. Necesito que tomes un poquito de ésto.

El Alfa le enseñó el vaso con agua. Joaquín hizo un puchero y negó.

— Sólo un poquitito, mi amor. Poquitito para Alfa.

Joaquín arrugó su nariz, Emilio se acercó, metiendo su nariz en el cuello del Omega. Joaquín respiró hondo, sintiendo la lengua de Emilio sobre la marca, sonrió cuándo dejó un besito y se apartó.

— ¿Para Alfa?, ¿Poquito? — preguntó bajito, Emilio asintió. El Alfa le ofreció el vaso y el Omega bebió gustoso.

— Gracias, mi hermoso Omega. — le sonrió Emilio y le dió un besito en su mejilla —. ¿Ahora puedes comer fruta?

Preguntó Emilio mientras se volteaba hasta la mesa de enfrente para alcanzar el recipiente con la fruta cortada.

Joaquín frunció el ceño, sus ojos se entrecerraron cuándo el Alfa volvió hasta él con la fruta.

Emilio levantó 2 cubitos de manzana con el tenedor, hizo una mueca cuándo Joaquín apretó los labios.

— Come, bebé. Te hará bien. — Emilio lo miró desconcertado, el Omega había empezado a hipar.

— No. Alfa malo, me deja. — lloriqueó Joaquín.

— Omega, sólo fuí a buscar para que comieras. Mira. — le dijo levantando el plato con frutas cortadas — ¡Mm!, frutas, bebé.

— No quiero.

Emilio bufó. Optó por iniciar la táctica, «Papá se come mi comida», según Alatz.

— Bueno, si no lo quieres... Entonces me lo comeré sólo.

Emilio se puso de espaldas al Omega y comenzó a fingir que comía de la fruta. Joaquín se cruzó de brazos, ofendido por la distancia de su Alfa.

— ¡Mm!, que rico que está ésto. Es una lastima que mi Omega bebé no quiera un poco. — Joaquín se inclinó interesado y el Alfa se giró para que no viera — No, no. Ahora es mío.

Joaquín frunció su ceño y resopló, dando palmaditas en el hombro de Emilio.

— ¡Alfa! — se quejó Joaquín. Emilio volteó con el tazón en un sus manos — Es mío, no lo comas. — puchereó, abriendo su boca y señalándola.

Emilio soltó una risita y le dió de comer a su Omega en la boca. Joaquín bebió más el agua después.

El Alfa se encargó de darle un baño y le puso su propia ropa, porque sólo le encantaba ver a su Omega luciendo cómo él.

Alatz // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora