Tres hombres: Parte 2 (Griffin)

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Jamás creí estar en una situación así. Los dos hombres que habían despertado algo en mí estaban en mi cama, semidesnudos. Mi cuerpo entre ambos. Tristan estaba a mi derecha, besándome el cuello y acariciando mi abdomen desnudo con una de sus manos. Lucas estaba a mi izquierda, bajando por mi pecho y abdomen hasta llegar a la cinturilla de mi ropa interior. Pegó su cara a mi sexo y solo la tela impedía que su boca humedeciera mi piel. No fue una sorpresa cuando arrancó la prenda de mi cuerpo y comenzó a besar mi erección.

—Hasta los vecinos pueden escucharte —susurró Tristan en mi oído, haciéndome consciente de que estaba gimiendo muy fuerte por unos simples besos.

Mordí mis labios para no gemir, pero la humedad crecía en mi miembro mientras Lucas comenzaba a usar la lengua. Mis dedos bajaron buscando sus cabellos y cuando los encontraron, se enredaron entre sus rizos, obligándolo a disfrutarme a más no poder. Entonces dejé de sentir la calidez de su boca y dirigí la vista hacia él para entender lo que pasaba. Él me miraba mostrando unos dientes alineados y blancos que reflejaban su picardía en una sonrisa caliente. Abrió la boca y engulló mi erección hasta que la punta tocó su garganta, cosa que me hizo poner fuerza en los dedos y tomarlo firmemente del cabello. Tristan, por su parte, estaba besando mi pezón, bueno, mordiendo. La doble estimulación me llevaba al cielo, y no sabía muy bien cómo reaccionar. No se sentía como sexo, sino como si me estuvieran adorando.

Decidí tomar las riendas y jalé a Tristan hacia arriba, dejando su cara alineada con la mía. Entonces lo besé con pasión y decisión, hasta que la saliva de él era la mía y nuestras bocas no reconocían límites. De vez en cuando se me salía un gemido que se ahogaba en su garganta, sobre todo cuando Lucas pasaba su lengua por mi glande o cuando usaba los dedos para acariciar mis bolas.

Tristan dejó de besarme para bajar hasta estar a la altura de Lucas, quien, sin notar la presencia del otro, seguía metiendo y sacando mi miembro de su boca como si su vida dependiera de ello. Entonces el rubio le puso una mano en los cabellos castaños y lo sostuvo para que el otro se despegara de mí. Lucas sonreía, perdido, casi como si no entendiera lo que pasaba. Entonces ambos se besaron frente a mis ojos y mi erección palpitó al ver como Tristan dominaba a Lucas, pero éste se veía excitado por la situación, dejándose llevar, dejándose usar. Luego los dos me miraron y, sin decir nada, sumergieron sus bocas entre mi sexo y empezaron a chupar juntos. La sensación era indescriptible, irreconocible, diferente a cualquier cosa que hubiera sentido antes. Mi pecho se agitaba mientras mi boca dejaba escapar jadeos y suspiros que subían su nivel conforme los dos hombres empezaban a bajar hasta llegar a mis bolas, las cuales disfrutaron sin vergüenza. Sentí la humedad bajar todavía más hasta llegar a mi entrada que llevaba años sin ser estimulada.

—Yo... —dije para excusarme.

—Sh. —Lucas no se resistió y pronto tenía su lengua explorando aquella zona de mi cuerpo que solía ignorar.

La lengua de Tristan no llegó hasta allá, sino que regresó a mi glande y comenzó a estimular mientras mi cuerpo sentía que explotaría en cualquier momento. Por suerte, ambos se detuvieron y se levantaron de la cama, quitándose sus bóxers, respectivamente. Así como sus cuerpos eran diferentes, sus erecciones igual. La de Lucas era larga y no tan gruesa, mientras que la de Tristan era más gruesa que larga. No me sorprendía que Tessa hubiera disfrutado tanto con mi amigo. El rubio no dudó ni un segundo y se subió de nuevo a la cama, se arrodilló frente a mí y puso su herramienta justo frente a mi cara, así que no dudé en tragármela completa. Sin paciencia, comenzó a mover sus caderas firmes, penetrando mi boca y haciendo que me atragantara con tal diámetro. No me moví, dejé que me cogiera de esa manera mientras Lucas se masturbaba mirándonos.

En algún momento, Tristan se aburrió de la posición y se movió, llevando su cara a mi sexo y alineando el suyo con mi cara, formando un 69 con él arriba. Hice lo propio y estimulé su pene venudo mientras él hacía lo mismo con el mío. Luego de un rato, pasé a sus bolas y las lamí con pasión, pero entonces se me ocurrió una idea. Mi palma golpeó su glúteo, arrancando un muy pequeño gemido de su boca, casi inaudible, pero que me excitó de una manera increíble. Pronto, mi boca se dirigía a su entrada y mis manos lo tomaban del culo para acercarlo a mi cara. No dudé en humedecerlo y dilatarlo, a lo que él respondía con risas y gemidos intercalados. Pasé mi dedo por su orificio y sentí que entraba con facilidad al hacer poca presión, así que lo metí. Él se exaltó, pero no tardó en relajarse de nuevo. Entonces mi yema encontró su próstata y comencé a hacer círculos alrededor, haciendo que gimiera con mi pene en la boca, haciendo que yo me retuerza de placer.

Justo cuando planeaba meter el segundo dedo, Lucas lo obligó a incorporarse y lo besó. Besos que se convirtieron en mordidas de labios y luego de cuello. Bajó por el torso del rubio hasta llegar a su pene y no dudó en tragárselo completo, haciendo sonidos que demostraban que no tenía tanta práctica. Me levanté y miré la escena, entonces decidí ponerme detrás de Tristan, escupí en mis dedos, y humedecí su entrada. Estaba dispuesto a meter dos, pero su voz me interrumpió.

—Cógeme.

—¿Qué? Pero Tristan...

Sería su primera vez y no estaba seguro de si aguantaría.

—Hazlo ahora... lo necesito. —Y realmente sonaba como una necesidad.

Tomé un condón de la mesa de noche y me lo coloqué. Me puse lubricante y comencé a rozar su culo con mi sexo. Entonces alineé mi pene con el orificio y ejercí presión. Fue casi inmediato. Entró sin dificultades y, fuera de un quejido, no pasó nada grave. Tristan agarró los cabellos castaños de Lucas y empujó su pelvis, obligándolo a hacerle garganta profunda. Entonces comenzó a moverse. Se cogía la boca de Lucas mientras se ensartaba en mi miembro. Lo hacía con una velocidad intensa, extasiado y descontrolado. Estimulándose por ambos lados y dejándose llevar por el completo placer. Mi cuerpo temblaba reteniendo mi eyaculación, pues no estaba muy lejos, pero justo cuando creí que tanto Tristan como yo alcanzaríamos el clímax, Lucas se levantó.

—Ahora es mi turno. —Y una sonrisa maliciosa asomó en sus labios.

Se incorporó y agarró los cabellos dorados de Tristan, lo obligó a bajar y a éste no le quedó más opción que meterse el miembro de Lucas en la boca. Como si el castaño me entendiera, comenzó a penetrar a mi amigo con un ritmo parecido al mío, uno por adelante y el otro por detrás. Tristan gemía como loco y yo hacía lo mismo, hasta que sentí que el orgasmo era imposible de detener y dejé salir mi semen. Para mi sorpresa, Lucas había terminado al mismo tiempo y la boca de Tristan chorreaba gotas blancas. Se le veía tan sumiso, pero no duró, porque dijo:

—De rodillas.

Ambos obedecimos y él se paró frente a nosotros. Comenzó a masturbarse con los ojos cerrados y no paró hasta que un gemido varonil nos indicó que pronto nuestras caras estarían embarradas de Tristan, y así fue, pues a los tres segundos sentí gotas espesas de un líquido caliente chocar contra mi piel. Entonces mi amigo se arrodilló con nosotros y no dudó en pasarnos los brazos por la nuca. Creí que nos abrazaría, pero nos jaló con sus prominentes bíceps y nos obligó a acercarnos. A los pocos segundos, los tres compartíamos un beso bastante húmedo y con un sabor un tanto extraño.

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora