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Alatz se asomó curioso a la oficina de su padre, su cabello cayó en su cara. Se sopló el flequillo y sonrió al notar que su padre estaba lo suficientemente distraído para no notar su presencia.

El niño se preparó para saltar y asustar a Emilio.

- ¿Qué haces, cachorro?

- ¡Ah! -. Alatz se sobresaltó y tropezó con sus propios pies, cayendo de cara al suelo.

Emilio giró en su silla para ver qué pasaba. Joaquín estaba levantando a su hijo del suelo mientras se disculpaba.

- Omega, ¿qué pasa? - preguntó el Alfa.

- Lo siento, lo siento. ¿Seguro estás bien?

- Estoy bien, mami. - se quejó Alatz una vez que Joaquín lo puso de pié y le seguía revisando la cara. El Omega seguía murmurando -. ¡Mamá! - llamó el cachorro y Joaquín quitó sus manos de él.

Alatz le sonrió.

- Estoy bien.

- Uh, perdón. No quise ser molesto, cachorro. - se disculpó en un hilo de voz y miró a su Alfa mordiendo su labio.

Joaquín se fué rápidamente, Emilio frunció el ceño cuándo escuchó que sorbía su nariz. La marca no transmitía nada, Joaquín había bloqueado el lazo.

Alatz volteó a mirar a su padre con una mueca, sintiendo un nudo en su garganta.

- ¿Lo hice llorar? - se preguntó, caminando hasta Emilio cuándo éste negó -. No quise gritarle.

- Lo sé, hijo. Mamá está... sensible, ¿um?

Emilio tomó a su cachorro y lo sentó sobre su escritorio, dejándolo un poco más alto que él.

El Alfa sonrió y acarició la mejilla del castañito, haciendo que el niño sonría.

Alatz miró a los lados y le hizo señas a su padre para que se acerque. Emilio se aproximó hasta él.

- ¿Puedo contarte un secreto?

Emilio se rió y asintió mirando con complicidad a su hijo.

- Yo sé porqué mami siempre está llorando.

Emilio levantó una ceja. Alatz se rió, cubriendo su boca con sus manitos y balanceó sus piernitas.

- ¿Qué quieres decir, cachorro?

- Mami huele a... - dudó Alatz moviendo sus manitos -. Huele rico.

- ¿Rico?, ¿qué significa eso, bebé?

- Um, rico. - repitió Alatz, insistiendo. El niño miró a los lados, tratando de encontrar la palabra -. Huele a ¿chocolate...?

Emilio le sonrió con ternura, su cachorro no sabía explicar lo que sentía en su madre.

- ¡Eso! - exclamó el pequeño, llevando sus manitos a sus rodillas con una sonrisa - ¡Pancita!

- ¿Pancita? - indagó Emiloo, pasmado - ¿Huele a pancita?

- Sip, mami huele a pancita. Cómo tío Niko, papi. - explicó Alatz bufando, cómo si fuera obvio -. ¿Podemos hacer un nuevo nido para mamá?, uno que no le dejé ese olor. Así ya no vá a llorar. - pidió Alatz con un puchero.

Emilio mordió su labio inferior. No sabía cómo explicarle a su hijo que ese olor no se marcharía tan rápido.

Emilio respiró hondo y puso sus manos encima de las manitos de su cachorro, sobre sus rodillas.

- ¿Podemos? No me gusta que mamá llore.

- Ali, hijo... - empezó inseguro el Alfa -. ¿Recuerdas que tío Niko llevaba a Jason en su pancita?

Alatz // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora