Valerie Sand, una chica que nunca tenía las agallas suficientes para convertirse en quien realmente quería ser.
Zyan Price, un apasionado guitarrista que siempre que comenzaba a escribir una canción, no era capaz de terminarla.
Y una pregunta, tan...
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ZYAN PRICE
Mi cabeza había estado en las nubes desde la boda, desde ese momento luego de cantar aquella canción en el escenario, desde ese beso que lo cambió todo. Me costó procesar lo que había sucedido. En un momento me encontré a mí mismo corriendo en busca de Valerie luego de que me dejara solo en el escenario. ¿Por qué? Pues, de verdad quería saber de qué huía.
Su mirada me había transmitido muchas cosas y de pronto se estaba yendo. No tuve ni tiempo de pensar que ya estaba siguiéndola. Y cuando estuvo frente a mí, solo necesité mirar por unos segundos sus labios para terminar lo que empecé en la tienda de música.
Pero después… Volvió a huir.
¿Yo había hecho algo mal?
No, la forma en la que ella me besaba decía todo lo contrario. No hacían falta palabras. Valerie había correspondido a mi beso de una manera que jamás había conocido. Porque sí, había besado a algunas chicas a lo largo de mi vida, pero nunca había sentido una infinidad de cosas mientras sucedía.
Era extraño, pero maravilloso.
Tal vez esa era la forma correcta de describir lo que ocurría entre Valerie y yo.
De pronto caí en la cuenta de las actitudes que ambos habíamos tenido últimamente. Los nervios sin razón, las miradas que decían más que mil palabras, las mejillas sonrojadas de Valerie cada vez que ponía toda mi atención sobre ella, la forma en la que mi corazón latía como loco cuando teníamos el más mínimo contacto físico, absolutamente todo. Las señales ahí estaban.
Estaba negado, ya que era mi mejor amiga de quien hablaba. Era mi persona favorita. Jamás creí que besarla sería una de las mejores sensaciones que me atravesarían.
No podía hablarlo con ella como siempre ya que ella era parte de la situación, así que recurrí a Blake y Levi. Aún recuerdo la conversación.
«Me senté frente a ellos. Ambos estaban tirados en el suelo de mi habitación, disfrutando de la música baja y mirando los miles de pósters pegados en mi techo. Yo estaba en mi cama, preparado para contarles lo que había estado ocurriendo. Me costaba porque al final ellos tenían razón. Y yo que tantas veces les dije que jamás pasaría algo entre Valerie y yo.
Mierda.
—Tengo que contarles algo —solté sin más, jugando con mis manos.
Levi me miró.
—¿Qué ocurre?
Blake comenzó a jugar con la pelota de mi perro, Dizzy, tirándola hacia arriba y atrapándola cuando regresaba a él reiteradas veces.
—¿Es importante de verdad o es de esas veces en que finges seriedad y dices estupideces?
Fruncí el ceño y luego le mostré el dedo de en medio.
