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21.04.22

¡Les dejo otro extra, el penúltimo!






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La tarde del sábado estaba siendo caótica.

- ¡Es mío! - refunfuñó Asher y se estiró para quitarle su patito a Alan.

El Alfita corrió lejos gritando.

- ¡No!, ¡es mío ahora! - gritó y Asher comenzó una especie de rabieta pateando el suelo y comenzó a llorar a gritos.

- ¡Papi! - llamó el Omeguita.

- Alan, por la luna. - habló Emilio caminando hasta Asher.

Emilio suspiró arrullando a su cachorro, escuchando cómo el otro discutía con alguien en la otra habitación. Emilio tomó la manito de Asher y caminaron hasta los gritos. Alatz estaba sentado en su cama, junto a Joaquín y Alan parado frente a su madre con el peluche en sus manos.

Emilio frunció el ceño al ver cómo su hijo le gritaba a su Omega. Su lobo se limitó a levantar sus orejas y quedarse atento a la situación.

- Alan, estás enojado, bebé. Y está bien, pero yo no te grito, puedo oírte aún sino gritas. - le respondió Joaquín con dulzura y bajito y le dió una mirada rápida a su Alfa -. Ahora, ¿no crees que es mejor compartir las cosas con tu hermanito?, ¿le pediste permiso para tomar su patito?

- ¡No!, ¡es mío!

- Cachorro, sin gritar. - tarareó el Omega -. Sabes que ese patito es de tu hermano, él vá a estar triste, ¿qué opinas de devolvérselo y buscar uno de los tuyos?

- ¡No!, ¡quiero éste!, ¡quiero éste, mami!

- Alan, no podemos tomar las cosas de los demás sin su permiso. ¿Cómo te sentirías si Asher te quitara tu peluche favorito? - señaló Joaquín a su cachorro más pequeño junto a su Alfa.

- ¡No importa! -. Alan pateó el suelo. Joaquín se cubrió por reflejo y Alatz se inclinó para cubrirle el vientre sin pensarlo cuándo el pequeñito le lanzó el peluche.

- ¡Oye! - gruñó Alatz.

- ¡Alan! - gritó Emilio ésta vez.

Asher se sobresaltó, su lobito se hizo pequeñito y gimoteó, no le gustaba que su familia se gritara. El rizadito apretó el agarre en la mano de su papi, tratando de esconder su carita en la cintura del Alfa.

El Alfita volteó a mirar a su padre, aún con el ceño fruncido y un puchero en sus labios. El niño corrió fuera de la habitación y Emilio sólo respiró hondo. Joaquín se puso de pié con el ceño fruncido, caminó hasta Emilio, Asher se soltó y se abrazó a la cintura de su madre.

Alatz // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora