—Griffin, tengo que contarte algo. —Le puso pausa a la televisión y me miró—. No te había contado antes por todo lo que pasó con el ex de Nathan y tu hermano... medio hermano, pero ya pasaron unos cuantos días y no puedo guardármelo más.
—Dime. ¿Está todo bien? —Aquellos ojos azul grisáceo estaban abiertos de par en par.
—Sí, es solo que... —No sabía cómo continuar—. ¿Recuerdas el día que me encontraste... experimentando?
—Sí...
Griffin desvió la mirada.
—Pues... creo que ese día las cosas se confundieron un poco y...
—No. Yo sé que no eres gay. Muchos hombres experimentan con la próstata. —Trató de tranquilizarme.
—No, no. No digo que la confusión sea tuya, digo que yo estoy confundido.
—¿Cómo?
—Bueno, sé que los hombres heterosexuales igual pueden disfrutar, pero es que cuando lo estaba haciendo, por un momento pensé en... —"ti"—. Pensé en un hombre... en hombres.
Ahora sí me volteó a ver. Su semblante no reflejaba nada, se veía serio y nada más.
—¿Crees que podrían gustarte los hombres?
—Creo que puedo ser bisexual, sí.
—Pues tenemos que averiguarlo.
¿Cómo? ¿Con él? ¿Me estaba proponiendo sexo? Intenté balbucear, pero ni esos sonidos salieron de mi boca.
—¿Contigo? —pregunté.
—¡No! —Ahora sí se veía nervioso—. Es decir, no creo que sea lo mejor. Quiero llevarte a un lugar. Estáte listo a las 10:00 pm.
Y sin más, me levanté y me fui a mi habitación.
—Y Tristan —agregó—. Nos vamos a divertir mucho.
Como habíamos acordado, a las 10:00 pm yo estaba sentado en el sofá del departamento, vestido con una playera básica negra que se ajustaba a la altura de mis bíceps, unos jeans negros coronados por un cinturón con tachuelas plateadas, y unas botas de cuero que me hacían ver todavía más alto de lo que ya era. Griffin apareció a los pocos minutos en el marco de la puerta de su habitación. Llevaba una playera blanca y una chamarra roja, unos jeans y unos converse.
—¿Listo? —pregunté.
—Listo.
El taxi nos llevó por una carretera oscura hasta las afueras de Nueva Siena. En este punto, lo único que se podía ver eran árboles, gasolineras y uno que otro motel.
—Griffin, ¿me estás llevando a APOLO'S?
—No, no podemos ir ahí. El mejor amigo de mi ex es novio del dueño, y me enteré de que Connor trabaja ahí. Ten paciencia y verás.
Llegamos a un espacio abierto donde los árboles eran inexistentes y una especie de gran cabaña de madera se elevaba en el centro del terreno. Las ventanas despedían un brillo dorado y a través de ellas se podía ver a varias personas que se movían en el interior, pero lo que más llamaba la atención eran las letras neón de color azul que rezaban "LA CUEVA DEL OSO".
Nos bajamos del taxi después de pagar y caminamos hacia la puerta. Algunos hombres estaban repartidos por la entrada del local con sus cigarrillos entre los dedos. Casi todos se nos quedaban mirando, pero no dejé que eso me intimidara. Una vez que entramos al lugar sentí un ambiente pesado. Era una estancia enorme y larga que recordaba a cualquier bar o restaurante que imitaba a una cabaña para cazadores. Las lámparas doradas solo se ubicaban en la primera parte del local, pues cada una coronaba una mesa de billar ocupada por varios hombres. La segunda parte del lugar, lejos de nosotros, estaba repleta de mesas y sillas volteadas hacían un pequeño escenario; la zona estaba vacía y sumida en la oscuridad.
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ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)
DiversosAdvertencia: Novela homoerótica (contenido +18 ocasional) Griffin consigue trabajo como fotógrafo de "Asmodeus", una revista gay extremadamente famosa, donde conocerá a un grupo de atractivos y lujuriosos modelos que le abrirán la puerta a una vida...