Noche de pasión (Nathan)

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—Creo de deberías llamarle. —Marcus me miraba desde un sofá de la sala mientras yo veía mi celular en el otro.

—¿A quién? —pregunté sin darle importancia.

—Tú sabes de quién hablo.

Lo miré sin comprender.

—Marcus, no sé si estás hablando de...

—Estoy hablando de que cuando cortamos me dijiste que hace varios meses habías estado interesado en alguien. Creo que deberías llamarle.

—¿Seth? Ya le llamé —dije la verdad a medias.

—¿Y qué dijo?

—Que lo deje en paz.

—Nathan, estoy seguro de que no te atreviste a hablarle, te conozco.

Mi silencio confirmó que estaba en lo correcto.

—Llámale —insistió—. Te mereces a alguien con quien sí funcione.

—No sé. Las cosas no terminaron bien entre nosotros, o eso creo. Simplemente dejé de hablarle. No fue muy amable por mi parte.

—¿Amable? Nathan, estás cuidando a tu ex que te engañó con tu mejor amigo. Eres la mejor persona que conozco.

—No lo sé. —Pensé en las posibilidades por un momento.

—Solo digo que te des la oportunidad que yo me di con Grayson...

Me quedé pensando el resto de la tarde y concluí que Marcus tenía razón. Él y yo jamás funcionaríamos. Pero Seth...

—¿Hola? —respondió Seth del otro lado de la línea.

—Hola, Seth. Soy...

—Nathan —dijo en un tono seco.

—Sí.

Un silencio incómodo se sostuvo entre ambos.

—Quería saber si podíamos vernos. Tal vez platicar un poco.

—Nathan, no sé si sea lo mejor. Me abandonaste, ¿recuerdas?

—Sí. De eso quería hablar. He estado reflexionando...

—¿Y te tomó más de seis meses reflexionarlo?

—Seth, por favor. Solo quiero hablar —rogué con nula esperanza de que sucediera algo entre nosotros.

—De acuerdo. Ven a mi casa en la noche. —Y terminó la llamada.

El día pasó lento y mi mente no estuvo tranquila ni un solo segundo. No entendía lo que acababa de hacer. La magnitud era enorme. Llevaba meses sin ver a Seth, sin hablar con él, y ahora me sentaría en su sala a decirle no sé qué. Ni siquiera sabía mis propias intenciones.

—¡Ya voy! —gritó mi ¿ex? cuando golpeé su puerta a las 8:00 pm.

Escuché pasos y luego la cerradura. Seth Dagger estaba parado frente a mí. Se había recortado la barba de tres días que acostumbraba llevar, pero fuera de eso, se veía igual que siempre. Sus ojos azules brillaban sobre una piel bronceada que no difería mucho del dorado de sus cabellos rizados. Llevaba unos pants grises y una playera roja de manga larga que se adaptaba a su esbelto y larguirucho cuerpo. Extendió un largo brazo hacia el interior de la casa y dijo:

—Pasa.

Entré y lo seguí hasta una sala con sillones blancos y paredes beige. El lugar había sido redecorado con naturaleza muerta y era muy obvio que me encontraba en la casa de un arquitecto. En la pequeña mesa del centro había revistas con  edificios en la portada, por supuesto.

ENTRE HOMBRES Y DIOSES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora