Emergencia (Nathan)

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—¿Hablo con el señor Nathan Cox? —preguntó la voz al otro lado de la línea telefónica.

—Sí, ¿con quién tengo el placer? —Me tallé los ojos mientras volteaba a ver el reloj, ya era de madrugada.

—Señor Cox, le hablo desde el hospital de Nueva Siena. Marcus Pratt acaba de ser ingresado por heridas graves. Lo tenía como contacto de emergencia por lo que le pedimos que venga lo antes posible.

—¿Marcus? ¿Qué pasó?

—Todo indica una pelea callejera.

Colgué sin responder y en menos de media hora estaba en el hospital, lo cual no sirvió de mucho porque me dijeron que Marcus estaba en cirugía, algo sobre huesos rotos. Esperé lo que pudieron haber sido minutos, horas o días, y en todo ese tiempo no me moví de la silla en la que estaba. Alguien me ofreció agua, pero dije que no. No podía creer lo que estaba pasando. Marcus no se metería en una pelea callejera, jamás. Reí ante el pensamiento de que se consideraría demasiado fino para algo así, pero la sonrisa se desvaneció cuando el doctor estuvo parado frente a mí.

—Todo salió bien. Se rompió la clavícula y una costilla, creímos que podía estar afectado el pulmón, pero no era así. Ahorita está descansando, pero puede pasar a verlo.

En unos minutos estaba sentado junto a su cama. Él dormía y se veía tranquilo, pero yo sabía que cuando despertara se desataría el infierno al verme ahí. Ni siquiera sabía lo que le diría. "Hola, te odio con todo mi ser por traicionarme de la peor manera, pero soy la única persona que está aquí después de que casi te matan" tal vez no era la mejor forma de presentarse.

—¿Nathan?

No tuve mucho tiempo más para pensar en qué le diría, pues me miraba con ojos somnolientos, pero despiertos.

—Marcus.

Hizo una mueca de dolor al tratar de moverse.

—Estás en el hospital. Alguien te encontró en la calle, estabas muy mal.

—Me atacaron.

—Han dicho que fue una pelea callejera.

—No. Fueron tres hombres. Empezaron con insultos homofóbicos al verme salir de...

Se interrumpió, pero su mirada fue suficiente para que yo entendiera que estaba con otro hombre. No sabía muy bien cómo sentirme al respecto, pero tampoco tuve mucho tiempo, pues en ese momento entró otro hombre a la habitación. Era de pelo negro y piel clara, tenía unos grandes ojos verdes, y por un segundo me pareció ligeramente conocido.

—Marcus, ¿estás bien? —preguntó desesperado mientras se acercaba a la cama—. Me acaban de avisar que saliste de cirugía, estaba muy preocupado, cuando te encontré en la calle creí que estabas muerto.

Las lágrimas desbordaban de los ojos del hombre y entendí que se trataba de la persona que lo encontró y, por supuesto, del hombre con el que estaba.

—¿Connor? —Marcus se veía confundido.

—Hola, soy Nathan —dije, extendiéndole la mano.

—Connor Drummond. —No me miró a los ojos.

Yo estaba sentado a la derecha de Marcus, y Connor estaba parado a su izquierda, más cerca de la puerta. Marcus se veía contrariado y no sabía muy bien a quién ver.

—Creo que lo mejor es dejarlo descansar —dije con cierto recelo. No me daba confianza que ese hombre estuviera en la habitación con él.

—Sí, sí. —Se limpió las lágrimas y se dirigió a la puerta—. Estaré por aquí por cualquier cosa.

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora