Deseo (Griffin)

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El estruendoso sonido de algo rompiéndose me sacó de mi trance. Separé mi cara de sus glúteos y observé el dispensador de jabón, o los pedazos del mismo, que se repartían por el suelo después de que Ethan lo hubiera empujado sin darse cuenta.

—Ups. —Mi acompañante no podía mostrar menos interés.

Sus pupilas se veían dilatadas y su cara colorada. Una capa de sudor se cernía sobre su piel y su voz sonaba ronca de tanto gemir.

—Vámonos —rogó mientras mis manos estrujaban sus glúteos y repartía besos por su espalda.

Me despegué de mi amante y pensé en mis opciones. No tardaríamos tanto en llegar a mi departamento.

—Sígueme.

Los dos nos pusimos la ropa lo más rápido posible y en cuestión de minutos estábamos subiéndonos a un taxi. Como predije, no tardamos en llegar a mi departamento, al cual entramos de manera apresurada y entre besos. La puerta se aporreó a mis espaldas al cerrarse, mientras que mis manos estaban demasiado ocupadas recorriendo la espalda desnuda de Ethan, pues su playera ya estaba en el suelo.

Poco a poco la ropa iba disminuyendo mientras que la calentura iba aumentando. Mi piel chocaba con la suya y nuestros cuerpos se frotaban generando un calor mayor del que nos consumía por dentro. Su pecho ejercía presión sobre el mío y me empujaba contra la pared. Y sus besos hacían lo mismo, labios que se acercaban a los míos con fuerza y necesidad. Era casi agresivo.

Mi espalda chocó contra la puerta de mi habitación y él supo lo que tenía que hacer. Puso la mano en el picaporte mientras la otra me tomaba de la espalda desnuda. En cuestión de segundos estábamos acostados en mi cama, uno encima del otro, frotándonos con ganas de que los trajes de baño desaparecieran y dejaran de separar nuestros cuerpos. Él estaba sobre mí y su peso me aplastaba contra la cama, aparte de la fuerza que hacía al mover sus caderas contra mí. Pude sentir la misma dominancia que había puesto sobre mí en el baño, pero al igual que como lo hice allá, le dejé claro que el control era mío. Ahora yo estaba arriba y sin dudarlo, me arranqué la única prenda que me quedaba. Él hizo lo mismo.

Sus gemidos aumentaron ahora que eran nuestros miembros los que se acariciaban y frotaban mutuamente.

—Cógeme —rogó en un susurro, separando sus labios de los míos.

Su petición me prendió más de lo que esperaba y no dudé ni un segundo en levantar sus muslos de tal manera que su entrada quedara libre para repetir lo que había hecho en el baño con mi lengua. Sus gemidos se volvieron incontrolables y aumentaban con cada movimiento de mi boca. Mis manos sostenían sus culo con fuerza y, cuando las saqué de ahí, pude ver una marca roja en su piel. Mi lengua recorría su entrada y los alrededores, llegando a sus bolas y a su miembro, que no dudé en meterme a la boca por completo, haciéndolo gritar de placer. Llevaba un tiempo sin hacerle sexo oral a un hombre de esa manera, dejando su piel húmeda y lubricada con mi saliva. Quise hacerlo experimentar algo todavía más intenso e introduje un dedo en su interior mientras mi lengua hacía círculos alrededor de la cabeza de su pene. Un dedo entró con facilidad y le arranqué un suspiro, pero no era suficiente, así que introduje uno más. Su reacción fue más intensa y sentí sus propias caderas moverse, empalándose en mis dedos desde antes de que yo los pusiera a moverse.

—Cógeme —repitió y lo volteé a ver.

Sus facciones estaban desechas en muecas de placer, su piel sonrojada y sus ojos cerrados. No pude resistirme a lo que me pedía, pero faltaba algo. Le ordené que se acostara viendo hacia el techo y escalé hasta que estuve arrodillado con ambas piernas a los laterales de sus hombros, mi pene erecto se posaba sobre su cara y él supo lo que tenía que hacer. Levantó la cabeza y no tardó en tener toda mi verga dura dentro de su boca, jugando con su lengua y sus labios para meterse todo lo que podía en su boca. Movía el cuello de adelante hacia atrás, generándome un placer liberador que hizo que mis gemidos se escucharan hasta el departamento del vecino. Entonces sentí sus manos callosas tomarme del culo y empujarme más hacia su cara, tratando de que mi verga llegue a lugares más profundos de su garganta. En algún punto fue suficiente, pues no quería eyacular todavía.

Unos minutos después, estaba poniéndome un condón y lubricando mi sexo para después alinearlo con su entrada y empezar a hacer presión. Como estábamos en misionero, pude ver cómo su boca se abría para gemir y sus ojos se cerraban en una mueca de dolor y placer al tiempo que la punto de mi pene entraba en su interior. Seguí ejerciendo presión y en pocos segundos estábamos lo más unidos físicamente que dos personas podían estar. Mis rodillas me sostenían sobre la cama y me permitían ejercer fuerza en mis caderas para meter y sacar mi pene de aquel hombre tan sexy. Empecé lento, pero estaba tan dilatado y hambriento que sus manos no tardaron en sujetar mis mis muslos y a menearlos a un mayor ritmo, indicándome cómo tenía que hacerlo, y obedecí.

Mis caderas se movían con velocidad para entrar y salir de él, haciendo que gimiera algo que no podía entender. Entonces decidí aumentar la fuerza y profundidad de mis embestidas, convirtiendo sus gemidos en lamentos y obligándolo a apretar los dientes cada vez que mi pene tocaba las partes mas profundas de su interior. Su cuerpo fue acostumbrándose a la velocidad, fuerza y profundidad, por lo que parecía nunca saciarse, haciéndome subir el ritmo a tal punto que sus bolas y pectorales saltaban al ritmo de mis estocadas.

Pasaron varios minutos y los dos estábamos sumidos en un viaje de placer y sudor que parecía superar a cualquier droga conocida. No hablábamos y los gemidos se habían convertido en suspiros, pues cada uno estaba enfocado en su placer. Se volvió algo casi mecánico, donde la imaginación no era importante, solo el movimiento. Algo casi monótono pues se sentía tan bien que no había por qué variar.

Los cabellos oscuros de Ethan estaban despeinados contra la almohada, lo que, junto con la capa de sudor que le cubría, le hacían ver como si acabara de correr un maratón. Sus suspiros empezaron a aumentar junto con el ritmo de mis embestidas, pues el placer amenazaba con hacerme eyacular, así que aumenté la intensidad y vi resultados en su cuerpo. No dudó en pasar sus brazos por detrás de su cabeza, exponiendo sus axilas y marcando líneas muy visibles en sus bíceps, permitiendo que yo fuera el único que controlaba el ritmo. Sus piernas al aire se sacudían al ritmo de mis golpes y sus gemidos empezaron a ser mas significativos y fuertes.

—Me voy a venir. —dije mientras mis bolas chocaban contra su culo, haciendo un ruido seco.

Sus manos se dirigieron a su propio pene y comenzó a masturbarse al tiempo que asentía y abría los ojos, mirándome. Su mirada de placer ahora se centraba en mí, me observaba mientras me dejaba llevar por el deseo y la lujuria y aumentaba el ritmo hasta un nivel animal. Me vacié en el condón viendo unos ojos azules que se cerraron un segundo después mientras su propio semen salía disparado por el aire para caer en su grueso torso marcado por el ejercicio. No dejé de embestir mientras los chorros blancos se disparaban en su propio cuerpo, creando gemidos ahogados y una sonrisa de satisfacción en su rostro que representaba lo que ambos sentíamos.

Nos aseamos y nos pusimos la ropa en unos cuantos minutos. Después me pasó su número y se fue de mi departamento, dejándome solo. Chequé mi celular y tenía unos cuántos mensajes de Nathan preguntándome dónde estaba y contándome que ya todos estaban borrachos para cuando llegó a la fiesta, así que decidió regresarse a su departamento.

Mientras checaba mis mensajes pendientes, me llegó uno del número que acababa de guardar.

Ethan: ¿Cuándo repetimos?

Griffin: ¿Mañana?

Ethan: Perfecto.

Me fijé en su foto de perfil que en miniatura no se distinguía muy bien. La abrí y la reconocí. Era la portada de junio de Leather Nueva Siena, la revista que competía con Asmodeus. En la foto se veía a Ethan con un pantalón de cuero y el pecho desnudo. En letras grandes rezaba "Ethan Hall deja los cuernos y se viste de cuero". Entonces recordé que había visto una foto de él en Asmodeus, específicamente en las portadas de unos cuantos números del año anterior. Y el resto de la noche no pude hacer nada más que preguntarme: ¿Por qué se había salido de Asmodeus?

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora