Dónde el cachorro de Emilio reclama al Omega de Joaquín, cómo su mami.
«Gracias por elegirme de entre todas las almas perdidas de éste mundo»
Adaptación Omegaverse Autorizada
Todos los créditos son de la autora original @Illbeyourlight_2809. Grac...
Joaquín estaba vestido de violeta. Sentados sobre una manta y disfrutando de un picnic. Emilio se rió, había descubierto el amor secreto de Joaquín por las cerezas. El Omega se había comido todas con las que contaban poco tiempo después de empezar.
La hora llegaba, el sol estaba por comenzar a bajar. Ambos recogieron todo lo que sobró en la cesta y se quedaron arrodillados en el suelo, con una tabla separándolos. Sobre la tabla estaban un pin, con piedras violetas y plumas plateadas y un diario.
- El aire es: Libertad. Tenemos que ser libres de nuestro pasado, Omega. Libres para amarnos, libres para confiar. El aire es: paz. Estaremos en paz con nosotros mismos y en presencia de nuestra pareja.
Ambos suspiraron, Emilio tomó la libreta y miró a Joaquín a los ojos.
- Te acepto, con todo lo que eres.
- Gracias... - susurró Joaquín.
- El camino fué largo, pero te encontré. Déjame ver tu sonrisa, esa que hace que suspire. - se sonrieron - Permite que te sostenga cuándo sientas que caes, no voy a dejar que lo hagas. Estoy para quedarme, Omega. - prometió y le extendió la libreta, que Joaquín tomó en sus manos -. Ésta libreta simboliza nuestra comunicación. Somos libres de hablar, Omega.
- Por años estuve en una oscuridad aterradora. Dónde la luz del sol no llegaba y la brisa no corría. Perdí mi rumbo y no había nada por hacer. Me lastimaron, Alfa. Incluso llegué a pensar en que nadie estaría para mí al final... cuándo no era así... nunca fué así.
»Luego llegaste... -. Joaquín se sonrojó cuándo Emilio le guiñó el ojo y se mordió un poquito el labio -. Me abriste los ojos, me conectaste conmigo mismo... Quiero ser amado por tí. - terminó Joaquín con los ojos cristalizados.
Emilio tomó el pin de la tabla y se lo enseñó.
- Si nuestro encuentro ya estaba escrito, hagamos que nuestro final sea: y vivieron amándose para siempre. -. Emilio se acercó para abrochar el pin en la remera de Joaquín -. Prometo sentirme en paz, caer frente a tí si lo necesito. Prometo no huir de los problemas, volver a tí con la libertad de abrir mi corazón.
Emilio se apartó y lo miró a los ojos.
- Me aferro a mis promesas cómo éste pin a tu camisa. -. Emilio le sonrió -. Seamos libres de entender que es fácil ser amado. -. Joaquín respiró hondo, conteniendo las lágrimas.
-. Prometo sentirme en paz, caer frente a tí si lo necesito... -comenzó bajito - Prometo n-no huir de los problemas, volver a tí con la libertad de abrir mi corazón...
»Seré libre de entender: es fácil dejarme amar, si de tí se trata.
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Luego de dejar todo en el auto y volver sobre sus pasos. Emilio y Joaquín al fin estaban frente a la segunda parte de su día. Un globo aerostático, con franjas de muchos colores los esperaba. Luego de recibir todas las medidas de seguridad, el coordinador los hizo subir. Era el ultimo vuelo del día, justo antes de que anocheciera.
Emilio abrazó a Joaquín por atrás, dejando caer su cabeza en sus hombros. Ambos observando la vista, en silencio. Joaquín no lo había dicho, pero estaba un poco asustado, demasiada altura para él, pero Emilio lo sabía.
El Alfa acarició su cintura con suavidad y cada tanto dejaba besitos en su hombro. Joaquín sólo suspiraba.
Al terminar el paseo, volvieron caminando hasta el auto.
- ¡Emilio no! - advirtió Joaquín riendo, escapando del Alfa.
Emilio lo persiguió, intentando atraparlo. Emilio descubrió otro secreto de Joaquín: tenía demasiadas cosquillas.
- ¡Emilio! - gritó el Omega, Emilio lo atrapó por la espalda. Joaquín se carcajeó, sin poder contenerlo cuándo el Alfa comenzó a hacerle cosquillas.
En un intento de separarse se impulsó hacía adelante, perdiendo el equilibrio. Joaquín se giró y tomó la remera de Emilio, ambos cayeron el suelo.
Emilio sobre Joaquín.
-Ouch... - se quejó Joaquín. El Omega se encontró con la cara de preocupación del Alfa, que se sostenía con ambos brazos a los lados de su cabeza, Joaquín comenzó a reírse-. ¡Oops! - exclamó entre risas.
Emilio sonrió suave y rodó los ojos negando, lo tomó de la mandíbula haciendo que lo mire. Emilio acercó su rostro, quedando a pocos centímetros de sus labios. Su respiración calmada se mezcló con la agitada de Joaquín.
Ambos se sumieron en un silencio, en que sólo oía: Joaquín intentando recuperar el aliento, el viento correr y algún grillo que se ocultaba entre el pasto, aprovechando la oscuridad de la noche.
- Hola... - saludó el Omega en un suspiro, sobre los labios entreabiertos del Alfa.
- Hola. -. Joaquín sonrió y levantó su cabeza, uniendo sus labios al fin.
Y disfrutaron del otro. Besitos cortos, probando el sabor de sus labios. Un beso largo luego, explorando sus bocas. Emilio se separó y besó su frente, mejillas, mentón... dejó un besito en su nariz y uno cortito en sus labios, otra vez.
- Joaquín, yo... -. El Omega lo observó, incorporándose, quedando sentando con el Alfa sobre él -. Yo te - -. Joaquín lo cortó con un beso.
- No. No lo digas aún. - pidió, tomando su rostro entre sus manos y volvió a dejar otro beso corto sobre sus labios.
Se separó y apoyó su frente contra la del Alfa, sin soltar sus mejillas. Ambos tenían los ojos cerrados, sintiendo el calor que emanaba el otro con las palmas tibias de Joaquín en las mejillas de Emilio. El contacto de sus frentes y el pequeño rastro de agua que humedecía sus pestañas.
Todo era un deleite, todo se sentía mágico, magia que les llenaba el corazón de paz.
- Por favor..., no estoy listo para oír eso. Quiero poder decir lo mismo. - susurró.
Emilio resopló frustrado, anhela dejar ir el peso de esas palabras de su boca, pero no podía dejarlas escapar, no ahora.
- Está bien... - cedió Emilio en un murmullo.
Emilio se separó, mirando los luceros mielados de su Omega.
Las estrellas ó la luna que decoraban el cielo nocturno, el sol que saldría la mañana siguiente ó el fuego que usar para volar en el globo.
Ninguna de las luces que emanaban podría iluminar tanto un momento... cómo el brillo que Emilio veía en los ojos de Joaquín.
- Te quiero, Alfa.
- También te quiero, Omega.
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