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Joaquín admiraba a sus padres, deseaba ser cómo ellos, eran sus héroes. Pasaron demasiado con él y aún así, no se rindieron.

Roy se había marchado tiempo después de dejarlo. Ahora estaba sólo, con sus padres.

Joaquín suspiró enternecido, sus padres bailaban en la sala. Lo miraron y lo sacaron a bailar con ellos, no sabían ni que hora era, pero la lluvia se oía genial al compas de la música.

Joaquín tomó las manos de sus padres y comenzó a sacudirse, el Omega giró sobre si, tomado de la mano de su padre. Terminaron cansados en uno de los sillones, Joaquín en medio.

— Lunas, cachorro. — suspiró agitada Laura, la madre de Joaquín —. Ya no estamos para tus bailes, tesoro.

— Ustedes quisieron bailar conmigo, estaba bien viéndolos ser empalagosos. — declaró el Omega apoyando su cabeza en el hombro de su padre, Francisco.

— Quiero verte a tí. Serás igual de empalagoso que yo. ¿Hmm? — Francisco volteó su cara para mirar a su esposa sonreír.

— Um... Lo que digas, papá. — murmuró Joaquín con los ojos cerrados.

— Ow, mi Omega bebé. — Francisco lo abrazó por la cintura —. Te amo, cachorro.

— Te amamos. — corrigió Laura, dejó un besito en la frente de su hijo y se levantó del sillón.

— Los amo también... — La voz de Joaquín salió débil, casi siendo un sollozo, lo que llamó la atención de ambos Alfas — No quiero irme nunca.

Joaquín se acomodó en el brazo de su padre, aún con los ojos cerrados. Francisco se separó con delicadeza y se levantó. El Omega tardó unos segundos en abrir los ojos, encontrándose con sus padres mirándolo con las cejas alzadas.

— ¿Qué pasó, cielo? — preguntó Francisco.

— Nada...

— Joaquín Barquín López, ¿qué te pasó? —. El Omega se hizo pequeño en el sillón, su madre había puesto una mano sobre su cadera.

— Yo - Yo creo que encontré a mí Alfa. — musitó desviando la mirada. Los Alfas jadearon y se arrodillaron cerquita de él.

— ¿Qué sientes con eso? — preguntó Laura con suavidad. Los ojitos mieles del Omega se llenaron de lágrimas.

— Miedo. — sollozó — Ella -

— Vanessa no existe más. — gruñó Francisco viendo a Joaquín — Eres nuestro cachorro. Nuestro hijo, no de ella. — Joaquín asintió con un puchero.

— Estamos aquí, tesoro. — Laura levantó las manos de su hijo y las besó — Tienes que seguir adelante, forma una familia, cachorro.

— Sólo quiero dormir. — Joaquín jugó con sus dedos —. ¿Puedo quedarme aquí unos días?

 ¿Puedo quedarme aquí unos días?

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Alatz // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora