El pecado original (Griffin)

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Abrí mis ojos con dificultad mientras sentía como si alguien me estuviera metiendo un clavo a martillazos en la cabeza. Lo primero que vi fue una mancha multicolor en el suelo, rojo con blanco y azul. Parpadeé unas cuantas veces y entendí que se trataba de mi ropa. Espera... ¿mi ropa?

Me erguí en la cama en la que me encontraba y me llevó unos dos segundos darme cuenta de esa no era mi habitación. No era mi departamento y, como si eso no fuera suficiente, un cuerpo descansaba a mi lado. Tenía una almohada cubriéndole la cabeza, pero los recuerdos que sea agolpaban en mi cabeza me hacían creer que cuando levantara la almohada me encontraría con nada menos y nada más que los sedosos cabellos castaños de Lucas Quinn.

¿Me había acostado con Lucas? Levanté las sábanas y confirmé que ninguna prenda cubría mi hombría, y el contenedor de lubricante vacío que estaba junto a mi pie tampoco era muy buena señal.

Tomé valor y puse mis manos sobre la almohada. Sería mejor arrancarla sin dudar, así la sorpresa no sería tan desconcertante. Y así lo hice, pero me equivoqué en algo porque nada me causó más desconcierto que ver cabellos cortos y negros en vez de largos y castaños.

—¿Qué pasó? —Un Ethan adormilado me miraba con los ojos medio cerrados—. ¿Todo bien?

—Ethan —dije con sorpresa.

—Griffin, déjame dormir.

—¿Cómo llegué aquí? —Por más que lo intentaba, no podía recordar nada después del momento en el que me subí al auto con Lucas y Tristan.

—Creo que ese es un misterio y lo será por siempre. Solo tocaste la puerta hasta que desperté y te abrí.

—¿Cogimos?

—Bueno, lo primero que hiciste cuando llegaste fue quitarme la ropa, así que ya te harás una idea, y si no me crees, solo espera a que me pare para que veas lo extraño que voy a tener que caminar. —Y rió.

Me reí también, no pude evitarlo. Miré el reloj y recordé que iba tarde para el trabajo.

—Mierda —murmuré.

—¿Qué pasó? —Ethan me miraba serio, como si algo que hubiera hecho.

—Tengo que ir a Asmodeus. Hoy conoceré a Eva Quinn.

La expresión de Ethan cambió de tensión a una especie de confusión. Como si estuviera pensando si abrir la boca o no. Entonces recordé que él había trabajado en Asmodeus y se había salido por algún motivo desconocido.

—¿Qué pasa? —pregunté—. ¿La conoces?

—¿Por qué la conocería? —Me miró serio.

—Pues tú trabajabas en Asmodeus, ¿no?

Su mirada de sorpresa me confirmó lo que ya sabía.

—Estaba esperando que no te enteraras.

—Bueno, no es un secreto.

Ethan se irguió en la cama, dejando caer la sábana y enseñando unos pectorales bien desarrollados.

—Trabajé en Asmodeus, pero tuve malas experiencias con personas importantes y me obligaron a irme.

—¿Personas importantes? —Me miró como si la respuesta fuera obvia—. ¿Eva?

Asintió.

—Eva Quinn no es la heroína que todos creen que es.

—Cuéntame lo que pasó. Necesito saberlo.

—No sé. —Trató de pararse de la cama, pero lo sujeté de la muñeca—. La conocerás hoy y no quiero que te hagas ideas, decide por ti mismo. Que yo haya tenido malas experiencias con ella no significa que tú igual.

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora