🎸 Capítulo 17 🎸

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VALERIE SAND

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VALERIE SAND

No había sido capaz de prestar atención en mi última clase del día. Lo único que había hecho fue mirar el reloj digital que rodeaba mi muñeca cada cinco minutos, ya que estaba ansiosa por irme. Hoy vería a Say luego de clases para ayudarla a elegir un vestido para la boda de su hermana.

Debía admitir que me sentí muy especial cuando me habló para vernos y sobre todo cuando me pidió ayuda. En fin, me sentía especial debido a que me había tenido en cuenta para esa tarea. Su compañía me era muy agradable y no entendía aún por qué seguía hablándome. Como ya había mencionado, tenía un gran talento para aburrir y alejar a las personas. No me consideraba parte de ese grupo de gente interesante que generaba en los demás ganas de volver a verle o de formar algún tipo de lazo.

Casi nadie me consideraba interesante.

Yo no me consideraba interesante.

El timbre sonó, provocando que guardara mis cosas a una gran velocidad. Todos salían del salón de estudio con la misma rapidez que yo, aunque me detuve en cuanto la profesora Wade se aclaró la garganta justo cuando pasé por su lado. Era obvio que trataba de llamar mi atención.

—Sand —me llamó de forma amable, causando que la mirara—. ¿Cómo vas con la última pregunta de tu ensayo? Te quedan pocas semanas para acabarlo.

Mierda.

El maldito ensayo.

Esa maldita pregunta.

Mi vida era mucho más fácil cuando olvidaba que existía.

—No muy bien —decidí ser sincera—. Pero pronto tendré algo en mente. No se preocupe.

Ella frunció el ceño, al mismo tiempo en que corregía unos exámenes.

—¿Aún no puedes contestar? Qué extraño.

—Me lo estoy tomando más enserio de lo que parece, profesora —admití en voz baja e hice una mueca al terminar de hablar.

Mi respuesta causó que ella levantara la vista y la clavara justo en mí, intrigada. También dejó escapar una breve risita. Sin duda alguna, ella no tenía ni idea de lo que había provocado con un simple ensayo y sobre todo esa simple pregunta.

«Tan simple no es, Valerie. Sino, no te costaría tanto darle una maldita respuesta».

—Interesante. Esperaré con ansias entonces.

¿Interesante? Esa no era la palabra que yo usaría. Esto, más bien, me resultaba abrumador.

Le sonreí a boca cerrada mientras salía del salón, comenzando a sentirme estresada. El pensar que jamás hallaría una respuesta honesta me ponía de ese modo.

«Gente que tenga claro su concepto de amor, la envidio», exageré mentalmente.

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Nuestro concepto de amor ✔ | Destinos Escritos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora