Valerie Sand, una chica que nunca tenía las agallas suficientes para convertirse en quien realmente quería ser.
Zyan Price, un apasionado guitarrista que siempre que comenzaba a escribir una canción, no era capaz de terminarla.
Y una pregunta, tan...
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VALERIE SAND
Había estado toda la semana pensando en lo que sucedería hoy en la noche. Llegué a un punto donde debía admitir que me sentía más que nerviosa. El corazón se me aceleraba de tan solo pensar en ello. Era la primera vez que pasaba por una situación como esta.
Esta noche se llevaría a cabo una fiesta, y no cualquier fiesta. Se trataba nada más ni nada menos que del cumpleaños de los gemelos que formaban parte de Dark Storm y por lo tanto, Jaxon me había dicho que me presentaría a todo su círculo social. En cuanto soltó ese comentario se me pusieron los pelos de punta y había un motivo por el cuál me sucedía eso: lamentablemente a veces me afectaba el no caerle bien a las personas. Más si se trataba de los mejores amigos del chico con el que he estado saliendo por un poco más de dos semanas.
Quería agradar, formar parte de la vida de Jaxon de una manera un poco más íntima. Es decir: llevarme bien con las personas que él más quería. Durante nuestras tantas citas, me había hablado mucho sobre ese grupo de amigos que conocería en la noche. Eran personas realmente importantes para él y la simple idea de no agradarles o no encajar en su círculo, me ponía más que nerviosa. Incluso me alteraba de solo pensarlo.
Tanto, que cuando Zyan no contestó a mis mensajes porque seguramente se encontraba ensayando con Blake y Levi, fui hasta la tienda donde trabajaba Saray. Cuando ingresé al lugar, ella se encontraba guardando algunas cosas en su bolso. Se veía apurada por irse. Pensé inmediatamente que faltaba poco para su hora de salida.
Caminé a paso lento hasta detenerme enfrente suyo, hecha un manojo de nervios. Ella levantó la mirada y estiró el rostro de la sorpresa antes de sonreír.
—¡Valerie! —exclamó a modo de saludo—. ¿Qué te trae por aquí? ¿Rompiste tus auriculares de nuevo?
Sonreí y negué con la cabeza.
—Por suerte no. Te parecerá raro, pero necesito tu ayuda.
Frunció el ceño.
—¿Qué sucede? ¿Qué necesitas?
Suspiré, intentando volver a sonreír pero se pareció más a una mueca.
—Emergencia de moda —contesté—. Y de nervios…
Ella levantó una mano en señal de que me callara.
—No se diga más.
. . . .🖤🎸🤍 . . . .
Say se sentó sobre el pequeño sofá que se encontraba situado en una esquina de mi habitación. Me hizo acostarme sobre mi cama y abrió la aplicación de Notas en su teléfono como si se tratara de una sesión con mi terapeuta.
—Cuéntame la situación. Con lujo de detalles.
—Bueno… ¿Recuerdas, de casualidad, al vocalista rubio con tatuajes rojos que se presentó con su banda cuando fuiste al bar?
