Octubre, 2021
—Nunca sabes. —Derek, mi novio, levantó la mano y vi que sostenía tres condones empaquetados entre su dedo índice y el medio—. Tal vez hoy sea el día.
Lo vi meter los condones en el bolsillo de sus jeans blancos.
—Ayúdame con las alas.
Me acerqué y sostuve las correas de las alas de ángel para que él pudiera meter los brazos y acomodarse. Estaba con el torso desnudo, mostrando su esbelta y larguirucha figura. La realidad era que mi novio era unos buenos centímetros más alto que yo, y yo era una persona relativamente alta.
Retrocedí unos pasos y lo observé con atención. Su disfraz improvisado había sido un éxito. Las alas emplumadas y los jeans blancos cumplían las dos tareas más importantes, que pareciera un disfraz y que dejara ver el cuerpo trabajado de quien lo usaba. Casi podía visualizar las miradas de todos una vez que llegáramos al antro. Filas de hombres con la boca abierta y los ojos fijos en Derek. Era lo que pasaba cada vez que entrábamos a un lugar. Mi novio, siempre por delante, arrancaba suspiros de hombres y mujeres, estuviera vestido como estuviera vestido. Su atlético y alto cuerpo presumía de un porte que pedía que lo miraran, al mismo tiempo que su caminar y su manera de moverse era algo misterioso y seductor para el ojo humano, como si fuera una criatura celestial. Pero ¿cómo podía culparlos? Yo mismo había caído en sus encantos la noche en la que lo conocí. Para enamorarme, fue suficiente que se acomodara sus mechones rubios y me dedicara una profunda mirada con esos ojos de un azul tan oscuro que parecía negro.
—¿No vas a ponerte nada más? No me gusta como te ves —dijo después de barrerme con la mirada.
Y ahí estaba la otra cara de la moneda, la parte que solo yo veía. El Derek "directo" (como a él le gustaba describirse) que hacía comentarios hirientes con la misma naturalidad con la que se pregunta la hora.
Me miré en el espejo. Llevaba unos jeans negros y una diadema que simulaba unos cuernos de demonio. Mi pálido torso igual estaba al descubierto, solo que yo no le sacaría un suspiro a nadie.
—Ven —me dijo.
Me acerqué y dejé que me delineara los ojos con un lápiz negro. Luego me miró y sonrió. Se acercó a mí y compartimos un beso rápido, como lo hacen los novios que se aman.
Al llegar a APOLO'S, el nuevo antro gay de Nueva Siena, seguí a Derek hasta unas escaleras ubicadas en el lateral del edificio, evitando el cúmulo de gente disfrazada que estaba esperando para entrar por la puerta principal, donde un enorme guardia revisaba identificaciones y cada tanto abría la cadena para dejar pasar a las personas.
—Ya le avisé a Morgan que estamos esperando. —Morgan era el mejor amigo de Derek, quien igual resultaba ser el nuevo novio del dueño del lugar—. No debe tardar.
La puerta se abrió con un crujido y Morgan se hizo presente, éste llevaba los cabellos azules y una especie de licra verde por única prenda.
—¿De qué se supone que estás disfrazado? ¿De maricón? —preguntó Derek mientras se abalanzaba para pasar por la puerta y le daba una palmada en la espalda a su amigo.
—Riéte todo lo que quieras. Soy un hada del bosque.
Caminamos por un pasillo en el que se alcanzaba a escuchar el eco de la música electrónica. Al llegar al final, nos abrimos paso a una sala enorme y repleta de gente que bailaba y chocaba al ritmo de la música. Los oídos me retumbaron con el estridente sonido y mis ojos fueron cegados por una luz rosada que me dio directamente a la cara. El lugar estaba oscuro, pero luces de colores que se movían por todo el espacio se reflejaban en las paredes y en el techo de aquel antro.
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ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)
RandomAdvertencia: Novela homoerótica (contenido +18 ocasional) Griffin consigue trabajo como fotógrafo de "Asmodeus", una revista gay extremadamente famosa, donde conocerá a un grupo de atractivos y lujuriosos modelos que le abrirán la puerta a una vida...